El Ministerio del Interior galo estima la participación en 283.000 personas
Las protestas por la subida del combustible en Francia de este sábado se han teñido de luto después de que una mujer que llevaba a su hija al médico en coche haya atropellado involuntaria pero fatalmente a una manifestante. La conductora se vio rodeada por unos 50 participantes en la protesta y, nerviosa por la situación, aceleró el vehículo de forma irreflexiva hasta llevarse una vida por delante. Asimismo, 227 personas han resultado heridas en una manifestación que se ha propagado por todo el país.
Los "chalecos amarillos", nombre que reciben quienes han acudido a esta manifestación por los chalecos reflectantes que deben llevar en sus vehículos, se han reunido en 2.000 puntos diferentes de Francia. Acusan al presidente del país, Emmanuel Macron, de abandonar a los ciudadanos más desfavorecidos.
A primera hora de la tarde de este sábado, 73 personas habían sido detenidas y algunos manifestantes todavía han continuado con las manifestaciones hasta entrada la noche. En algunos lugares, la policía utilizó gas lacrimógeno para despejar a las masas, como es el caso producido en la entrada de un túnel debajo de la montaña Mont-Blanc en los Alpes, y para hacer retroceder a los manifestantes cerca del Palacio del Elíseo en París y en el centro de Lyon, según Reuters.
Los manifestantes pidieron la dimisión del presidente y algunos han reclamado un incremento de su poder adquisitivo para poder hacer frente a la subida de los precios de los hidrocarburos.
Hasta el momento, Macron no ha comentado nada sobre las protestas, de las cuales algunas han sido convocadas, asimismo, para presionar al mandatario galo para que dimita, según la BBC. No obstante, el propio Macron admitió a principios de esta semana que no había "logrado reconciliar realmente a los franceses con sus líderes", al tiempo que acusó a sus oponentes políticos de apoyar las protestas con el objetivo de bloquear las reformas que el presidente francés quiere impulsar.
MOTIVO DE LAS PROTESTAS
Los transportistas franceses se han colocado en pie de guerra debido a la subida del precio del diésel, el combustible más utilizado en el país y que ha subido alrededor de un 23% en los últimos 12 meses a un promedio de 1,51 euros el litro. Se trata de su punto más alto desde principios de la década de 2000.
A pesar de que el precio del petróleo se está hundiendo desde primeros de octubre, no lo está haciendo así el del combustible en Francia debido a que el gobierno de Macron incrementó el impuesto a los hidrocarburos este mismo año con el objetivo de propiciar un aumento del consumo de vehículos más respetuosos con el medio ambiente en el marco de la ley de transición ecológica.
En consecuencia, esta carga impositiva aplicada a los carburantes causó una del litro de gasolina súper en 1,47 euros y el del gasoil en 1,48. De este modo, cuando un francés llena el depósito de su vehículo más de la mitad del precio que paga van a parar a las arcas del Estado.
Por si fuera poco, el Gobierno espera incrementar los precios a partir de enero del gasóleo, que subirá 6,9 céntimos, y de la gasolina, que aumentará en 2,9 euros.