... Y el efecto perverso de la moción de censura constructiva
Rajoy, con sus 137 escaños, a 39 de la mayoría absoluta, se ha ofrecido para encabezar una ‘gran coalición’ pero también –ha dicho- está dispuesto a gobernar en minoría. No sería la primera vez que un partido con minoría relativa forma gobierno, y el experimento ha funcionado bien, salvo el gobierno que formó González en 1993 que tuvo que disolverse anticipadamente en 1996 porque los sucesivos episodios de corrupción hicieron desistir a CiU de seguir sosteniendo al Ejecutivo.
Quienes presten sus votos para la investidura de un presidente en precario deben hacerlo sobre un pacto solemne que fije las principales actuaciones del nuevo gobierno
En la actualidad, para que Rajoy pudiera continuar en Moncloa, debería conseguir tan sólo un pacto de investidura. Tras el 26J, Rajoy podría obtener los 176 votos necesarios, por ejemplo, con sus 137 escaños más los 32 de Ciudadanos, los cinco del PNV, el de Coalición Canaria y el de Nueva Canarias, que se presentó en las listas del PSOE. Y una vez investido, debería ir abordando los distintos asuntos con el apoyo puntual que considerara más factible en cada caso…
LOS PELIGROS EVIDENTES
Esta fórmula tiene sin embargo peligros evidentes que conviene subrayar: el más grave es que la designación no resulta fácilmente reversible. Según el procedimiento constitucionalizado de moción de censura constructiva (art. 113.2 C.E.), la propuesta de moción, suscrita por al menos la décima parte de los diputados, “habrá de incluir un candidato a la Presidencia del Gobierno”. Si la moción obtiene mayoría absoluta, el nuevo jefe del ejecutivo queda automáticamente investido.
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De donde se infiere que para poner fin a un gobierno de Rajoy en minoría, no habría otro medio que el acuerdo de 176 diputados en torno a un candidato a presidir el gobierno… Es decir, haría falta la concordancia del PSOE, de Unidos Podemos y de alguna formación más… Algo que parece hoy muy difícil, si no imposible, con lo que el primer ministro tendría la permanencia asegurada, aun en caso de bloqueo de la actividad parlamentaria por falta de acuerdos…
La aventura de un gobierno en minoría puede, en definitiva, no ser tan buena idea como parece.
Lo más perfeccionado en términos democrático es el gobierno de coalición. Y en todo caso, quienes presten sus votos para la investidura de un presidente en precario deben hacerlo sobre un pacto solemne que fije las principales actuaciones del nuevo gobierno y evite la posibilidad de un bloqueo que sería muy negativo para la evolución del país.
Antonio Papell
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