Sus exportaciones mineras a China han permitido un crecimiento económico sostenido
¿Puede un país evitar una recesión económica durante 26 años? La respuesta es afirmativa. Y no se trata de un récord conseguido hace varias décadas, sino de un registro actual, que todavía está en vigor. Para desvelar el misterio, hay que mirar hacia el otro lado del mapa, ya que la respuesta está allí, concretamente en Australia.
El sexto país más grande del mundo por territorio (7,74 millones de kilómetros cuadrados) es también la decimocuarta economía más importante a escala planetaria, aunque cuenta con una población de tan sólo 25 millones de habitantes, de los cuales el 26% ha nacido fuera de su territorio, según datos del Australian Bureau of Statistics (ABS).
Precisamente el hecho de ser un país receptor de emigrantes supone una de las grandes fortalezas de la economía australiana, aunque también le genera ciertos problemas. En cualquier caso, tras un pasado en el que se incluye el vergonzoso trato a los aborígenes australianos, cuya población llegó a caer hasta 100.000 personas (aunque ahora ha subido hasta 400.000), Australia es un ejemplo de economía receptora de mano de obra extranjera que es integrada con un éxito notable.
La mayor parte de la población se concentra en las zonas costeras del sureste del país, donde se encuentran las grandes ciudades de Sydney (4,5 millones de habitantes) y Melbourne (4 millones), ya que la mayoría del resto del territorio es desértico.
El hecho de que Australia no haya caído en recesión no significa que no haya pasado por momentos complicados, como la crisis asiática de 1997 o el reciente desplome de las materias primas
Desde 1973, el país canceló la también bochornosa política denominada 'Australia Blanca', que sólo permitía la entrada de trabajadores 'occidentales', y apostó por promover la inmigración asiática mediante una política multicultural que ha permitido la entrada en el país de muchos emigrantes chinos, indios, filipinos, vietnamitas, sudafricanos y malayos.
El hecho de que Australia no haya caído en recesión no significa que no haya pasado por momentos complicados. Durante la crisis asiática de 1997 y en el comienzo de la gran crisis financiera de 2008, su PIB entró en contracción, pero esto sólo ocurrió durante un trimestre. Una recesión es considerada como tal cuando el PIB se contrae al menos durante dos trimestres consecutivos.
Sin ir más lejos, durante el tercer trimestre del año pasado, su PIB cayó un 0,5%, pero en el cuarto trimestre aumentó un 1,1%, para cerrar 2016 con un crecimiento económico del 2,4%, según confirmó la ABS. Durante los últimos años, el desplome del precio de las materias primas, sobre todo del mineral de hierro, ha sido uno de sus principales problemas.
Entre los hitos económicos que han permitido al país ocupar el segundo lugar en el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, sólo por detrás de Noruega, figuran la libre cotización del dólar australiano desde 1983, la desregularización del sistema financiero también en los años 80, la oleada de privatizaciones llevadas a cabo desde 1996 (sobre todo en el sector de las telecomunicaciones) o una gran reforma fiscal puesta en marcha en 2000.
Actualmente, su economía ocupa el puesto número 15 en el ranking 'Doing Business', lista elaborada por el Banco Mundial que asigna la facilidad para hacer negocios en las diferentes economías del mundo y que está encabezada por Nueva Zelanda (España ocupa el puesto 32).
EXPORTACIÓN DE MATERIAS PRIMAS
Sin embargo, el auténtico secreto que explica el milagro económico australiano, con un PIB per cápita de casi 47.000 dólares estadounidenses anuales, es su impresionante reserva de materias primas y su cercanía a China. Australia es una nación minera por excelencia y ha aprovechado el boom económico chino de las últimas décadas para impulsar sus exportaciones de manera notable, lo cual ha creado un crecimiento económico sostenido.
El país cuenta con los recursos económicos más grandes del mundo en oro, mineral de hierro, plomo, rutilo, circonio, níquel, uranio y zinc
El país cuenta con los recursos económicos más grandes del mundo en oro, mineral de hierro, plomo, rutilo, circonio, níquel, uranio y zinc. Además, se encuentra entre los seis primeros a nivel mundial por recursos conocidos de bauxita, carbón negro, lignito recuperable, cobalto, cobre, ilmenita, litio, magnesita, mineral de manganeso, plata, tántalo, tungsteno y vanadio.
En 2016, Australia exportó mineral de hierro por valor de casi 40.000 millones de dólares, carbon por 27.000 millones y oro por 13.500 millones. Las exportaciones a China supusieron 55.000 millones de dólares; a Japón, 19.000 millones; y a Corea del Sur, $11.000 millones. En conjunto, las exportaciones australianas alcanzaron los 160.000 millones de dólares el año pasado y han crecido un 3,3% anualmente desde 2011.
Además del mineral de hierro, Australia es el principal productor mundial de rutilo, circonio, bauxita e ilmenita, el segundo mayor productor de alúmina, oro, litio, mineral de manganeso, plomo y zinc, el tercer mayor productor de uranio y el cuarto más grande de plata, níquel y carbón negro.
POTENCIALES DEBILIDADES
En los últimos años, para reducir esta gran dependencia del sector minero, ha centrado sus esfuerzos en potenciar la innovación a través de la National Innovation and Science Agenda (NISA), dirigida a impulsar el emprendimiento en el sector tecnológico altamente cualificado.
Otra medida de las autoridades para impulsar el crecimiento ha sido el lanzamiento de un potente plan de infraestructuras, que ya ha acaparado la intención de grandes constructoras españolas como Ferrovial y ACS, presentes en el país a través de Broadspectrum y Cimic, respectivamente. Además, su apuesta por las energías renovables está siendo aprovechada por otras compañías como Elecnor y Acciona.
Tanto el FMI como la Reserva Federal de Australia han alertado sobre la excesiva dependencia de la exportación de materias primas y el peligro de una burbuja inmobiliara como los principales peligros
Entre sus potenciales debilidades, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha alertado recientemente sobre la dependencia del sector minero y el excesivo aumento del endeudamiento de los hogares, aunque la deuda pública del país se sitúa tan sólo en el 41% del PIB.
“Australia ha disfrutado de un robusto comportamiento económico pese a la caída de la inversión minera y del precio de las materias primas”, ha señalado el FMI, en alusión también a la excesiva dependencia de las exportaciones hacia China. Sobre todo después de que en los últimos años el gigante asiático haya cambiado su agenda de crecimiento hacia fomentar la demanda interna, lo que ha disminuido su demanda de materias primas y ha provocado un colapso en el precio del mineral de hierro.
En este sentido, el FMI ha afirmado que “el moderado impacto de los grandes shocks desde 2011 (caída de las materias primas) refleja la política monetaria acomodaticia, el tipo de cambio flexible (del dólar australiano), la orientación exportadora hacia la dinámica región de Asia, el mercado laboral flexible, un crecimiento relativamente alto de la población y fuertes instituciones”.
No obstante, el organismo también ha alertado de que “Australia se enfrenta a los síntomas de la nueva 'mediocridad', que incluye una menor tasa de crecimiento del PIB. Y con los tipos de interés bajos, los ya altos precios inmobiliarios y la deuda de las familias han comenzado a subir otra vez”.
En el mismo sentido, la Reserva Federal de Australia, el banco central del país, ha comentado en su último informe que “el balance de las familias y el sector inmobiliario” siguen siendo los principales factores económicos a vigilar. La entidad ha alertado sobre la “elevada deuda” de los hogares y el “débil crecimiento de los salarios”, una combinación problemática si los tipos de interés comienzan a subir para responder a cualquier shock económico.
Así que las autoridades económicas y monetarias deben seguir de cerca la evolución de estos problemas para que Australia siga batiendo records como el país del mundo que más tiempo ha estado sin sufrir una recesión. Sobre todo, evitar una burbuja inmobiliaria que pueda explotar y afectar al sector financiero.
Por el momento, las previsiones del FMI son optimistas, ya que anticipan un crecimiento del PIB anual en el entorno del 3% hasta 2022. Además de una potencial crisis inmobiliaria, el otro gran peligro, en este caso externo, para la economía australiana es un “duro aterrizaje de China”, algo que de momento no parece probable, pero que tampoco puede descartarse por completo. En el segundo trimestre de 2017, el PIB avanzó a un ritmo del 0,8%; y todo apunta a que Australia seguirá batiendo records en los próximos trimestres.