Tres rinocerontes blancos del norte

Tres rinocerontes blancos del norte deambulan por el planeta. Nunca la frase «puedo contarlos con los dedos de una mano» fue tan precisa. Hasta ayer eran cuatro, pero ha muerto Nola, a la avanzada edad de 41 años, en el zoo de San Diego, a causa de una infección bacteriana y no de un balazo en el lomo.

De camino al olvido, a la extinción, a ser solo huesos en un museo de historia natural, van también los rinocerontes de Sumatra. Solo quedan decenas de ellos. También los elefantes de Sumatra, los orangutanes de Sumatra, los leopardos de las nieves, los tigres de Siberia, los tigres de Bengala, los gorilas de montaña, el atún rojo, la vaquita marina, la tortuga marina baula, la más grande del planeta, el oso panda…

Eso ya es un avance. Los tres rinocerontes de esta subespecie viven en África, en una reserva de Kenia, custodiados por rifles, y morirán pronto. Los reportes de las agencias sostienen que dos son hembras y el tercero es un macho muy anciano y con pocas ganas de extender la estirpe. Se le acabaron las ganas. Estos tres únicos rinocerontes desaparecerán del planeta y sus cambios evolutivos también. Lo que la evolución ha tardado miles de años en diseñar, en ajustar aquí y allá, el hombre lo ha destruido en décadas.

Por la época en que el hombre llegaba a Luna, se contaban por cientos lo rinocerontes blancos del norte. Pero a alguien se le ocurrió pagar mucho dinero por sus cuernos y a alguien se le ocurrió venderlos y a otro alguien conseguirlos. Para los biólogos, para los naturalistas y para todo aquel que pueda maravillarse con el milagro de la vida, un rinoceronte blanco del norte vale más vivo que muerto. Para los que buscan dinero por encima de todo, un rinoceronte blanco del norte vale más muerto que vivo. De hecho, lo único que sirve de este animal, si es que servir es la palabra adecuada, son sus cuernos. Estos cuernos van a parar a museos, a casas de subastas, a mansiones de ricos y en manos de personas que creen erróneamente que la queratina, el principal compuesto de los cuernos de rinoceronte, el mismo de las uñas que nos mordemos, acabará con el cáncer o prolongará su vida.

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No existe un precio exacto para sus cuernos. Algunos como el conservacionista y cineasta Karl Ammann, autor del documental Bad Medicine. Illegal Trade in Rhinoceros Horns, afirman que en el mercado negro se paga hasta 65.000 dólares por kilo de cuerno de rinoceronte. Más o menos es también el precio que estima Europol en un informe del 2013. Un solo cuerno puede pesar más de tres kilos y superar los 150.000 dólares en el mercado negro. De camino al olvido, a la extinción, a ser solo huesos en un museo de historia natural, van también los rinocerontes de Sumatra. Solo quedan decenas de ellos. También los elefantes de Sumatra, los orangutanes de Sumatra, los leopardos de las nieves, los tigres de Siberia, los tigres de Bengala, los gorilas de montaña, el atún rojo, la vaquita marina, la tortuga marina baula, la más grande del planeta, el oso panda… Es muy probable que de todos ellos la humanidad solo conserve fotografías, pieles y estructuras óseas en algunas décadas, como las que conservamos de los tigres del Caspio, de los tigres de Bali, del león del Cabo, del dodo, de los moas, del pato poc, del carpintero imperial, del sapo dorado. Nunca antes una generación de humanos fue testigo de la extinción de tantas especies a la vez.

Es un hecho: los rinocerontes blancos del norte desaparecerán de la Tierra. Nos quedan los 20.000 rinocerontes blancos del sur, unas cuantas decenas de rinocerontes de Java y unos miles de rinocerontes negros, cuyos destinos no son prometedores. En el 2007, se cazaron 13 rinocerontes solo en Sudáfrica. Para el 2014 la cifra aumentó hasta los 1.215. Es más probable que los rinocerontes se extingan antes de que el ser humano llegue a Marte.

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