Junts per Catalunya quiere amortizar al president y esperar a la sentencia firme del Supremo
El clima preelectoral en Cataluña es una evidencia después de que la batalla entre ERC y Junts per Catalunya de este lunes en el Parlament por el escaño del president de la Generalitat, Quim Torra, haya arrasado con lo que quedaba de entendimiento entre los socios de Govern. El problema es que nadie quiere dar el primer paso para disolver el gobierno zombi, ni los republicanos, cuyo objetivo es que se produzca el diálogo con el Ejecutivo de Pedro Sánchez y sacar réditos electorales, ni los junteros, que quieren comprar tiempo. Desde Moncloa observan los acontecimientos pero temen que las elecciones manden al traste la negociación y condenen los presupuestos.
Por este mismo motivo, el Gobierno extrema la cautela para no dar un paso en falso. El partido de Oriol Junqueras se ha hartado de declarar que su apoyo a la estabilidad de la legislatura -y a los presupuestos- se supedita a los avances en la mesa de diálogo con Cataluña, cuyo pistoletazo de salida oficial es la cumbre que Sánchez celebrará el 6 de febrero con Torra en Barcelona. Pese a la convocatoria oficial, fuentes próximas explican que el encuentro no está claro y en Madrid se mantienen a la expectativa de lo que ocurra en las próximas horas o días en Cataluña.
Torra, por su parte, considera que lo vivido el lunes en el Parlament es insalvable. “La división es pública, notoria y fuerte”, comentan a Bolsamanía desde el entorno parlamentario, después de que ’Esquerra’ se negara a desobedecer y acatara la decisión del Tribunal Supremo y de la Junta Electoral Central (JEC). La humillación va más allá de que pediera su acta de diputado y es que el Parlament, en manos del republicano Roger Torrent, dio la espalda al jefe del Govern. Los neoconvergentes trataron de salvar los muebles negándose a votar en la sesión plenaria del lunes, con tal de evitar la imagen de soledad del president y se habla de que JxCat podría forzar la destitución de los consellers republicanos, en especial el vicepresidente Pere Aragonés, que podría ser relevado por alguien del PDeCat. Algunas informaciones también apuntan a que los ‘junteros’ quieren dejar desierto el escaño de Torra, mientras ERC propone como solución que este vote en los plenos, pero que no se refleje en el acta.
Lo que parece claro es que, al contrario de lo ocurrido con otras brechas abiertas entre los partidos independentistas, no hay hilo ni aguja que cosa esta y la convocatoria de elecciones anticipadas proyecta una pesada sombra. Pero Torra debe contar con el papel del expresident Carles Puigdemont cuya estrategia es, según algunas fuentes, ganar tiempo para reordenar su espacio político y usar a Torra como punta de lanza en Cataluña. Es decir, acabar de amortizarlo mientras no llega la sentencia firme sobre su inhabilitación porque “saben que sus expectativas de voto no superarían a las de ERC”, explica un diputado a Bolsamanía.
No obstante, mantener la hegemonía en el independentismo no es fácil para el partido de Junqueras. En el entorno de los republicanos se asume que, de verse atrapados en una campaña electoral, aparecer en la foto junto al PSOE sin haber sacado jugo a la mesa de negociación y sin tener nada que presentar al electorado puede pasarles factura, por lo que deberán desmarcarse de los socialistas. Y esto quiere decir pausar la negociación y las cuentas del Estado. En última instancia, las elecciones se consideran una oportunidad, ya que dada la ventaja electoral que los sondeos le otorgan a ‘esquerra’, se barrunta un cambio de poder en la región, en que el president podría ser un republicano con el apoyo de los comunes y, tal vez, del PSC. Si todo sale según sus cálculos, la negociación podría seguir en manos de los republicanos.
CONVOCATORIA ELECTORAL O SENTENCIA FIRME DEL SUPREMO
Sin embargo, en este momento Torra sigue siendo presidente y así lo reconoce Moncloa. El reglamento de la cámara regional dictamina que el president de la Generalitat debe ser previamente diputado para que se pueda proceder a su investidura, pero no dice nada de que se deba abandonar la jefatura de la región si se pierde el escaño. Y la misma vicepresidenta primera, Carmen Calvo, ha defendido este extremo al recordar que Alberto Ruiz Gallardón fue presidente de la Comunidad de Madrid sin tener escaño.
El president sólo perderá el cargo con una sentencia firme del Tribunal Supremo sobre la condena a un año y medio de inhabilitación dictada en diciembre por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) por desobediencia. Pero mientras hace unos días estaba claro que este movimiento del Supremo era lo único que desembocaría en un proceso electoral en la región, ahora mismo “no se descarta que la convocatoria pueda llegar antes”, declaran fuentes conocedoras.
Lo que sí ha evidenciado el acatamiento de los republicanos de lo dictado por los tribunales y la JEC es que el ‘esquerra’ no está dispuesta a desobedecer, por lo que el resto de partidos se preparan para la contienda en las urnas cuyo punto de partida será una hipotética sentencia firme del alto tribunal.