las elecciones del 27S plantean una única incógnita: ¿conseguirá Junts pel Sí la mayoría absoluta?
Básicamente, las elecciones del 27S plantean una única incógnita: la de si la lista unitaria, formada por CDC, ERC, representantes de Omnium Cultural y de la Asamblea Nacional y por personalidades relevantes, obtiene o no la mayoría absoluta (68 diputados) de la cámara catalana, en solitario o con la colaboración de la CUP, que va en solitario a las elecciones.
Si los independentistas consiguen este objetivo, intentarán mantener su delirante hoja de ruta hacia la independencia, que arrancará con una declaración unilateral y que será lógicamente interrumpida por el Estado. Es pronto para aventurar qué hará el Gobierno en este supuesto (desde recurrir al TC hasta suspender la autonomía aplicando el artículo 153 CE: todo es posible).
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Si no consiguen la mayoría absoluta, como aseguran los últimos sondeos, el caos será mayúsculo.
Las encuestas sobre la situación en Cataluña son poco fiables por la singularidad de la consulta del 27S, que no forma parte de una serie que permita calibrar tendencias. En todo caso, la última publicada por los medios, aparecida en La Razón esta semana y elaborada por la empresa NC REPORT, sitúa la lista unitaria independentista lejos de la mayoría absoluta. Si a primeros de año CiU y ERC sumaban el 43,2% del voto válido (67 escaños en un parlamento de 135), ahora, unidas ambas formaciones en la lista “Junts pel si” apenas alcanzarían el 36,3%, lo que representaría 57 diputados.
Ciudadanos quedaría en segundo lugar, con 25 escaños. El PSC-PSOE tendría 16; “Cataluña sí se puede” (Podemos e ICV), 16; el PP, 12; UDC, 5 y la CUP, 4.
La gobernabilidad sería de una extrema complejidad, ya que los independentistas (lista única más CUP) obtendrían 61 escaños y los constitucionalistas (Ciudadanos, PSC, PP y UDC) 58
Si se confirmara esta hipótesis, la gobernabilidad sería de una extrema complejidad, ya que los independentistas (lista única más CUP) obtendrían 61 escaños y los constitucionalistas (Ciudadanos, PSC, PP y UDC) 58. Teóricamente, “Cataluña sí se puede” podría decantar la balanza a un lado o al otro pero no es tan sencillo por varias razones. En primer lugar, porque los constitucionalistas no son compatibles entre sí: es impensable que el PSC gobierne con el PP. Y en segundo lugar, porque los integrantes de la lista única, aglutinados por el objetivo independentista, no mantendrían su cohesión para la gobernación ordinaria de la comunidad autónoma.
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En otras palabras, descartada la posibilidad de la ruptura de Cataluña por el Estado por decisión expresa de los electores, la lista unitaria saltaría por los aires. Y el estallido sumiría en una profunda crisis a Convergència Democrática de Cataluña, cuyo líder, totalmente desacreditado, debería presentar la dimisión al frente del partido. Su balance habría sido catastrófico, tras llevar a su formación a la ruptura interna y despeñarla desde las proximidades de la mayoría absoluta a una minoría insignificante y al ridículo más estrepitoso.
Si tal sucede, ERC y CDC deberán ordenar sus efectivos en el nuevo parlamento, previa definición ideológica de los ‘independientes’ que figuran en la lista unitaria, muchos de los cuales dimitirán probablemente de su escaño (fueron llamados para la independencia, no para la gestión del país). Y con estos nuevos recuentos, quizá sea posible configurar una mayoría de gobierno, que será inevitablemente efímera. Porque, a la apostre, tras este gran desaguisado, habrá que convocar unas nuevas elecciones, ya con líderes renovados en CDC y ERC y con partidos reconstruidos.
Se pueden hacer más cábalas, pero conviene dejar que lleguen los acontecimientos con la fuerza implacable de la realidad.
Antonio Papell
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