Los expertos creen que hay razones para ser positivos a largo plazo y cautos en el corto
Japón está de moda. Desde que comenzó 2024, la fuerte rentabilidad lograda por el mercado nipón ha llevado al Nikkei 225 a superar el máximo de la era de la burbuja registrado en diciembre de 1989. La solidez de los fundamentales de las empresas, la mejora de las normas de gobernanza y la creciente demanda de los inversores extranjeros han estado detrás de estos buenos resultados. Pero ¿puede seguir avanzando la renta variable japonesa?
Es la pregunta que se hacen los inversores, temerosos de que un yen débil ponga fin al impulso positivo de las acciones y para la que los estrategas de BlackRock lanzan alguna pista.
"El repunte es una señal de que la confianza de los inversores está mejorando. Y un yen más débil no cambia las razones detrás de nuestra postura positiva. Seguimos sobreponderando las acciones japonesas en un horizonte táctico de seis a doce meses", comentan.
De hecho, han sido varios los factores que han contribuido a la reciente fortaleza de la bolsa japonesa, entre ellos el aumento de los beneficios y la mejora de los fundamentales empresariales.
"En general, los beneficios de las empresas japonesas han ido en la dirección correcta, y en la última temporada de resultados trimestrales se han producido numerosas revisiones positivas de las previsiones de beneficios. En conjunto, esto ha significado que los beneficios también han alcanzado máximos históricos y se prevé que esto continúe en los próximos años", explica Masaki Taketsume, gestor de fondos de renta variable japonesa de Schroders.
Los resultados de las empresas nacionales han sido sobresalientes, y muchas de ellas han mostrado una fuerte demanda y signos de haber recuperado el poder de fijación de precios por primera vez en décadas.
Si a esto se añade la mejora del poder adquisitivo de los consumidores gracias a los aumentos salariales, "se espera que los beneficios empresariales crezcan a buen ritmo", matizan desde Schroders.
Asimismo, y gracias a los esfuerzos de la Bolsa de Tokio, se han seguido implementando reformas en el ámbito de la gobernanza empresarial, que están suscitando un creciente interés en la comunidad inversora mundial, tras un largo periodo de apatía exterior hacia la renta variable japonesa.
"Se están arraigando reformas corporativas favorables a los accionistas, y las iniciativas gubernamentales para alentar a más ahorradores nacionales a invertir podrían impulsar los flujos hacia las acciones japonesas. También vemos megafuerzas (grandes cambios estructurales que impulsan los retornos) que crean oportunidades a largo plazo en Japón. Por ejemplo, la población lleva muchos años envejeciendo. Eso ha impulsado los esfuerzos para adoptar la automatización y aumentar la productividad", indican en BlackRock.
"Las recompras de acciones, en particular, han seguido aumentando a medida que el mercado ha subido y esperamos que esto continúe a medida que más empresas se vean obligadas a mejorar sus rentabilidades y hacer frente a su persistente infravaloración", señala Taketsume.
Entonces, en medio de este escenario, ¿deberían recoger beneficios los inversores?
"Quizás haya motivos para la cautela a corto plazo, dada la velocidad y la naturaleza del reciente repunte. Los valores de gran capitalización, que gozan de amplia liquidez, han seguido obteniendo mejores resultados. Como resultado, las valoraciones de muchas grandes empresas, especialmente las del índice Nikkei 225, se han ampliado un poco. Esperamos que el liderazgo del mercado japonés se desplace hacia las empresas medianas y pequeñas", responden desde Schroders.
A pesar de estas vulnerabilidades a corto plazo, los expertos destacan varias razones para creer que se puede haber entrado en un periodo de rentabilidad superior sostenida a largo plazo del mercado bursátil japonés.
"Japón ofrece una de las oportunidades más atractivas del mundo, si no la más atractiva. Esto se debe a la solidez de los fundamentales empresariales, la presencia de una inflación positiva y la recuperación de la capacidad de fijación de precios de muchas empresas japonesas", subraya Taketsume.
Mientras tanto, es probable que las reformas de la gobernanza empresarial sigan siendo un motor estructural, con inversores, empresas y reguladores "trabajando juntos" para elevar los niveles de gobernanza, mejorar los beneficios y reforzar las perspectivas de crecimiento.
Además, se ha producido una afluencia de pequeños inversores japoneses al mercado en el marco del renovado plan de exención fiscal conocido como NISA (Cuenta de Ahorro Individual Nippon) para inversores particulares.
"La combinación de estos factores ha renovado el interés de los inversores internacionales por las acciones japonesas. Esta demanda debería seguir creciendo a medida que se comprenda mejor la positiva historia nacional. La valoración global del mercado parece razonable, pero oculta una considerable divergencia entre las grandes empresas, que han alcanzado un precio relativamente alto, y las pequeñas, donde las valoraciones son, en general, mucho más atractivas", remarcan en Schroders.
El pasado mes de marzo, el Banco de Japón (BoJ) aprobó su primera subida de tipos de interés en 17 años, para situarlos entre 0 y 10 puntos básicos, marcando así el fin de la última política de tipos de interés negativos que quedaba en todo el mundo.
A pesar de la importancia de la medida, los mercados financieros no mostraron una reacción especialmente acusada. El rendimiento de la deuda pública japonesa a diez años se mantuvo prácticamente sin cambios, aunque el yen se depreció aún más.
"El debilitamiento registrado por el yen tras la medida adoptada por el Banco de Japón es una señal de que la institución continúa estando por detrás del resto de los bancos centrales en lo que se refiere al endurecimiento de su política monetaria", aseveran en Capital Group.
En este sentido, desde la firma creen que el BoJ se enfrenta a un difícil equilibrio. Por un lado, desea evitar la inestabilidad de los mercados financieros y, por otro, necesita realizar cambios en su política tras alcanzar su objetivo de inflación.
"En la actualidad, la entidad da prioridad a la estabilidad de los mercados financieros. Sin embargo, el mantenimiento de la expansión cuantitativa y la falta de claridad sobre la función de reacción del banco central podrían impedir que los mercados intenten impulsar al alza los rendimientos de los bonos. En ese caso, no hay muchos motivos para que el yen suba", agregan en la gestora.
Del mismo modo, el yen también podría verse afectado por factores externos, puesto que el aumento del diferencial de rendimiento entre Japón y Estados Unidos ha sido una de las variables que más ha contribuido a la debilidad de la divisa.
Por lo tanto, "si la Reserva Federal comienza a recortar los tipos de interés antes de lo esperado, el yen podría fortalecerse. Así ocurriría si Estados Unidos entrara en recesión, lo que podría provocar una repatriación de fondos hacia el yen y ejercería una importante presión bajista sobre la divisa", concluyen en Capital Group.