Un estudio cuestiona que el cannabis sea un buen tratamiento contra la adicción a la cocaína

Europa Press | 16 ene, 2020 18:43

MADRID, 16 (EUROPA PRESS)

Investigadores brasileños han evaluado a adictos a la cocaína y al crack que se sometieron a rehabilitación durante seis meses, y han observado una mayor tasa de recaídas y un peor deterioro cognitivo entre los pacientes que fumaban cannabis para intentar mitigar su ansia de cocaína.

En el trabajo, publicado en la revista 'Drug and Alcohol Dependence', los pacientes fueron evaluados durante seis meses después de ser dados de alta de un programa de tratamiento hospitalario voluntario en el hospital general de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (Brasil). Los investigadores constataron que el consumo de cannabis perjudicaba las funciones ejecutivas del sistema nervioso central relacionadas con el control de los impulsos, entre otras.

"Nuestro estudio descarta completamente esta estrategia para los adictos a la cocaína", explica uno de los líderes del estudio, Paulo Jannuzzi Cunha. En su lugar, abogan por un corto período de hospitalización mientras los pacientes químicamente dependientes están en proceso de desintoxicación. Los investigadores recuerdan que la rehabilitación debe ser voluntaria y no debe implicar el aislamiento de los pacientes de la sociedad, ya que son propensos a las recaídas.

Actualmente, no hay tratamientos farmacológicos aprobados para la dependencia de la cocaína. Los investigadores recomiendan la terapia cognitivo conductual (TCC), la gestión de contingencia y el tratamiento médico psiquiátrico de comorbilidades como la depresión, los trastornos de ansiedad y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). En muchos casos, estos trastornos mentales ocurren en paralelo con la dependencia química y ponen en peligro la adherencia al tratamiento, impidiendo la recuperación del paciente.

En el estudio, 123 voluntarios fueron divididos en tres grupos: 63 adictos a la cocaína que fumaban cannabis de forma recreativa, otros 24 que no consumían cannabis con frecuencia y un grupo de control formado por 36 personas sanas sin antecedentes de consumo de drogas. Se hizo un seguimiento de los grupos durante seis meses después de la finalización del tratamiento hospitalario. Un mes después del alta, el 77 por ciento de los adictos a cocacína que fumaban cannabis habían mantenido la abstinencia sin recaídas, en comparación con el 70 por ciento de los que no consumían esta sustancia.

Sin embargo, tres meses después del alta, el consumo de cannabis como estrategia de reducción de daños ya no funcionaba bien. Menos de la mitad de las personas que no fumaban cannabis (44%) y solo el 35 por ciento de los que sí lo hacían no habían recaído; las proporciones eran del 24 y el 19 por ciento, respectivamente, después de seis meses. Los investigadores concluyeron que los adictos que consumían cannabis finalmente reanudaron el consumo de cocaína a largo plazo.

"Los resultados refutaron la hipótesis de que el cannabis recreativo podía prevenir la recaída y ayudar a los adictos a la cocaína a lograr la abstinencia. Una cuarta parte de los fumadores que no consumían cannabis pudieron controlar el impulso de consumir cocaína, y solo una quinta parte de los que esperaban beneficiarse de la estrategia de reducción de daños no sufrieron recaídas. El uso previo de cannabis no mejora el pronóstico a largo plazo. De hecho, el estudio sugiere lo contrario", concluye otro de los autores, el psiquiatra Hercílio Pereira de Oliveira Júnior.

De acuerdo con los hallazgos del estudio, ambos grupos de cocaína adictos que se sometieron a rehabilitación mostraron deficiencias neurocognitivas significativas en comparación con las personas sin adicción en tareas que involucraban la memoria de trabajo, el procesamiento de la velocidad, el control inhibitorio, la flexibilidad mental y la toma de decisiones.

Sin embargo, el grupo que fumó cannabis tuvo un rendimiento aún peor en las pruebas de las funciones ejecutivas asociadas con la capacidad de atención en contextos específicos, la capacidad de memorizar, la planificación de la conducta compleja, la velocidad de procesamiento mental y el control de los impulsos.

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