La nota política | Tres temas que nos dejan las elecciones de 2015

Tras ganar Ada Colau en Cataluña, el globo soberanista se deshincha.

  • 'No está clara la contigüidad entre el PP y Ciudadanos'
Antonio Papell
Bolsamania | 25 may, 2015 14:03
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Tres son los grandes temas que nos dejan sobre la mesa las últimas elecciones municipales y autonómicas de 2015.

1. El poder decisorio de Ciudadanos

Podemos y el PSOE sí son partidos inequívocamente de izquierdas, aunque con matices muy diferentes.

Los pactos más previsibles, los que suscriban los viejos partidos con los nuevos (tampoco pueden descartarse los que firmen entre sí PP y PSOE, de un lado, y Podemos y Ciudadanos, de otro), tienen una variable aleatoria de muy difícil identificación: el papel que esté dispuesto a representar Albert Rivera, líder de Ciudadanos.

Durante la campaña, muchos análisis han cedido a una aparente simetría que probablemente no vaya a cumplirse por sistema: la cercanía entre Podemos y el PSOE tendría su contrapunto en la proximidad entre Ciudadanos y el PP. Podemos y el PSOE sí son partidos inequívocamente de izquierdas, aunque con matices muy diferentes, pero no está clara la contigüidad entre el PP y Ciudadanos. Albert Rivera se ha definido “progresista” en muchas ocasiones, y ya ha explicado con claridad que quien pretenda pactar con Ciudadanos tendrá que aceptar un código de regeneración política que incluye la apertura y democratización de la estructura de los partidos políticos, algo a los que el PP no parece muy dispuesto.

Además, es evidente que Ciudadanos no se echará en brazos de ningún partido (ni del PP ni del PSOE) porque sería fácilmente fagocitado por su socio. Negociará plaza por plaza, y no sólo con el PP. Ello abre un gran campo de incógnitas en aquellas instituciones en que su posición es determinante. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo. Y en la Comunidad Valenciana, donde será necesaria una combinación a varias bandas.

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2. Caras nuevas

Lo más oxigenante del cambio, que a fin de cuentas no ha sido capaz de alterar el hecho esencial de que PP y PSOE sigan siendo los principales referentes de la situación política (juntos representan al 52% del electorado), es el surgimiento de caras nuevas en la escena pública española.

Algunas maduras, con rostro ajado de severa dignidad, como la exjueza Manuela Carmena, probable alcaldesa de la capital del reino si “Ahora Madrid” pacta con el PSOE; otras jóvenes y democráticamente revoltosas, como Ada Colau, próxima alcaldesa de Cataluña al frente de Barcelona en Comú; Pablo Echenique, probable alcalde de la capital de Aragón por Zaragoza en Común; o Joan Ribo´, de Compromís, en Valencia.

La victoria de Ada Colau en Cataluña, podrá ser muy opinable ideológicamente pero es un fuerte varapalo a los soberanistas

3. Las buenas noticias

Las elecciones han deparado algunas buenas noticias, objetivamente hablando, desde el punto de vista de la integridad democrática y territorial de España.

La victoria de Ada Colau en Cataluña, al frente de un conglomerado radical de izquierdas que incluye a ICV, podrá ser muy opinable ideológicamente pero es un fuerte varapalo a los soberanistas que reconforta a quienes detestamos el nacionalismo identitario y secesionista. El propio Artur Mas dijo –hoy lo recuerda el director La Vanguardia- en el mitin de fin de campaña que ‘el proceso’ estaba en riesgo sin el respaldo de Barcelona. Pues bien: Barcelona no ha dado respaldo al ‘proceso’. Por lo demás, el PSC ha conseguido mantenerse como segunda fuerza municipal en Cataluña, por delante de Esquerra Republicana. El globo soberanista se deshincha.

En Euskadi, la buena noticia es la patada que los donostiarras han dado a EH Bildu, después de una legislatura de pintoresco fundamentalismo administrativo de los proetarras en la alcaldía de San Sebastián. Cumplido el sarampión social tras la legalización de la izquierda abertzale, las aguas vuelven a su cauce y el PNV, además de gobernar en San Sebastián y en Bilbao, toma el mando en las tres diputaciones forales. Las secuelas políticas del terrorismo empiezan a esfumarse.

Papell

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