Según Deutsche Bank, ha aumentado el riesgo de escasez este próximo invierno
Alerta gasística en Alemania. El vicecanciller germano y ministro de Asuntos Económicos y Acción Climática, Robert Habeck, ha anunciado este jueves que el país teutón avanza al segundo escalón en su plan de emergencia gasístico, ya que el reducido flujo de gas procedente de Rusia está haciendo aumentar el temor a un invierno con falta de esta materia prima que genera tanta dependencia en Europa y Alemania.
El plan de emergencia menciona el siguiente requisito previo que debe cumplirse para declarar la fase de alerta: "Si hay una interrupción del suministro de gas o una demanda excepcionalmente alta de gas que está provocando un deterioro significativo con respecto al suministro de gas, pero el mercado sigue siendo capaz de soportar esta interrupción o de satisfacer la demanda sin necesidad de medidas no basadas en el mercado".
En las últimas semanas, Rusia ha reducido el gas que fluye hasta Alemania a través del gasoducto Nord Stream 1 y, según datos de Deutsche Bank, el abastecimiento de gas al país germano se ha situado recientemente un 60% por debajo del nivel de finales de mayo. El banco teutón avisa que los volúmenes de gas en el punto de transferencia de Waidhaus cayeron en dos tercios y que, además de Alemania, otros países como Francia, República Checa y Austria están sufriendo en sus carnes estos cortes de gas.
“No nos engañemos: estos cortes del suministro son un ataque económico del presidente Putin. Nos defenderemos de ellos, pero el camino que tendremos que andar no será sencillo: estamos en una guerra gasística, aunque no lo noten todavía”, ha afirmado con rotundidad Habeck en un comunicado, aunque ha asegurado que el suministro está garantizado.
Sin embargo, Deutsche Bank avisa que es posible que el país teutón enfrente una situación en la que haya falta de esta materia prima en el próximo invierno y pronostica que, si Rusia sigue cerrando el grifo del gas, “se vuelve más probable, incluso necesario, racionar el gas a los clientes industriales”. “Si se diera el caso de una falta de suministro de gas, aunque todavía no es el caso, sería imposible evitar una recesión en la industria manufacturera. Es más, el riesgo de una recesión económica en toda Alemania aumentaría significativamente”, sentencian.
De acuerdo con el artículo 24 de la Ley de Seguridad Energética alemana, la declaración formal de la fase de alerta es un requisito previo que permite a los proveedores de gas repercutir los precios más altos del gas en el mercado al contado con mayor rapidez (durante el periodo contractual) a los clientes privados y comerciales que en épocas normales.
Según datos de Deutsche Bank, los precios del gas en Europa han pasado de algo menos de 80 euros por megavatio hora el pasado 8 de junio a más de 120 euros por megavatio hora en los últimos días. “Es probable que la contribución de los precios del gas a la inflación de los precios al consumo en Alemania aumente todavía más”, explican. Cabe señalar que los aumentos de los precios de la energía en los hogares (incluidos el gasóleo y la gasolina) representaron más del 50% del IPC total alemán en los últimos meses.
El otro requisito previo es que la Agencia Federal de Redes declare formalmente una reducción sustancial del total de las importaciones alemanas de gas, lo que todavía no se ha producido. De hecho, según señala Deutsche Bank, mayo ha sido un buen mes en lo que a importaciones se refiere, ya que Alemania ha conseguido compensar parte de los volúmenes de gas ruso perdidos con mayores compras de otros países. “Los niveles de almacenamiento de gas en Alemania están actualmente cerca del 59% de llenado, un nivel más alto que en 2015, 2017, 2018 y 2021 en esta época del año”, afirman desde DB. Con todo, el ritmo se ha ralentizado en las últimas semanas.
Si Alemania puede seguir llenando los tanques de gas a la misma velocidad media que en los últimos días, explican los expertos del banco germano, los niveles de almacenamiento alcanzarán el objetivo del 90% en los próximos 100 días. Sin embargo, si los volúmenes de gas ruso siguen cayendo, será mucho más difícil llenar las instalaciones de almacenamiento antes de que llegue el otoño y, con él, la época de encender la calefacción en el país centroeuropeo; también aumentaría el riesgo, claro está, de que las reservas de gas se agoten más rápidamente durante los meses de invierno en caso de que Rusia continúe en esta línea.
MÁS CARBÓN
En los últimos días, Alemania anunció que trataría de compensar los cortes de gas ruso mediante la quema de carbón, que produce muchas más emisiones contaminantes, durante “un período de transición”. Habeck, miembro del partido ecologista alemán, definió la situación como un giro “amargo, pero indispensable” y una medida “necesaria para reducir el consumo de gas”. “Debemos hacer y haremos todo lo posible para almacenar la mayor cantidad de gas posible en verano y otoño. Los tanques de almacenamiento de gas deben estar llenos en invierno, es nuestra máxima prioridad”, explicó entonces.
En lo que va de 2022, el uso de gas natural para la generación de electricidad ya ha descendido un 14% interanual, mientras que se ha utilizado un 27% más de hulla y un 12% más de lignito. La energía nuclear ha descendido un 50% debido al cierre de tres centrales nucleares a finales de este año. Como consecuencia, explica Deutsche Bank, habrá que utilizar más carbón para la generación de energía, mientras que Habeck ha mencionado este jueves que las centrales de carbón de la reserva de seguridad volverán a la red.
De acuerdo con los datos de Gas Infrastructure Europe, a través de Aggregated Gas Storage Inventory (AGSI), muchos de los países del Viejo Continente están lejos de tener un volumen de gas adecuado para cuando llegue el invierno. Según estos datos, solo Portugal y Polonia superan el recomendado 80% de la capacidad y son, además, los únicos que se sitúan en niveles cercanos a un almacenamiento completo.
Por su parte, Dinamarca, República Checa y España se sitúan en torno al 70%, mientras que Alemania, Francia o Italia superan el 50%, una cifra a la que no llegan Países Bajos, Austria, Suecia (menos de un 30%) o Hungría, aunque estos últimos han conseguido desmarcarse del último paquete de sanciones comunitarias.
Deutsche Bank cree que un nuevo choque de suministro de las importaciones de energía rusa podría poner en primer plano la cuestión de la solidaridad europea en materia de gas. La normativa actual de la UE (reglamento 2017/1938 del Parlamento Europeo y del Consejo Europeo) incluye el principio de solidaridad como medio de último recurso para mantener el suministro de gas.
“En una primera etapa en forma de solidaridad basada en el mercado (ofertas voluntarias de los participantes en el mercado para atender la demanda de los países vecinos) y en una segunda etapa los Estados miembros están obligados a restringir el suministro a los clientes de su propio país que no estén protegidos por la solidaridad (véase FNB Gas)”, señala DB, al tiempo que subraya que, “hasta ahora, sólo un par de Estados miembros de la UE han firmado acuerdos de solidaridad con sus Estados miembros”.