Una recesión marcada por el enfrentamiento de una generación a la 'troika' europea
Ocho años, tres meses, diecisiete días y casi 300.000 millones de euros. Este ha sido el coste del rescate a una Grecia que consiguió este viernes firmar su libertad condicional. Atenas recuperará su soberanía financiera el próximo 20 de agosto, aunque Bruselas seguirá vigilando el compromiso de un país cuya crisis "acaba aquí en Luxemburgo", proclamó el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici.
Isla de Kastellorizo, 2 de mayo de 2010. El primer ministro Yorgos Papandreu protagonizaba un solemne discurso con referencias a la Odisea de Homero que aún guardan en el recuerdo los ciudadanos helenos. "Solicitamos de forma oficial a nuestros socios que activen el mecanismo de ayuda que permita reflotar nuestro barco", afirmó el mandatario. Las revisiones de Eurostat del déficit público hasta el 13,6% del PIB y los niveles de deuda hasta el 120% apenas 24 horas antes acabaron por dinamitar los mercados de deuda. Grecia se asfixiaba sin financiación y el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea (CE) y el Banco Central de Europa (BCE) aprobaban una inyección de 110.000 millones para acabar con el 'default' soberano.
"Solicitamos de forma oficial a nuestros socios que activen el mecanismo de ayuda que permita reflotar nuestro barco", Yorgos Papandreu
El Gobierno socialista del PASOK sufrió ocho huelgas generales en lo que restaba de 2010 mientras la recesión ennegrecía el panorama europeo y pedía el abandono de las políticas reformistas. De este modo, un 21 de julio de 2011, los 'hombres de negro' de los tres organismos al mando del préstamo iniciaron las conversaciones para abordar un segundo rescate con valor de 130.000 millones de euros y un vencimiento de tres años. Bajo unas condiciones de nuevos recortes y privatizaciones, el Ejecutivo socialista decidió convocar un referéndum popular para evaluar la propuesta del Eurogrupo, que finalmente no se llevó a cabo gracias a las presiones internacionales. Papandreu se vió forzado a dimitir y el tecnócrata Lukás Papadimos asumió el cargo.
Tras unos meses al frente del país, Papadimos decidió convocar elecciones en mayo de 2012. Unos comicios que no lograron conformar una coalición ganadora y que obligaron a los griegos a volver a las urnas en junio. Los resultados de este segundo voto fructificaron en un acuerdo entre el líder de Nueva Democracia, Antonis Samarás, el PASOK y la Izquierda Democrática. Syriza alcanzaba los 71 escaños como segunda fuerza política y el liderazgo de la oposición, mientras que los neonazis de Amanecer Dorado se alzaban como la tercera fuerza de la derecha griega con una histórica victoria en el archipiélago de Samos.
SYRIZA, VAROUFAKIS Y LA 'TROIKA'
El bienio 2013-2014 devolvió algo de tranquilidad a los mercados. La región alcanzaba un superávit primario y su economía comenzaba a expandirse de nuevo. Sin embargo, un Parlamento incapaz de elegir a un nuevo presidente convocaba elecciones anticipadas para enero de 2015. El candidato propuesto por Samarás, el conservador Stavros Dimas, obtenía el apoyo de 168 de los 300 diputados de la Cámara, doce menos de los necesarios.
El voto de enero mostró un cambio, un cambio histórico. La ultraizquierda de Syriza obtenía el 36% de los votos, por encima del 27,8% de Nueva Democracia y el 6,3% de Amanecer Dorado. Alexis Tsipras se convertía en primer ministro gracias al apoyo de Griegos Independientes (ANEL) con un mensaje claro y desafiante a Europa: la deuda no se paga.
“Lo que la 'troika' está haciendo con Grecia tiene nombre, es terrorismo”, Yanis Varoufakis
La respuesta fue inmediata, índices bursátiles en rojo y la prima de riesgo de nuevo disparada. Por aquel entonces el 'debe' griego ascendía ya al 175% del PIB y el nuevo Ejecutivo impulsaba medidas como la paralización de las privatizaciones, un sistema de sanidad universal y una paga extraordinaria a las pensiones mínimas. El rostro del ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, ocupaba la prensa de todo el mundo tras su primera reunión con el Eurogrupo y su propuesta de "matar a la troika". El FMI, el BCE y la CE conservarían desde entonces este 'mote'.
Sin embargo, la lógica se impuso a la utopía de Syriza y el país volvió de nuevo al borde de la quiebra. El aumento de la incertidumbre obligó a Europa a suspender toda ayuda restante programada para la región mientras el nuevo Gobierno no aceptara las condiciones de pago previamente acordadas o se llegara a un nuevo acuerdo. La idea de ver a Grecia fuera del euro comenzaba a sopesarse en Bruselas y la fecha límite para el trato era el 30 de junio de 2015.
El primer ministro griego confirmó su indiferencia ante las amenazas y convocó un referéndum para someter a la opinión pública la última oferta del Eurogrupo que se celebraría el 5 de julio. Cinco días fuera de tiempo. Ante estas circunstancias, el Gobierno heleno anunció la aplicación de un 'corralito', el cierre de los bancos y de la bolsa, con un resultado del voto que clamaba 'no' a las condiciones de la 'troika'
EL FRACASO POLÍTICO DEL TERCER RESCATE
Sin medidas de calado y un sistema al borde del colapso, el Gobierno se vio obligado a recular tan solo una semana después y solicitar un tercer rescate cuyas condiciones fueron mucho peores que las rechazadas con anterioridad. Una situación que dejó en evidencia el discurso revolucionario de Syriza y un método de negociación ridículo. A mediados de julio, Grecia recibía el 'ok' a otros 85.000 millones de euros, cuya entrega actualmente no se ha completado.
El 20 de agosto de ese mismo año, Tsipras renunciaba al cargo de primer ministro y convocaba elecciones para un mes mas tarde. Los resultados volvieron a dar la victoria a los radicales de la izquierda con un 35% de los votos, que renovaban su Gobierno con ANEL. Un Ejecutivo maniatado por la lupa del continente, que ha tenido que dejar atrás sus aspiraciones revolucionarias y someterse a la purga de su sistema financiero.