Análisis
Varios analistas sugieren que el republicano podría valerse del remedio contra el Covid para impulsar su candidatura
La pandemia y su honda huella en la economía estadounidense, que ha visto el PIB contraerse a un ritmo inédito de casi el 33% en el segundo trimestre, han dinamitado la estelar carrera hacia la reelección del presidente de los EEUU, Donald Trump. El republicano, que a inicios de año se las veía felices y acariciaba otros cuatro años en el despacho oval, ha contemplado a su popularidad desplomarse al mismo ritmo que el crecimiento del país. El rebrote y la ralentización de la recuperación amenazan cualquier atisbo de remontada en las encuestas que pudiera esperar pasado el verano y ya no se fía ni siquiera de que una de las vacunas que su administración está esponsorizando logren salvarle la papeleta.
Así, después del peor dato de crecimiento en un trimestre jamás visto, el magnate dejaba caer una bomba en Twitter, que los analistas políticos han corrido a calificar de demasiado aventurada. Con la verborrea que le caracteriza en la red social de microblogging, abría la puerta a posponer las presidenciales de noviembre porque considera que el incremento del voto por correo que va a producir el virus puede conllevar un resultado "fraudulento". Los mercados, en especial el dólar, han sufrido la sacudida de estas palabras, que se añaden a todo el caos e incertidumbre reinantes por la pandemia o las tensiones entre el país norteamericano y China. Pese a que congresistas y senadores han puesto en duda que Trump pueda salirse con la suya, los analistas ya auguran un tedioso proceso post electoral, si es que los americanos acuden a las urnas en tres meses.
Esta sería una medida de la que no existen precedentes y para la que el presidente no tiene poder. De hecho, el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, del mismo partido republicano, aseguró que la votación no se puede cambiar y la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi tuiteó el texto de la constitución estadounidense que dice que el Congreso establece las reglas al respecto. Dicho esto, “no es la primera vez que se sugiere un cambio en la fecha de las elecciones, y el Congreso podría acabar por claudicar”, comentan los analistas de 'Bloomberg'.
Pero lo que pone de relieve la mera sugerencia de Trump son “las preocupaciones de que el resultado de las elecciones sea cuestionado si se celebran el 3 de noviembre, en caso de que Trump pierda", subraya Ray Attrill, jefe de estrategia del National Australia Bank, "debido a la mayor cantidad de votos por correo por la pandemia". El mercado debe prepararse para que, si hay elecciones, no se conozca el resultado la misma noche electoral y este se demore días", advierte.
EL AS EN LA MANGA: LA CARRERA POR LA VACUNA
Así las cosas, los economistas consultados apuestan porque el inquilino de la Casa Blanca siga agitando esta cuestión si la economía persiste en mostrarse tan desastrosa de cara a septiembre y octubre y, especialmente, si el equipo de campaña del republicano no obtiene cálculos favorables sobre si una de las vacunas contra el Covid que se hallan en experimentación pueda relanzar su candidatura. Por el momento, Moderna, Johnson & Johnson, Novavax y AstraZeneca se hallan en una carrera por ser los primeros que ponen el remedio en el mercado y prácticamente todas ellas han anunciado el inicio de la fase 3 de sus ensayos en humanos. Según anticipó el director del Instituto de Enfermedades Infecciosas de EEUU, Anthony Fauci, alguna de ellas podrá estar lista en noviembre, tal vez antes.
La administración republicana ha puesto toda la carne en el asador para sacar al mercado el medicamento que pueda asegurar inmunidad contra el virus. Con este objetivo, los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), lanzaron la operación "Warp Speed" (velocidad de la luz), para promover el desarrollo y asegurarse tratamientos y vacunas contra la pandemia de COVID-19 en 2021. Una cuarta vacuna, desarrollada por Pfizer y BioNTech, también ha empezado su fase 3 este mes, y aunque no forma parte de ese programa, ha recibido fondos por valor de 1.950 millones del Gobierno de EEUU.
Los expertos coinciden que si una de estas farmacéuticas logra poner en el mercado un remedio a tiempo para las elecciones, Trump tendría una última nave que quemar con la que evitar que la Casa Blanca se le escapa de las manos. Desafortunadamente para Trump, ningún inquilino del despacho presidencial —excepto Calvin Coolidge en 1924— ha salido reelegido cuando hubo una recesión en los 24 meses anteriores al día de la votación.