El Senado ha dado el visto bueno al acuerdo sobre el techo de deuda
Después de que el Congreso de Estados Unidos llegase a un acuerdo para aumentar su techo de deuda (un límite político que determina la cantidad bruta que pueden pedir prestada a nivel federal, actualmente en 31,4 billones de dólares) el país podría haber incurrido en el primer incumplimiento de los pagos de su deuda en la historia moderna. El día 1 de junio como fecha límite se quedaba sin liquidez para hacer frente a todas sus obligaciones, desde los salarios del ejército a los cheques de los pensionistas pasando por los pagos de los bonos. Sólo falta la firma final del Presidente Biden para avanzar por la senda del nuevo techo, elevado hasta los 35 billones y dando una patada hacia delante hasta el año 2025.
El Tesoro de los EE.UU. junto con la Reserva Federal tenían un plan B si al final el Congreso no subía el techo de deuda que han llamado “priorización de los pagos”. Lo que harían sería evitar el impago de la deuda abonando primero los intereses de los bonos frente al resto de obligaciones. Esta priorización confiaría en el éxito de las siguientes emisiones de bonos del Tesoro estadounidense pese a que no existe una garantía de que los inversores confiasen en la solvencia de estos títulos.
El incumplimiento de la deuda traería una contracción breve o una crisis más larga, pese a que ambas opciones serían funestas la última resultaría la peor. En ambos casos, la FED tendría que trabajar muy duro para contener las consecuencias y tendría que centrarse en limitar todo lo posible los daños. Pese a lo que pudiese hacer la FED todos los mercados y las economías mundiales sufrirían las consecuencias.
Estados Unidos alberga unos de los mayores mercados de deuda soberana con 25 billones de dólares de bonos en manos públicas, un tercio del global. Los bonos del tesoro estadounidense son considerados como EL activo libre de riesgo y son la referencia para valorar otros instrumentos financieros. Son la base de los flujos de caja diarios, de los “repos” de EE.UU., valorados en 4 billones de dólares al día y el alma del mercado financiero global que mayoritariamente usa estos bonos como colateral. Todo esto se tambalearía y estaría sobre el alambre.
La mayor consecuencia sería que EE.UU. habría violado la confianza que el sistema financiero ha venido depositando durante muchos años en él por lo que la búsqueda de alternativas al dólar y al sistema financiero estadounidense ganaría en premura. Ya que la confianza, una vez se pierde, no es fácil recuperarla. Y parece que tanto la FED como el dólar siguen pese a este acuerdo en una situación de clara debilidad. Veremos si las elecciones del 2024 pueden traer algo de claridad a una situación de política de enfrentamientos en América que difícilmente se va a solucionar si no es con acuerdos entre todos los partidos.