En efecto, la investidura de Rajoy pone fin a la provisionalidad de este país y entroniza un gobierno en teórica plenitud pero la debilidad de la coalición PP-C's-CC
El abandono del escaño por Pedro Sánchez para no tener que abstenerse en la investidura de Rajoy ni que desobedecer a la gestora confirma una evidencia que ya era visible desde la implosión del Partido Socialista: ni aquel golpe de mano resolvió la seria división interna del PSOE ni la abstención acordada por el comité federal a instancias de la gestora será suficiente para facilitar del todo la gobernabilidad.
En efecto, la investidura de Rajoy pone fin a la provisionalidad de este país y entroniza un gobierno en teórica plenitud pero la debilidad de la coalición PP-C’s-CC en el actual parlamento dificultará el curso normal del proceso político, que seguirá estando en realidad en manos del PSOE. De un PSOE evidentemente fracturado porque 15 diputados no han acatado la directriz absentista impartida por la dirección provisional del partido.
Sánchez no sólo ha dimitido del escaño, un arriesgado sacrificio que le provoca una pérdida de medios y de visibilidad pero que le concede un plus de legitimidad a su posición: también ha anunciado que a partir del lunes comenzará un recorrido por las agrupaciones de su organización para recabar apoyos de las bases que le devuelvan al liderazgo, en el que ya le entronizaron una vez.
Sánchez no sólo ha dimitido del escaño, un arriesgado sacrificio que le provoca una pérdida de medios y de visibilidad pero que le concede un plus de legitimidad
Y ha reclamado la rápida celebración de un congreso que ponga fin a la provisionalidad de la gestora, que sin embargo piensa permanecer un largo periodo de tiempo para –se dice- permitir una sosegada reflexión. Esta evolución de la crisis socialista parece descartar la pacificación del PSOE a corto plazo, lo que hará muy difícil que la primera fuerza de oposición mantenga una actitud cooperativa con el gobierno de centro-derecha que, con sus 170 escaños de la investidura, necesita algún apoyo más para sacar adelante los Presupuestos y las leyes orgánicas de calado que se proponga promulgar. Porque, de momento, la única formación que podría plantearse colaborar con el PP en asuntos concretos es el PNV, que tiene cinco escaños en la cámara baja, y que tampoco completaría por sí solo la mayoría absoluta (no debería confiar mucho el PP en el PNV por un cúmulo de razones que son fáciles de colegir).
Algunos advertimos hace tiempo de que la solución al problema de gobernabilidad que plantearon los resultados del 20D y del 26J no se limitaba a la investidura, a la formación del gobierno: debía alcanzar al desarrollo de toda la legislatura puesto que las exigencias para la tarea legislativa son también muy estrictas –las leyes orgánicas requieren el voto afirmativo de la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados- y nada se resolvería entronizando a un gobierno que a la postre fuera incapaz de gobernar.
URGE ELABORAR LOS PRESUPUESTOS
Pues bien: infortunadamente, como Rajoy se teme con razón, esto es lo que está a punto de suceder porque la ruptura del PSOE es muy difícil de reparar –requerirá años volver a ‘coser’ el partido- y no parece que quienes de momento mantengan más o menos el control vayan a favorecer de algún modo al PP, estando como está Podemos al acecho para denunciar cualquier infracción de la supuesta ortodoxia.
En unas horas tendremos nuevo gobierno, seguramente semejante al anterior pero más y mejor adaptado a la necesidad de negociar
Así las cosas, la composición del próximo gobierno, los pormenores del nuevo equipo de Rajoy –que ahora debe adaptarse a las necesidades de negociación y pacto y a la voluntad de sus socios de Ciudadanos- adquieren un valor secundario puesto que lo realmente importante será cómo poner en marcha la maquinaria del Estado al ralentí. En concreto, urge elaborar los presupuestos del Estado, que hay que presentar cuanto antes a Bruselas y que deben incluir un recorte de 5.500 millones de euros… El PSOE tendría una ocasión de oro para influir cualitativamente en este asunto y desbrozar de paso el camino de la legislatura, pero es dudoso que Javier Fernández, quien ya ha advertido que la abstención y la cooperación han sido sólo para la investidura, se atreva a ir más allá.
Si no se encuentra una solución para el bloqueo, es probable que Rajoy opte por disolver prematuramente la legislatura (no hay que olvidar que en su discurso de investidura del miércoles mencionó por tres veces la idea de que al PP le hubiera resultado más rentable en términos electorales acudir a unas nuevas elecciones en lugar de someterse a este esforzado proceso de investidura). Si así fuera, la disolución podría tener lugar el 3 de mayo, como recordó hace poco el ministro García Margallo, ya que ese día se cumplirá un año de la anterior disolución, lo que constituye un condición ineludible según dispone el artículo 115.3 de la Constitución.
Sea como sea, en unas horas tendremos nuevo gobierno, seguramente semejante al anterior pero más y mejor adaptado a la necesidad de negociar muchas cosas y a la urgencia de incorporar nuevas generaciones. Pero este es otro asunto que analizaremos cuando llegue el momento.