MADRID, 21 (EUROPA PRESS)
Los ocho meses de guerra abierta que el PSOE ha vivido desde el Comité Federal fratricida del 1 de octubre pasado que forzó la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general culminarán este domingo con unas primarias que se celebrarán sin un favorito claro.
Aunque se presentan tres candidaturas: Patxi López, Pedro Sánchez y Susana Díaz, sólo los dos últimos tienen opciones de ganar y representan cada una de ellos a las dos partes en las que está fracturado el PSOE: el proyecto más clásico de la presidenta andaluza, Susana Díaz, y la opción más radical que representa Pedro Sánchez.
El resultado de las elecciones generales del 26 de junio provocó una división en el PSOE entre aquellos que pensaban que con 85 diputados no se podía intentar formar gobierno y que era suicida someterse a unos nuevos comicios y los que, liderados por Pedro Sánchez, defendían explorar la formación de un Gobierno alternativo al PP y, si se demostraba imposible, ir de nuevo a las urnas.
La falta de acuerdo y el enfrentamiento entre los partidarios de una y otra postura se evidenció en un bochornoso Comité Federal el 1 de octubre, en el que la intención de Sánchez de convocar un Congreso extraordinario 'express' para elegir una nueva dirección del partido más cercana a sus intereses provocó un levantamiento de los barones, que concluyó con la dimisión de Sánchez después de que fuera derrotada su propuesta de adelantar el Congreso.
LA LABOR DE LA GESTORA
Ese mismo día se nombró una Gestora presidida por el presidente de Asturias, Javier Fernández, que planificó un periodo de interinidad más largo de lo normal con el objetivo de pacificar el partido y, al mismo tiempo, propiciar que la figura de Pedro Sánchez se fuera difuminando y cayera en el olvido.
Lejos de cumplirse ese pronóstico, Sánchez ha sabido erigirse en el portavoz de los militantes defraudados con el viraje que finalmente dio el PSOE --tras meses de insistencia en el 'no es no' a Rajoy-- permitiendo con su abstención una segunda legislatura con Rajoy como presidente de Gobierno.
Y es que Sánchez ha conseguido convertir su derrota en aquel Comité Federal en el principal activo de su campaña. Se ha presentado con éxito como el candidato de las bases frente a los aparatos y las cúpulas del partido y ha rentabilizado a su favor la abstención para que gobernase Rajoy, sobre todo tras las últimas investigaciones de corrupción que afectan al PP.
Contra todo pronóstico, Sánchez dio la sorpresa en la presentación de avales a su candidatura a las primarias, quedando a tan sólo 6.300 de los que recabó su principal rival, Susana Díaz. Y todo ello después de haber perdido los pocos apoyos que tenía entre los dirigentes territoriales del partido como la balear Francina Armengol, que pasó a apoyar la candidatura de Patxi López, la primera que se oficializó.
Tampoco parece haber penalizado a Sánchez el carecer del altavoz y la proyección de ser diputado en el Congreso, puesto que renunció a su acta horas antes de que el Grupo Socialista se abstuviera en la segunda votación de la investidura de Rajoy.
LAS DESAVENENCIAS EN EL GRUPO PARLAMENTARIO
Esa votación también generó fricciones en el seno del grupo parlamentario, con 15 diputados díscolos que votaron 'no' a Rajoy, y que fueron castigados con una multa de 600 euros. Algunos perdieron también las portavocías que ejercían en el Congreso.
Siete de los díscolos pertenecían al PSC, lo que abrió una crisis con la formación liderada por Miquel Iceta. Fue necesaria la creación de una Comisión bilateral formada por el partido catalán y representantes de la Gestora del PSOE para reconducir la situación.
Una entrevista a finales de noviembre entre Díaz e Iceta en Sevilla contribuyó a sellar la paz, con el catalán comprometiéndose a mantener una actitud neutral en unas futuras primarias. A pesar de ello, Sánchez barrió a Díaz en avales en Cataluña, con 6.058 frente a 974.