La pandemia pone en peligro el sostenimiento de 85.000 vocaciones nativas, según OMP

Europa Press | 30 abr, 2020 17:43
ep seminaristas de la diocesis de maintirano en madagascar junto al obispo de la diocesis el espanol
Seminaristas de la diócesis de Maintirano, en Madagascar, junto al obispo de la diócesis, el español Gustavo Bombín.Obras Misionales Pontificias

MADRID, 30 (EUROPA PRESS)

La pandemia provocada por el coronavirus COVID-19 pondrá en peligro este año el sostenimiento económico de las aproximadamente 85.000 vocaciones que se benefician cada año de las ayudas de Obras Misionales Pontificias que este domingo 3 de mayo, debido al Estado de Alarma, no podrá hacer su tradicional colecta en las iglesias españolas para ayudar a los aspirantes a sacerdotes o religiosos y religiosas que se preparan en los territorios de misión.

En 2019, cerca de 85.000 jóvenes --76.759 seminaristas, y 8.094 novicios y novicias-- se beneficiaron en el mundo de las ayudas de la Obra de San Pedro Apóstol. Esta obra, que forma parte de las Obras Misionales Pontificias, canaliza las ayudas de todos los católicos del mundo, para distribuirlas equitativamente entre todas las iglesias jóvenes de África, Asia, Oceanía, y algunas zonas de América. En 2019, la suma recaudada fue de 18,9 millones de euros en todo el mundo, de los cuales 2,5 millones fueron aportados por los españoles.

Si bien, este año, al no haber misas con público, no podrán realizarse las colectas. Ante esta situación, OMP hace un llamamiento a todos los católicos para hacer "un esfuerzo extra, y seguir apoyando a los territorios de misión, en su parte más importante: las vocaciones". Para ello, aquellas personas que deseen colaborar con las vocaciones nativas pueden hacerlo a través de la web de OMP (www.omp.es), pinchando en la pestaña 'Haz un donativo', después en 'Donativo puntual' y, a continuación, eligiendo la opción 'Vocaciones Nativas' en el desplegable.

"Las vocaciones nativas son esenciales, no solo importantes. Los misioneros lo tenemos claro desde el primer día en que llegamos", explica el misionero español de la Consolata, Álvaro Palacios, al tiempo que añade que "si no hay vocaciones nativas, se corta una cadena de transmisión de la fe".

37 KILÓMETROS A PIE SIN ZAPATILLAS

En la década de los 80, Álvaro Palacios estaba en una zona remota de Etiopía, donde no había agua ni luz. En su casa, los misioneros acogían a jóvenes para que pudieran estudiar. Uno de ellos se llama Sayoum Franso, quien recuerda esos años con mucho cariño. "Vivíamos en una casa pobre, tradicional. Los misioneros no tenían pausa. Recuerdo acompañarlos cada semana para poder celebrar la Eucaristía en otra parroquia, a 37 kilómetros a pie o en mula, muchas veces sin zapatillas, por los caminos", señala.

Allí empezó su vocación. "Un día dijo que quería ser como nosotros", recuerda Palacios. Posteriormente, Franso pudo estudiar en el Seminario menor de Meki, y en el mayor de Addis Abeba, ambos ayudados por la Obra de San Pedro Apóstol de OMP. Precisamente, gracias a esta institución, pudo estudiar en Roma y regresar a su país. En 2017, este sacerdote fue ordenado obispo del vicariato apostólico de Hosanna en Etiopía.

"La formación es una de las cosas más caras que hay: comida, vestido, formación. Todo esto, si no estuviera la ayuda de Obras Misionales Pontificias, sería muy difícil de conseguirlo", explica Palacios.

Mientras, en Madagascar se encuentra Martin, que nació en la región de Melaky, "zona de pocos habitantes y pocos cristianos y vocaciones sacerdotales y religiosas". Su madre era asidua a la iglesia, su padre menos, y sus hermanos y él apenas acudían. "Yo pasaba mis días con los zebúes --una especie de toro jorobado que se encuentra en Asia y África--, y no fui a la escuela hasta los 13 años, mi vida era el ganado", cuenta.

Ya en la escuela secundaria, un compañero de clase le animó a ir a la iglesia con él y reconoce que al principio no le gustaba. "Nunca se me pasó por la cabeza ser sacerdote hasta que un día vi la estola roja del sacerdote que presidía la eucaristía, ese fue mi primer guiño de ojo por parte de Dios, luego pedí entrar al seminario, qué lío en casa, mis dos hermanos mayores siempre en desacuerdo", recuerda. Si bien, él quiso continuar "con la misión de dar a conocer y testimoniar la buena noticia de Jesucristo".

Ahora, su día a día junto al del obispo de la diócesis, el español Gustavo Bombín y el resto de sacerdotes y religiosos de la diócesis es visitar pueblos y familias, estar en contacto constante con jóvenes, enfermos, presos, necesitados y vulnerables. Estos casos son ejemplos de vocaciones que nacen en los territorios de misión, más conocidas como vocaciones nativas, protagonistas de la jornada de este domingo.

UN CANAL DE YOUTUBE Y MOMENTOS DE ORACIÓN

La Jornada de Vocaciones Nativas se celebra de forma conjunta con la Jornada Mundial de Oración Por las Vocaciones. Además de todas las iniciativas conjuntas con las instituciones organizadoras (CEE, CONFER, CEDIS Y OMP), como un canal de Youtube con entrevistas vocacionales, o una canción oficial, Obras Misionales Pontificias ofrece dos momentos de oración por las vocaciones nativas.

El sábado 2 de mayo, a las 16,00 horas se emitirá una hora santa dedicada a las vocaciones nativas desde la delegación diocesana de misiones de Madrid. Este momento de oración se enmarca en la cadena de oración que tradicionalmente organiza la archidiócesis de Madrid, para celebrar la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas.

El domingo 3 de mayo, el director nacional de OMP, José María Calderón, ofrecerá una Misa a las 19,00 horas por las vocaciones nativas desde la capilla de la Dirección Nacional de OMP y será retransmitida por streaming, desde el canal de Youtube de OMP España.

Además de las aportaciones económicas puntuales, hay un sistema de becas para financiar de manera concreta un periodo de formación de una de estas vocaciones nativas. Hay tres modalidades: beca a una vocación nativa, seis años de formación (2.000 euros), media beca, tres años (1.000 euros) o un curso académico, un año de formación (350 euros).

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