El impacto de una guerra sería importante en las economías europeas
El anuncio de la retirada de las tropas rusas por parte del Kremlin no ha tranquilizado la situación en los últimos días en torno a Ucrania. Los avisos de la OTAN y EEUU de que el riesgo de ataque es inminente se repiten, algo que pone en tensión a todo el mercado. Los analistas llevan semanas teorizando sobre los posibles movimientos que se pueden producir en los mercados de materializarse una invasión. Entre ellos, los de Moody's vuelven a centrar el foco en cómo pueden afectar los posibles cortes de suministros energéticos y el cese de las relaciones comerciales con Rusia.
"Es poco probable que se produzca una un cese total de las entregas rusas de energía. Sin embargo, incluso una reducción del suministro de gas podría provocar un nuevo aumento de los precios de la energía, que están disparados en los últimos meses", comentan en su último informe.
"Las importaciones rusas representan el 46% de los combustibles sólidos de Europa (como el carbón), el 38% de su gas natural y el 26% de su petróleo crudo. En consecuencia, cualquier decisión de las autoridades rusas de reducir los suministros de energía para ganar influencia política o en respuesta a las sanciones de la UE tendría importantes implicaciones para el suministro energético de la UE", explican estos expertos.
Por otro lado, existe el riesgo de que las exportaciones cesen por el daño físico de la infraestructura, ya que la mayor parte de los suministros que consume Europa pasan por Ucrania. Cualquier interrupción del gas natural, por mínima que sea, debilitaría la economía de la Unión Europea de forma significativa, aunque siempre de manera temporal, según estos expertos. Asimismo, su sustitución sería algo complicado, debido a que la capacidad de las terminales de gas natural licuado (GNL) que hay en Europa solo cubrirían, en el mejor de los casos, una cuarta parte de la demanda.
Esa falta de oferta sería la que volvería a impulsar los precios de la energía alimentando el aumento de la inflación general y añadiendo costes a los insumos para la industria. La intensificación de la inflación, dicen desde Moody's, aumentaría la presión sobre el Banco Central Europeo (BCE) y otros bancos centrales para que endurezcan su política monetaria si empiezan a desanclar las expectativas de inflación.
"Las presiones se intensificarían si los gobiernos decidieran introducir medidas de apoyo adicionales, como topes de precios o subsidios", añaden.
Bajo este panorama, los mercados financieros también reaccionarían ante cualquier perturbación aumentando las primas de riesgo, según el informe, lo que provocaría un aumento de los costes de los préstamos para algunos países, empeorando la valoración del riesgo de liquidez que evalúan en la agencia.
A estos movimientos en el mercado energético hay que sumar las posibles sanciones. "El impacto final de cualquier nueva sanción tanto para la UE como para Rusia vendrá determinado por los sectores a los que se dirijan, su alcance y el grado de coordinación entre los países occidentales", sostienen.
Según datos que publican en el propio escrito, Rusia es el quinto socio comercial de la Unión Europea y representa alrededor del 4% del total de las exportaciones de bienes del Viejo Continente. Eso sí, estas cifras son menores a las registradas antes de 2014, previas a la crisis de Crimea.
"Como consecuencia, se han impuesto nuevas sanciones comerciales y financieras por parte de la UE y Estados Unidos en caso de invasión no es probable que tengan grandes implicaciones económicas o financieras para la mayoría de los países de la UE. No obstante, los riesgos son mayores para los países bálticos y Finlandia, dada su proximidad física y sus los vínculos comerciales más fuertes con Rusia", explican.
Por último, un punto a analizar, en este sentido, es el de las consecuencias sobre el funcionamiento de las instituciones y la propia economía. Los expertos de Moody's apuntan a que los países de la Unión Europea están expuestos a posibles ciberataques que perturben el funcionamiento de infraestructuras digitales clave o campañas que ataquen al funcionamiento de las sociedades, como las de desinformación, intentos de alimentar el malestar civil o la interferencia política.
"Este tipo de riesgos se tiene en cuenta en nuestra evaluación de riesgo político para los soberanos más afectados, y la materialización de tales riesgos podría afectar negativamente a nuestra evaluación de la solidez de las instituciones y de la gobernanza y la fortaleza económica", exponen.
Por todo ello, ante un "muy improbable y extremo" estallido del conflicto armado, las consecuencias se podrían extender con rapidez entre los países de la Unión Europea, afectando en mayor medida a aquellos más cercanos a Rusia ya sea geográficamente o por historia. Los estados bálticos y Polonia tienen unas relaciones muy tensas con el Kremlin, lo que puede acrecentar esta situación.
En este contexto, se podría pensar que Estonia, Letonia y Lituania están más expuestas a no poder financiarse con tanta facilidad, pero estos expertos apuntan a su historial económico de adaptación a las sanciones, los esfuerzos previos para reforzar su seguridad energética, la presencia permanente de tropas de la OTAN y el hecho de que ya se tiene en cuenta en las evaluaciones crediticias el riesgo político como las causas que confirman un perfil de riesgo más 'estable'.
En Europa Central y del Este, los riesgos se relacionan más con lo comentado anteriormente, la energía. La alta dependencia de países como Hungría, Eslovaquia, República Checa y Bulgaria, que importan la totalidad o la gran mayoría del gas desde Rusia, condiciona su situación en caso de un hipotético estallido. Los tres primeros tienen grandes reservas en sus países que les podría ayudar a capear la situación temporalmente. Sin embargo, ninguno tiene una terminal de gas natural licuado (GNL) con la que poder importar este recurso energético de otros países.
Por último, en las grandes potencias de la UE, como Alemania, Austria, Italia y Grecia, la exposición a una interrupción del suministro energético es muy alta. "Las cifras disponibles en Eurostat hasta 2013 sugieren que alrededor del 60% del total de las importaciones de gas austriaco proceden de Rusia. Sin embargo, la menor cuota de dependencia de Austria del petróleo y el gas y la contribución mucho mayor de las energías renovables limitan los riesgos asociados", explican.
En cambio, según datos actualizados en Grecia la dependencia es del 26% del petróleo ruso y el 39% del gas, y en Italia estas cifras ascienden a casi la mitad de lo importado.
"El riesgo de que Italia, Grecia o Austria se enfrenten a amenazas de seguridad con un impacto crediticio negativo es muy limitado, principalmente por su ubicación geográfica en el sur y el centro de Europa", explican. A esto hay que sumar la facilidad de acceso a otros proveedores, como los del norte de África.