¡Qué rápido se olvidan los favores!
Periodista húngara es despedida por mostrar su intolerancia a los refugiados sirios.
Un grupo de refugiados sirios intentaba romper un cordón de seguridad en la ciudad de Röszke, en Hungría, cerca de la frontera con Serbia, lo logró y a una reportera europea no le agradó nada: se llama Petra László y trabajaba para el canal húngaro N1TV, trabajaba pues ha sido despedida por poner zancadillas y patear a los refugiados que corrían para escapar de la policía húngara. Si el niño sirio encontrado muerto en la orilla de una playa turca, Aylan Kurdi, es la cara de la moneda, Petra László es el sello, la contraparte. Siempre hay una contraparte y esta vez ha sido captada por las cámaras.
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Pues eso es: László es Le Pen y Le Pen es László, y la zancadilla de László a un anciano con su hija en brazos equivale a las envenenadas declaraciones de Le Pen, que habla de “identidad nacional” y olvida que gran parte de la selección francesa que ganó un Mundial de fútbol era descendientes de inmigrantes.
¿Qué ha llevado a Petra László a hacer lo que hizo, que desencadenó que esta reportera mostrara su furia, su resentimiento, su disconformidad y hasta su sentido de superioridad con las miles de personas con creencias distintas que intentan cruzar su país para escapar de un infierno? La periodista no ha dado ninguna explicación, y quizá no haga falta.
Lo que siente Petra László es lo que esconden muchos en su interior y no lo exteriorizan por incorrecto, por inhumano, y si lo hacen es desde el anonimato, que es una forma de cobardía. No obstante, hay alguien que sí se ha atrevido a demostrar que es valiente y mononeuronal al mismo tiempo. Se llama Marine Le Pen, es francesa y quizá una prueba de ADN demuestre que es pariente cercana de László.
Para la líder de la ultraderecha francesa, los refugiados sirios son “clandestinos” que amenazan la “identidad nacional”. Aparece en el diario Libération unas declaraciones de Le Pen en las que afirma que los sirios no son refugiados sino inmigrantes, y que no escapan de un infierno sino que llegan a Europa por “razones económicas” y que no son familias las que huyen sino 99% hombres los que intentan arribar al Viejo Continente. Le Pen ha llegado a esta conclusión porque, afirma, “he visto las imágenes de los clandestinos que descendían, que eran llevados a Alemania desde Hungría…”. Datos de Unicef desmienten lo dicho por Le Pen, que olvida que los franceses también buscaron refugio durante la Segunda Guerra Mundial. Llegaron a México y este no les puso trabas.
Pues eso es: László es Le Pen y Le Pen es László, y la zancadilla de László a un anciano con su hija en brazos equivale a las envenenadas declaraciones de Le Pen, que habla de “identidad nacional” y olvida que gran parte de la selección francesa que ganó un Mundial de fútbol era descendientes de inmigrantes, que un premio Nobel de Literatura francés, Jean-Marie Gustave Le Clézio, es hijo de inmigrantes. Por supuesto, László también ignora que un gran escritor húngaro, su compatriota Sándor Márai, fue también un inmigrante. Y si desea nombramos otro: Lajos Zilahy. ¡Qué rápido se olvidan los favores!
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