Mujica se despide de la presidencia de Uruguay tras mostrar otra forma de gobernar
José Mujica pondrá fin a su mandato como presidente de Uruguay tras las elecciones de este año, después de haber demostrado que es posible gobernar desde la sencillez y la austeridad, características que lo han convertido en uno de los líderes mejor valorados de América Latina.
UN PRESIDENTE DISTINTO
Mujica llegó a la presidencia en 2010, introduciendo varios cambios. El primero, su residencia: aunque la residencia oficial del presidente uruguayo es el Palacio de Suárez y Reyes, decidió seguir viviendo en una pequeña granja cerca de Montevideo, donde vive con su mujer, Lucía Topolansky, y Manuela, una perra con tres patas que adoptó.
"Si tengo pocas cosas, necesito poco para sostenerlas", es una de sus máximas. "Por lo tanto, mi tiempo de trabajo que dedico es el mínimo. ¿Y para qué me queda tiempo? Para gastarlo en las cosas que a mí me gustan. En ese momento creo que soy libre", confiesa.
MODERNIZACIÓN DE LA SOCIEDAD
Más allá de su forma de ejercer el cargo de presidente, durante los últimos cinco años Mujica ha sido el gran motor de la transformación de Uruguay después de décadas de dictadura militar y gobiernos conservadores. Su mayor tarea ha sido modernizar la sociedad, lo que ha hecho a través de medidas como la despenalización del aborto, el matrimonio homosexual y la legalización de la marihuana, una medida pionera en una región desangrada por el narcotráfico.
Gracias a estas iniciativas, The Economist señaló a Uruguay como “lo mejor del año 2013”. Para la revista británica estas “reformas pioneras no sólo mejorarían un país en particular sino que, en caso de ser emuladas, podrían beneficiar a todo el mundo”.
En la recta final de su mandato, Mujica también ha tomado medidas que comprometen a Uruguay a nivel internacional, traspasando el ámbito temporal de un Gobierno, y que han sido criticadas. Entre ellas destaca el acuerdo con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama para acoger a cinco presos de la cárcel de Guantánamo, que finalmente queda en manos del próximo Gobierno.
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