¿Pueden los inversores estar seguros de que el gestor actuará en beneficio de ellos y no en el propio?
Qué le pedimos a los gestores de fondos de inversión en términos de rentabilidad y cómo se les incentiva cuando consiguen resultados. En economía existe un problema que se llama el problema del agente, una traducción mejorable del 'agent problem' en inglés. Este problema viene a definir los conflictos de intereses entre una persona o un grupo y del representante que debe actuar en función de los intereses de dicha persona o grupo.
Cuando una persona delega, ¿cómo puede estar segura de que su delegado actuará de manera responsable y no actuará en beneficio propio? En el mundo de los fondos de inversión vendría a ser cómo pueden los inversores estar seguros de que el gestor actuará en beneficio de estos y no en el suyo propio.
Hay dos maneras típicas de asegurar que no existe este problema del agente en el mundo de los fondos de inversión: los incentivos y la inversión del patrimonio del gestor en el propio fondo.
Una manera que tienen las gestoras de garantizar el alineamiento de intereses entre gestor y partícipes es la obligación contractual por parte del gestor de invertir la mayoría de su patrimonio en el propio fondo que gestiona. De esta manera, pueden asegurar a los partícipes que las decisiones del gestor están en línea con los partícipes ya que él es uno más.
La otra forma es mediante los incentivos sobre la rentabilidad o performance del fondo de inversión. Habitualmente se incentiva a los gestores en función del rendimiento del fondo respecto de un activo de referencia, como puede ser su benchmark o la media de su categoría.
El problema viene en determinar en qué rango de tiempo medimos el exceso de rentabilidad del fondo para calcular el incentivo. La medida estándar es el año: el premio al mejor fondo del año, al mejor gestor del año, el más rentable del año…
Esta medida tiene que ver más con cómo medimos el paso del tiempo que con el horizonte temporal de los activos subyacentes (en los que invierte el fondo de inversión), dando lugar a una disonancia que se llama cortoplacismo. Es decir, que al incentivar a los gestores a obtener un rendimiento superior en periodos de años naturales les estamos desincentivando para que busquen activos que obtengan una mayor rentabilidad en los propios horizontes temporales de inversión del activo, dando como resultado un rendimiento inferior cuando la inversión cumple el horizonte temporal marcado.
Es por eso que la mejor manera de seleccionar fondos de inversión es tener en cuenta el rendimiento del fondo en periodos rotatorios de su horizonte temporal de inversión, y olvidarse de la rentabilidad en periodos de años naturales. Así tendremos a un gestor motivado y a un participe alineado con su fondo en el horizonte temporal de su inversión.