No se entiende bien por qué Rajoy, amparado en la negativa de Sánchez, ha permanecido todo este tiempo ausente, sin reaccionar
Hoy se ha conocido por boca de un político lenguaraz que había sido recibido por el Rey en la ronda de consultas que el monarca pensaba desde el principio que el líder de la formación más votada debe intentar la investidura, por lo que Rajoy sería el designado por él mismo al concluir el protocolo preparatorio.
La decisión es realmente arriesgada, sobre todo porque Rajoy ha perdido un tiempo precioso, en el que hubiera podido forzar la maduración de una oferta razonable, de esas que son difíciles de rechazar por el destinatario...
Tesis compartida por Pedro Sánchez, y, también desde hoy mismo, por Mariano Rajoy, tras algunas vacilaciones que han trascendido (Moncloa veía muchos inconvenientes a una investidura de la que el candidato saldrá muy probablemente derrotado tanto en el primer intento, en que necesita la mayoría absoluta, como en el segundo, en que le es suficiente la mayoría relativa). Varios portavoces del PP han salido esta mañana a respaldar la tesis, e incluso han dado a conocer que Rajoy está ya muy ocupado en redactar su discurso de investidura. El ministro del Interior se ha apresurado a afirmar que él ya ha enviado material a su presidente.
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La decisión es realmente arriesgada, sobre todo porque Rajoy ha perdido un tiempo precioso, en el que hubiera podido forzar la maduración de una oferta razonable, de esas que son difíciles de rechazar por el destinatario, que en este caso es el PSOE, sin cuyo concurso, por acción u omisión, la pretensión de Rajoy es imposible. Una oferta basada, desde luego, en un gobierno compartido para un periodo de tiempo limitado –de 18 meses a dos años- en el que se reformarían la Constitución y la ley electoral, se procurarían algunos consensos básicos –el educativo fundamentalmente- y se trataría de encarrilar y resolver el conflicto catalán.
La decisión de Rajoy de guardar su propuesta para la investidura, tras un mes de holgazaneo intelectual, entraña el riesgo cierto de que, cuando los demás partidos han comenzado a acariciar una propuesta distinta que se va asentando poco a poco, el candidato sea ninguneado por la totalidad de la cámara, en términos incluso humillantes y en medio de una soledad aterradora, paliada tan sólo por la compañía insuficiente del pequeño grupo parlamentario del PP, que está a más de 50 escaños de la mayoría absoluta.
No se entiende bien, en todo caso, por qué Rajoy, amparado en la negativa de Sánchez, ha permanecido todo este tiempo ausente, sin reaccionar, anonadado por su propio resultado exiguo y sin reflejos para tomar la iniciativa.
Antonio Papell
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