Trump ha criticado duramente a Yellen y la Fed durante la campaña electoral
El terremoto que ha sacudido a los mercados financieros tras el inesperado desenlace de la carrera hacia la Casa Blanca, la victoria del republicano Donald Trump, amenaza con una réplica mayúscula en lo que puede ocurrir en la Reserva Federal (Fed), a la que el republicano ha dedicado no pocas críticas durante la campaña. Ahora, todo está en cuestión: la subida de los tipos de interés prevista para diciembre, la continuidad de su presidenta, Janet Yellen, y hasta la independencia y la idiosincrasia del banco central más poderoso del planeta.
La incertidumbre que atenaza a los operadores en las horas después de que Trump se haya convertido en el cuadragésimo quinto presidente de los EEUU es sólo comparable a la sufrida tras el Brexit y tanto la reacción del dólar -que ha llegado a depreciarse un 2% inmediatamente después de que el republicano empezara a acariciar la victoria- como las caídas en las principales bolsas -que se han suavizado horas después- ponen de relieve el miedo al territorio desconocido en el que empieza a moverse el país desde este 8 de noviembre.
Todo se mueve en el escenario de la incertidumbre. Y de manera especial esta alarga su sombra sobre una institución cuyos meros susurros tienen la capacidad de agitar los mercados mundiales: la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos y el más influyente del mundo.
La entidad y su presidenta, Janet Yellen, no se han librado de las críticas del republicano durante la campaña electoral. "No es republicana... Cuando llegue la hora, lo más probable es que se le sustituirá por alguien más apropiado", llegó a decir el entonces candidato y ahora ya presidente.
LA SUBIDA DE DICIEMBRE, EN EL AIRE
Tras ese tipo de mensajes y, sobre todo, tras el sonado triunfo de Trump, ahora todo es incierto en torno a la Fed. Para empezar, el aumento de los tipos previsto para la reunión de los días 13 y 14 de diciembre. Después de la victoria del republicano, el banco central podría decidir no apretar el gatillo, esperar a que se asienten los ánimos en los parqués mundiales, especialmente en Wall Street, y dejar los tipos en el 0,25-0,50% que se fijaron en diciembre de 2015. El mercado, de hecho, así lo contempla. Antes de conocerse el resultado electoral, el consenso otorgaba una probabilidad del 82% a que la Fed elevara los intereses en diciembre; después, ya se han reducido hasta casi la mitad, mostrando ahora un 47%.
“Inseguridad y Donald Trump sostienen una relación simbiótica que continúa pesando fuertemente en la Fed”, señala Lukman Otunuga, analista del broker FXTM. “La caída de las proyecciones de que la Fed aumente la tasa de interés podrían ir a más a medida que los mercados digieren la nueva realidad del triunfo del republicano”, alerta el experto, y añade: “Los datos macroeconómicos del país deben superar las expectativas repetidamente en noviembre y diciembre para que resuciten las esperanzas de que el banco central incremente el precio del 'billete verde”.
Otros expertos comparten esta visión, como Dominic Rossi, director mundial de inversiones en renta variable de Fidelity, quien cree que las opciones de que el comité de política monetaria de Reserva Federal (FOMC por sus siglas en inglés) decida dar el paso en su cónclave de diciembre y realizar dos subidas de tipos más en 2017 han caído con fuerza. Aunque afirma que “la política monetaria seguirá siendo expansiva”.
La inesperada victoria de Trump ha puesto a la Fed en una complicada tesitura en la que debe elegir qué quiere primar: su credibilidad o la estabilidad del mercado
De hecho, analistas de Danske Bank insisten en mantener su previsión de que la Fed cumpla con lo esperado -y descontado- por el mercado ya que “las plazas financieras se habrán recuperado antes de la reunión de diciembre y no creemos que los indicadores de confianza muestren un gran impacto en el corto plazo”. Los expertos de la entidad danesa aún confían en que el banco central llevará a cabo tres subidas del precio del dinero desde ahora hasta finales de 2017 y que el año próximo anunciará incrementos de las tasas de interés en junio y diciembre para “compensar el impulso fiscal al crecimiento en 2018”.
Bill Hubard, analista de learntotrade, asegura que "mientras el desasosiego post electoral no mute en calamidad económica, la Fed debería seguir con lo esperado y si la economía sigue yendo sobre ruedas, apostamos por dos subidas más de 25 puntos básicos, una en 2017 y otra en 2018". Sin embargo, reconoce que sus predicciones están "más en duda de lo que estaban antes" o con una victoria de Hillary Clinton.
Aunque el impacto real y psicológico en la economía será evaluado por el FOMC, Yellen afronta otro riesgo formidable: si no sube los tipos, dará la sensación de que se pliega a los designios de Trump y de que, tal como sostiene el republicano, sus decisiones tienen sesgo político. Es decir, se expone a poner en juego la independencia de la Fed, un riesgo demasiado grande para un banco central moderno.
¿'YELLENEXIT' EN 2018?
Este dilema se cuela en el diagnóstico de los expertos. “La inesperada victoria de Trump ha puesto a la Fed en una complicada tesitura en la que debe elegir qué quiere primar: su credibilidad o la estabilidad del mercado”, sentencia Otunuga.
De hecho, las implicaciones para la entidad van más allá de la inmediata decisión sobre política monetaria: los ataques repetidos del nuevo líder de la primera potencia mundial hacia Janet Yellen y a la, a su juicio, “excesiva politización” de la institución bajo su mandato ponen en duda que la nueva administración republicana mantenga la independencia del banco central y los días para la actual presidente podrían estar contados.
Durante la campaña electoral, además, el magnate había centrado sus críticas en la política de tipos de interés bajos que ha mantenido la entidad, bendecida por el presidente saliente, Barack Obama, lo que ha ayudado a crear, según Trump, un “falso mercado de acciones”. Son precisamente este tipo de comentarios sobre que el banco central ha propiciado un precio del dinero en mínimos durante el pasado, para ayudar a Obama, lo que “puede complicar el pensamiento de la Fed”, según cree Paul Jackson, director de análisis de Source ETF. La encrucijada para la Reserva Federal está ahora en si “toman las palabras de Trump al pie de la letra e incrementan tipos o temen más su reacción a una subida precisamente ahora”, comenta este experto.
Si Trump decide reemplazar a la actual presidente por alguien que comulgue con sus políticas económicas, será una decisión sin precedentes desde un punto de vista histórico
Ambos escenarios acabarán con una nueva cabeza visible en la entidad, ya que Yellen es una demócrata, aseguran desde Danske Bank. Si Trump decide reemplazar a la actual presidente por alguien que comulgue con sus políticas económicas, será una decisión sin precedentes desde un punto de vista histórico.
Los cargos de presidente de la Fed y de los gobernadores se nombran desde el Despacho Oval y deben ser aprobados en el Senado, donde los republicanos también mantienen la mayoría. Tanto Janet Yellen como el vicepresidente del banco central, Stanley Fischer, acaban sus mandatos en 2018, cuando Trump deberá decidir si los reafirma o elige dos nuevos nombres.
Tradicionalmente, el presidente de la Fed ha permanecido en el cargo, a pesar de que haya habido un cambio de color político en el gobierno, ya que se considera un gesto de que el banco central no está influido por las decisiones políticas. En el pasado reciente, por ejemplo, Barack Obama mantuvo al republicano Ben Bernanke, que había sido nombrado por George W. Bush. El demócrata Bill Clinton respaldó a Alan Greenspan, otro republicano, dos veces como presidente de la Fed. Y en los 80, el entonces presidente, Ronald Reagan, renovó al demócrata Paul Volcker en el cargo.
Pero los hados apuntan en esta ocasión a que Trump haga gala, una vez más, de que le gusta lo inesperado y nadar contra corriente, con lo que romperá con toda seguridad esta tradición, eligiendo para el cargo a un “halcón” partidario de endurecer la política monetaria de manera rápida. Además, desde Danske Bank aseguran que la silla de Yellen es sólo una de las que está en cuestión, ya que el nuevo presidente buscará otros “halcones” para los puestos de gobernador que quedarán vacantes en 2020.
Por otra parte, hay otras dos plazas libres en el FOMC, que actualmente sólo cuenta con cinco de sus siete miembros permanentes. Lo más probable es que la administración republicana designe ahora dos nuevos candidatos que sean de su cuerda, contando con que también controlan el Senado. Así, el baile de sillas puede llegar a alcanzar cinco posiciones en el seno del comité de política monetaria del banco central.
De lo que están seguros los expertos es de que la actual presidenta acabará su mandato que expira el 31 de enero de 2018. "Mientras tanto, Trump puede pedirle a Yellen que se retire y criticar su liderazgo, pero no le solicitará oficialmente su dimisión", asegura Bill Hubard. "El coste de 'despedir' a Yellen es demasiado alto y puede poner realmente en peligro la credibilidad de la entidad", indica el experto de learnotrade, por lo que espera que "llegue hasta el final, aunque bajo circunstancias adversas".
Entre los nombres que ya se barajan para el posible reemplazo de Yellen destaca el del ex presidente de la Fed de Dallas, Stanley Fischer, indica Tom Fahey, estratega de Loomis Sayles. La figura que sustituirá a la actual presidente de la Fed será alguien con una visión más ortodoxa de la política monetaria comparada con la experimentación y las medidas poco convencionales que se han llevado a cabo e la entidad desde 2008. “Los tipos de interés subirá a un mayor ritmo bajo la presidencia de Trump”, asegura el experto.
Soplan vientos de cambio. También para una Fed que no sólo verá manchada su independencia con respecto a la Casa Blanca, sino que también podría acabar por perder poder de maniobra si Trump tira adelante su propuesta de que las decisiones del banco central en materia de tipo de interés puedan ser revisadas por un equipo de auditores del Congreso. El futuro es, a todas luces, incierto. Hasta para la Fed.