Rajoy, Hollande, Merkel y Gentiloni debaten, en Versalles, sobre el futuro de la UE
Hollande fue el encargado de invitar oficialmente a Rajoy a la reunión del directorio europeo que se celebra hoy en el palacio de Versalles, a las afueras de París. Lo hizo en la reciente cumbre hispanofrancesa de Málaga del 20 de febrero, y lógicamente contaba con el acuerdo de Merkel, con quien Rajoy mantiene cierta proximidad personal. El ‘brexit’, que mutila la UE; la estabilidad política española –a pesar del año de provisionalidad- y la caída de Renzi en Italia explican la incorporación, hay que confiar que definitiva, de España al ‘directorio’ informal que marque la pauta de los países grandes de la Unión, se reúna en vísperas de los consejos y forme el núcleo duro de la iniciativa comunitaria. De momento.
La reunión del directorio, previa a la cumbre comunitaria de este jueves y viernes, es posterior a la publicación por la Comisión Europea y la ulterior presentación por Juncker ante el Parlamento de Estrasburgo de un “Libro Blanco sobre el futuro de la Unión Europea” que plantea hasta cinco escenarios distintos entre los que deberá optar la UE una vez que Londres haya abandonado el club.
La coyuntura europea es francamente crítica por una confluencia de razones adversas
La coyuntura europea es francamente crítica por una confluencia de razones adversas. El ‘brexit’ es, además de una tragedia rupturista, la constatación de un gran fracaso político porque la singularidad británica resalta la evidencia de una gran desafección de la ciudadanía con respecto a una UE que no ha sabido dar respuestas a la crisis, que ha rebajado considerablemente los niveles de prestaciones del estado de bienestar, que ha deteriorado la calidad de la democracia, que no consigue gestionar adecuadamente las consecuencias negativas de la globalización, que está contemplando impertérrita la proletarización de buena parte de la clase media y que no exhibe capacidad de liderazgo ni la más mínima ‘grandeur’ en las ideas y las propuestas. Además, el ‘brexit’ se ha vinculado a la hostilidad del nuevo mandatario americano, Donald Trump, hacia el proyecto europeo. Y peligran los equilibrios globales al cuartearse la OTAN y fisurarse el frente occidental frente a Moscú. Por último, penden sobre Europa graves amenazas políticas concretas: el populismo, de extrema derecha o ácrata, puede conseguir este mismo año posiciones relevantes en las elecciones en Francia, Holanda, Alemania y (probablemente) Italia; y parece evidente qeu la UE no resistiría sin romperse el acceso de Le Pen a la presidencia francesa, improbable pero no imposible en las actuales circunstancias…
El directorio ha tenido que confrontarse con las cinco opciones que propone la Comisión, y que van desde el regreso a una Unión económica, desprovista de contenido político, hasta una Europa federal, pasando por tres escalones intermedios: seguir como estamos en la actual ambigüedad calculada, optar por una UE capaz de avanzar a distintas velocidades, y europeizar lo europeizable pero a una única velocidad. Con toda probabilidad, los cuatro líderes optarán por avanzar a varias velocidades con la debida prudencia. Y por hacerlo en primer lugar en el terreno de la Defensa, ya que urge por distintas razones impulsar un poder militar europeo que avance paralelamente a la OTAN pero que exprese una identidad de criterios y de objetivos. Después, los progresos deberán lograrse en el terreno económico y financiero.
El avance o no de la amenaza del populismo dependerá de la capacidad de nuestras instituciones europeas y nacionales para corregir el rumbo
La UE ha fracasado en los últimos tiempos en su capacidad de englobar las aspiraciones colectivas de unas ciudadanías atemorizadas por la pérdida de una determinada idea de seguridad –empleo, protección social, estabilidad institucional-, al mismo tiempo que una crisis descomunal se abatía sobre nuestros países, no por alguna predestinación infausta sino por defectos evidentes del modelo neoliberal. De ahora en adelante, el avance o no de la amenaza del populismo dependerá de la capacidad de nuestras instituciones europeas y nacionales para corregir el rumbo. El directorio recién formado debería asumir un liderazgo claro, capaz de arrastrar al resto de los socios que este jueves y viernes se reunirán en Bruselas y recibirán probablemente de boca de Theresa May el anuncio definitivo de que el Reino Unido invoca el artículo 50 de los Tratados para abandonar la Unión.