La historia nos enseña que, salvo que seas un gran banco central, enfrentarse a los mercados suele ser muy mala idea. Y es justo lo que está haciendo Recep Tayyip Erdogan, el presidente de Turquía, con su respuesta populista a las crisis que amenaza con llevarse a su país por delante, con un impacto muy duro en el sistema financiero mundial. Salvo que asuma la realidad, y pronto, el desastre será inevitable.
Ni echar la culpa al enemigo exterior -Estados Unidos, los especuladores...- de querer atacar a tu país, ni las soflamas populistas -"ellos tendrán los dólares pero nosotros tenemos a Alá"-, ni las peticiones de ayuda disparatadas -que todos los turcos cambien sus dólares y su oro por liras- van a salvar a Turquía del desastre. Cuando el mercado se te pone en contra, no hay forma de salvarte salvo pasar por el aro y adoptar las dolorosas recetas para salir de una crisis tan grave.
Ni siquiera la poderosa Gran Bretaña fue capaz de resistir el ataque a la libra de un solo inversor (George Soros) en 1992. Mucho menos han podido naciones como Argentina, los otrora conocidos como tigres asiáticos, Grecia, Irlanda o incluso España (en 2012). Porque los mercados no atacan al azar, sino a aquellos países que atraviesan situaciones de gran debilidad, como fueron todos esos casos y como es el de Turquía en estos momentos.
Solo son capaces de vencer la presión de los inversores la Reserva Federal y el BCE. El "whatever it takes" de Mario Draghi en 2012 evitó que España saliera del euro, pero no sin que nuestro país tuviera que adoptar medidas drásticas: pedir el rescate a Europa para las cajas y las condiciones de política económica a que estaba sujeta esta ayuda.
PARA ERDOGAN, ES MEJOR HIPERINFLACIÓN QUE SUBIR TIPOS
Ahora, en cambio, Erdogan se niega a pedir el rescate o a subir los tipos de forma contundente, la primera receta en una crisis de divisas como la actual. No hacerlo probablemente desembocará en una hiperinflación en Turquía, pero "Erdogan prefiere eso a subir tipos", explica un analista experto en estas situaciones. "Si encarece el crédito, la economía se estancará y la gente se empobrecerá, y como él será el responsable, todos se volverán en su contra. Pero si no sube tipos y viene una hiperinflación, podrá culpar a los mercados y a Trump".
La única opción que le queda es el control de capitales, que comenzó el miércoles con la imposición de límites a los bancos extranjeros para ponerse bajistas (vender) liras. Como seguramente no será suficiente, es posible que tenga que cerrar del todo el cambio de divisas (e incluso establecer un corralito), lo que impedirá que los inversores extranjeros salgan de un país el grueso de cuya deuda está denominada en dólares y euros. Algo que puede desembocar en el mayor 'default' de la historia, según algunos gurús. Por no hablar del posible contagio a otros países emergentes.
Si Erdogan no da su brazo a torcer, mantiene su discurso populista y sigue anteponiendo su permanencia en el poder a la resolución de la crisis, todo acabará saltando por los aires. El riesgo es demasiado alto como para que las instituciones internacionales tomen cartas en el asunto cuanto antes.