Atentados como el recientemente ocurrido en Barcelona ejemplifican el poder de difusión de las redes sociales
A través de la gran red de redes. La información circula casi sin control de un lugar a otro del mundo. Acabar con las noticias falsas o dirigidas hacia un punto de vista concreto se ha convertido en una de las obsesiones de grandes tecnológicas como Google, Facebook o Twitter. Esta ‘noble causa’ ha generado un intenso debate en medio mundo puesto que pone en manos de estas compañías la información a la que es posible acceder y la que será invisible para los ojos de los usuarios.
Acontecimientos como los recientes atentados de Barcelona ejemplifican el poder de difusión de las redes sociales. Instantes después de que sucediera el atropello, que costó la vida a 13 personas y dejó más de cien heridos en famosa calle de la Ciudad Condal, vídeos e imágenes sobre el caos desatado circulaban por la red a pesar de las recomendaciones de la Policía y los cuerpos de seguridad de que no se hiciera para proteger las investigaciones y la privacidad de las víctimas. Hace tiempo que Facebook y Twitter controlan contenidos como estos y bloquean y censuran las cuentas y las publicaciones que pueden herir la sensibilidad, pero acabar con todos los contenidos es prácticamente imposible.
Facebook es una inmensa nube con un volumen de informaciones sobre intereses y preferencias personales nunca antes visto
El objetivo de los grandes de Internet es limpiar la red de contenido sensible, información falsa o imágenes y vídeos privados que son robados y publicados. Ante un movimiento así nadie podría estar en contra, pero el debate lleva abierto tiempo entre los críticos con Silicon Valley. El predominio de Google en las búsquedas online y otros productos en la nube le reporta millones de datos para trazar una perfil de cada usuario. Facebook, por su parte, es una inmensa nube con un volumen de informaciones sobre intereses y preferencias personales nunca antes visto. El debate es ahora cómo usar todo ese volumen de contenidos e información sobre los usuarios para decidir qué es bueno y qué no para cada usuario. Y una última cuestión ¿es una responsabilidad que debe caer en manos privadas o públicas?
FACEBOOK Y SU ‘SERVICIO A LA SOCIEDAD’
Durante la pasada campaña electoral a la presidencia de los Estados Unidos, que acabó alzando a Donald Trump al frente de la Casa Blanca, Facebook fue acusado de ocultar tendencias y contenidos de corte conservador. Los republicanos, y más concretamente el ala más dura que representaba el hoy Presidente, aseguraron que de forma premeditada la red social ocultaba los contenidos que apoyaban su línea de opinión e incentivaron los opuestos.
Nuestro objetivo es mostrar a las personas el contenido más significativo, la gente quiere noticias precisas
La compañía en bloque respondió a la acusación negando la mayor. Hasta el propio Zuckerberg salió en defensa del honor de Facebook. “No queremos ningún engaño en nuestra plataforma. Nuestro objetivo es mostrar a las personas el contenido más significativo, la gente quiere noticias precisas. Ya hemos puesto en marcha el trabajo que permite a nuestra comunidad hacer frente a los engaños y las ‘fake news’ (‘noticias falsas’) y vamos a seguir trabajando en ello para mejorar aún más”, aseguraba el creador de Facebook en noviembre del año pasado.
En la carta que envió entonces destaca unas palabras en las que da pie a los más críticos con la tendencia de control sobre la información. “Estoy seguro de que podemos encontrar formas para que nuestra comunidad nos diga qué contenido es más significativo, pero creo que debemos ser extremadamente cautelosos en cuanto a ser nosotros los árbitros de la verdad”, explicaba.
Facebook tiene un algoritmo, denominado ‘edge rank’, que ordena las publicaciones de los amigos, páginas y grupos a los que el usuario sigue. Lo que el usuario puede pensar es que las publicaciones van apareciendo en su pantalla inicial a modo que se van publicando, pero nada más lejos de la realidad. La red social ordena los contenidos según su algoritmo cree que la publicación se adapta más o menos a los gustos del usuario. Por lo tanto, omite publicaciones que marca como spam debido a que considera que, por ejemplo, llevan a cabo acciones de ‘click-bait’, titulares llamativos que no corresponden con la realidad, o son informaciones sin relevancia, que por ejemplo no han tenido muchos clicks u otras interacciones entre otros usuarios.
Los algoritmos son una constante entre las grandes compañías de Internet, al igual que Facebook, Google, Twitter, Instagram, Apple… todos tienen el suyo y lo utilizan para analizar el gigantesco volumen de información en pro, según aseguran, de ofrecer un servicio más completo y satisfactorio al usuario.
LA BURBUJA DE LA INFORMACIÓN
Los filtros personalizados presentan cierta clase de autopropaganda invisible, adoctrinándonos con nuestras propias ideas
El debate sobre si en Internet los usuarios son libres de acçeder a todo el contenido de forma libre o si están ‘teledirigidos’ lleva años abierto y cada vez más ha tomado fuerza. Uno de los mayores defensores de que vivimos tras un “filtro burbuja” es el activista Eli Pariser. En 2011 explicaba en su libro que "los filtros personalizados presentan cierta clase de autopropaganda invisible, adoctrinándonos con nuestras propias ideas, amplifican nuestro deseo por cosas que nos son familiares, manteniéndonos ignorantes con respecto a los peligros que nos acechan en el territorio oscuro de lo desconocido".
El debate es más complejo que un Internet abierto o un Internet controlado. La duda es quién y dónde se fijan los límites. “Internet puede ser una herramienta extraordinaria para descubrir ideas. Puedo leer cualquier diario del mundo, algo imposible hace 20 años. Pero, ¿lo hago? No. Las posibilidades son diferentes de la realidad. Facebook se centra cada vez más en los vídeos y, en concreto, en ver vídeos de forma pasiva. Eso no es un modelo de descubrimiento”, explica Pariser en una entrevista en ‘El País’, en la que analiza el uso que hacen de la red los usuarios y cómo se ha llegado a ello.
Está claro que Pariser no es un fiel seguidor de los grandes ‘genios’ e imperios de Silicon Valley, de los que asegura que "son revolucionarios sociales cuando les conviene, y empresarios neutrales y amorales cuando no", pero sí es cierto que abre una línea sobre Internet que, de acabar imponiéndose, golpearía con consecuencias incalculables a todo el conglomerado de grandes empresas de Internet.