MADRID, 15 (EUROPA PRESS)
Los balcones y las ventanas de distintas calles españolas se han vuelto a llenar de aplausos y ovaciones para los sanitarios y profesionales de los servicios básicos que combaten cada día la pandemia del coronavirus.
Con el aplauso colectivo de este miércoles, se han cumplido 33 días consecutivos de homenaje y apoyo también para los enfermos de Covid-19. La iniciativa se convocó por mensajes en 'WhatsApp' el sábado 14 de marzo, ese día a las 22.00 horas y después a las 20.00 horas para que pudieran sumarse niños y mayores, para agradecer a los profesionales que siguen trabajando diariamente su lucha en la crisis sanitaria.
En este sentido, la cita ha servido para unir a vecinos y entablar conversaciones, incluso juegos de bloque a bloque en las grandes ciudades, y ha ayudado a transmitir cierta sensación de compañía en la soledad que asola muchos municipios de la España rural.
A lo largo de esta semanas, muchos profesionales de la sanidad y otros trabajadores de los servicios de emergencia han querido devolver al agradecimiento, con aplausos recíprocos, sirenas y pitos desde los coches y mensajes en redes sociales.
No obstante, la convocatoria diaria de las 20.00 horas no es el único momento del día en el que suenan aplausos para los colectivos sanitarios y en ciudades como Madrid, la más afectada por el Covid-19, las llegadas de ambulancias y personal sanitario a las casas para prestar atención a los enfermos o hacer las pruebas de detección del virus son recibidas en muchas ocasiones por aplausos y ánimos espontáneos de los vecinos.
También se celebran, con aplausos, las altas médicas o las salidas de los hospitales. Es el caso de Carmen, una vecina gallega que, a sus 100 años, ha superado el coronavirus y ya se encuentra en la residencia DomusVi San Lázaro (Santiago), donde vive desde 2015.
Allí la esperaban una docena de trabajadores, así como agentes de la Policía Local, la Policía Nacional y Protección Civil entre aplausos y voces de ánimo, y es que su regreso a las instalaciones de este centro santiagués se han convertido en un "pequeño milagro" para los que conocían su caso, que presenta multipatologías, deterioro cognitivo y una gran dependencia.