Sus controvertidos compromisos electorales dificultan mucho su vida en la Casa Blanca
Donald Trump comienza su etapa al servicio de los Estados Unidos. Tras más de dos meses de su victoria electoral, ha llegado el momento. El magnate neoyorquino deberá dirigir el país más importante del mundo desde la Casa Blanca ante las expectativas e incertidumbre de todo el planeta.
Trump tiene que abandonar el ‘veni, vidi, vici’ para entregarse a su transcendente tarea pública. Una labor que, a diferencia de su larga carrera empresa privada, será continuamente cuestionada por la ciudadanía para que cumpla con sus controvertidas promesas electorales y contará con la vigilancia de las dos cámaras legislativas para que cumpla con sus responsabilidades. Por ello, el 45º presidente de los Estados Unidos de América deberá ponerse ‘manos a la obra’ y afrontar los retos políticos que tiene por delante.
1. Unir a la sociedad. La ciudadanía de Estados Unidos está claramente fragmentada. Barack Obama intentó en sus ocho años de mandato derribar las barreras raciales y la gran diferencia de clases. Sin éxito.
Un escenario que se ha deteriorado aún más en la última campaña electoral. Trump ha realizado una estrategia basada en el ‘divide y vencerás’ y, como apunta Pedro Rodríguez, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Pontifica de Comillas, “ahora se encuentra con una profunda división política y polarización social”.
Un contexto que ha provocado que “a pesar de que el calendario político de Estados Unidos concede un margen de cien días como respetuosa tregua para los nuevos ocupantes de la Casa Blanca, Trump comienza su presidencia con sus índices de aprobación por debajo del 37%”, asegura el profesor.
2. Inmigración. El candidato republicano se ganó la simpatía de cierta parte del electorado con el mediático muro en la frontera con México y con sus constantes denuncias a la entrada de musulmanes al país. Una postura que parece complicada poner en práctica.
La realidad es que más de once millones de inmigrantes, la mayoría de ellos de nacionalidad mexicana, siguen en el limbo jurídico, tras la última resolución de la Corte Suprema, que rechazó su legalización. En un primer momento, Trump prometió deportarlos a todos, luego moderó su discursó y señaló que solo expulsaría del país “a aquellos que tuvieran causas pendientes con la justicia”.
La deportación masiva de este sector de la sociedad no le resultará fácil para el presidente, ya que tienen un papel destacado en la economía estadounidense, principalmente, por su rol “de mano de obra barata” que Trump, como magnate empresarial, conoce en primera persona.
3. Libre comercio. El nuevo presidente de Estados Unidos ha mostrado públicamente su oposición con el NAFTA (acuerdo de Estados Unidos con Canadá y México) y con el Acuerdo TransPacífico.
Trump se comprometió con gran parte de su electorado, las clases medias y los desempleados, a obligar a las empresas a fabricar en EEUU o, si no lo hacían, serían castigadas con elevados aranceles. Sin duda, una apuesta proteccionismo donde el próximo secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, tendrá un papel protagonista en este proceso.
4. Política exterior. Dos nombres marcarán este ámbito para Trump: Rusia y la OTAN. En primer lugar, el país que preside Vladimir Putin ha sido un enemigo histórico para los estadounidenses. Por primera vez, un inquilino de la Casa Blanca muestra abiertamente sus buenas relaciones con el Kremlin.
El magnate neoyorquino se ha mostrado ‘comprensivo’ con asuntos como la invasión rusa de Crimea o la actividad militar en Ucrania y en Siria. No obstante, la polémica sobre el 'hackeo' de Rusia de las elecciones de Estados Unidos ha hecho saltar todas las alarmas sobre el triángulo: Trump, Putin y, el próximo secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson.
Con respecto a la Alianza Atlántica, Donald Trump es partidario de obligar a los aliados a hacer más aportaciones económicas. Estados Unidos cubre más del 70% del presupuesto de la OTAN y el nuevo presidente considera este porcentaje excesivo y su recorte le ayudaría a cuadrar mejor sus cuentas públicas o realizar una mayor inversión en su ejército.
5. Estado Islámico y Siria. El terrorismo representa una de las mayores preocupaciones para los estadounidenses y, por supuesto, también para Donald Trump. El presidente electo es siempre uno de los primeros en reaccionar a las actividades terroristas, por ello, promete una lucha antiterrorista feroz a escala global.
El candidato republicano acusó a la anterior administración y a su rival, Hillary Clinton, de no mencionar “islamismo radical” al hablar del terrorismo, y que las operaciones militares no tengan un carácter más secreto para “no darle ventaja al enemigo”. Una declaración que apunta a un aumento en la ofensiva contra el Estado Islámico, principalmente, en Irak.
Por otro lado, los Estados Unidos de Obama no han sabido ofrecer una solución a la crisis humanitaria que se vive en Siria. Rusia y Al Assad han fortalecido su situación y la posición de Trump en este conflicto puede resultar decisiva, aunque habrá que ver con qué resultado.
6. Sanidad. Otra de las guerras de Trump es el Obamacare. El sistema de cobertura sanitaria que el presidente Barack Obama aprobó en 2010 siempre ha estado en entredicho. El líder de la nueva administración promete suprimirlo y poner en marcha otro, aunque como apunta el politólogo Ignacio Martín Granados, “nunca ha aclarado cuál será la solución, ya que carece de hoja de ruta y tiene como único objetivo desmantelar lo que realizó su predecesor”, destaca.
7. Cambio climático. Donald Trump no garantiza el cumplimiento del acuerdo que firmaron Obama y el presidente Xi Jinping en 2014 para reducir de manera drástica las emisiones contaminantes. Para el nuevo presidente de Estados Unidos, el cambio climático es un invento y el objetivo de este debate es favorecer los intereses de China.
8. “El enemigo o amigo asiático”. Donald Trump mantiene “una postura beligerante con respecto a China y considera que realiza una competencia desleal”, indica Martín Granados. Barack Obama y Hu Jintao, por entonces presidente chino, firmaron en 2011 acuerdos valorados en 45.000 millones de dólares. En 2017, China se encuentra entre los mayores tenedores de bonos de deuda americana, por lo tanto, lo postura de Trump es más que peligrosa y los encuentros y desencuentros entre ambas partes se antojan inevitables.
9. Europa. La Unión Europea vive en 2017 momentos de incertidumbre tras el Brexit y las posibles desconexiones de otros importantes países. Donald Trump ha mostrado su buena relación con los líderes euroescépticos. Además, de manera pública, el futuro presidente de Estados Unidos ha mantenido una postura muy crítica con la forma de abordar asuntos como la crisis refugiados. Su guiño a Putin, su apuesta por el proctecionismo y su continuas críticas a ‘la vieja política’ europea no han creado un buen clima con los representantes europeos.
10. Terminar sus cuatro años de mandato. Donald Trump ha abierto tantas brechas en su llegada a la Casa Blanca que sus enemigos estarán en alerta. “La principal hipótesis para que no cumpla su mandato es un juicio político (impeachmet) por cuestiones relacionadas con sus conflictos de intereses o seguridad nacional”, apunta Pedro Rodríguez.
Existe un elevado número de pronósticos sobre un final anticipado de la Administración Trump. No obstante, el profesor de relaciones internacionales de la Universidad Pontifica de Comillas valora que “al no ser un político convencional, él llega a Washington con una libertad y margen de maniobra mucho mayores que otros presidentes”. Todo dependerá si Donald Trump es capaz de hacer frente a esta lista de deberes a los que se enfrenta en su Gobierno.