Desde MFS advierten que los inversores deben contar con que habrá subidas de tipos
Un contexto macroeconómico que dependerá de las sanciones y la respuesta del Kremlin, un mercado de renta fija que aumentará en rentabilidad y una mayor volatilidad del mercado general, aunque sin cambios en la política monetaria hasta ver el impacto del conflicto en el crecimiento económico mundial. Estas son las principales conclusiones del análisis de Pilar Gómez-Bravo, directora de renta fija de MFS, sobre la situación actual de la economía en el mundo tras el conflicto bélico en el este de Europa.
“No ha acabado la pandemia cuando ya tenemos una fuerte inestabilidad geopolítica proveniente de la invasión de Ucrania por parte de Rusia”, afirma en su último informe, añadiendo que la guerra “ha planteado muchos interrogantes acerca de las repercusiones de un conflicto geopolítico para el crecimiento, la inflación y los mercados en todo el planeta”.
Puede consultar aquí el directo especial de 'Bolsamanía' sobre la guerra.
En este contexto, la pregunta clave para esta experta es si la repercusión del conflicto bélico en el este de Europa y las posteriores sanciones impactarán en el crecimiento económico mundial hasta desplazar a la inflación como la principal preocupación. De hecho, este frenazo en la evolución del producto interior bruto (PIB) sumado a unos precios que están disparados (a causa principalmente de la energía) están levantando de nuevo los temores a que se produzca una estanflación en todo el mundo.
“Estas perturbaciones exógenas en la oferta no deberían hacer reaccionar a los bancos centrales, aunque al inicio de la crisis la elevada y persistente inflación ya resultaba molesta”, afirma Gómez-Bravo, aunque admite que la magnitud de las consecuencias de la guerra y las sanciones “está por ver” y dependerá de la duración del conflicto y de la dureza de las medidas contra Rusia.
“El crecimiento mundial exhibía unas bases muy sólidas antes de la guerra en Ucrania. Ahora el riesgo principal es el fuerte encarecimiento de las materias primas, que en el peor de los casos podría desencadenar una recesión en todo el planeta”, explica.
“La estanflación constituye una preocupación real para la zona euro”, advierte esta experta, que ve cómo la reducción de la renta disponible real a causa del especial aumento de los precios por la energía desembocará en la destrucción de la demanda, cobrando vital importancia los análisis de los indicadores de confianza empresarial y del consumidor de marzo para valorar la magnitud de las perturbaciones en la demanda.
“La estanflación, por lo general, resulta poco propicia para los activos nominales a largo plazo y no suele propiciar rentabilidades reales positivas ni en la renta fija ni en la variable, sobre todo cuando se parte de niveles de valoraciones elevados”, señala.
En este contexto se desarrollarán los procesos para finalizar con los programas de compras de activos de emergencia en caso de pandemia (PEPP, por sus siglas de inglés) y el programa de compras de activos (APP, por sus siglas en inglés). “Podrían introducirse nuevas herramientas de política monetaria para afrontar cualquier posible fragmentación en la zona euro (como costes de financiación en los países periféricos mayores que en los países del núcleo central) o un endurecimiento injustificado de las condiciones financieras”, señala.
En cambio, al otro lado del Atlántico la situación es bien distinta, ya que la economía estadounidense partía, según el informe, de una situación de sobrecalentamiento de la demanda y una brecha de producción positiva, razón por la que muchos consideran que la Reserva Federal (Fed) va con retraso para drenar la liquidez del sistema y endurecer las condiciones de financiación para afrontar la inflación.
“EEUU redujo su dependencia energética gracias a la revolución del petróleo de esquisto, si bien sigue importando ciertos tipos de petróleo más adecuados para sus refinerías”, explica Gómez-Bravo, que destaca que la economía estadounidense también exporta petróleo en estos momentos.
“Con los tipos tan bajos, un balance del banco central americano tan abultado y la alta inflación, no vemos otra opción que no sea la de que la Fed continúe por esa senda”, prevé.
“El conflicto actual de Ucrania ha vuelto a poner en el foco las intenciones de China con respecto a Taiwán. Aunque podría producirse una intervención, creemos que se trata de un riesgo a medio plazo, no inmediato. Entretanto, China sigue relajando su política para apoyar su flojo crecimiento y es probable que el país dé un mayor impulso a las medidas de relajación de la política monetaria y fiscal”, indica Gómez-Bravo. En estos momentos, la potencia asiática es de los pocos países que sigue prestando estímulos monetarios y liquidez a su economía.
Mientras, los casos de Covid-19 y la política de cero positivos han vuelto a frenar en seco a varios centros financieros importantes de la potencia asiática. La guerra en Ucrania no hace más que exacerbar esta situación, tal y como recoge el informe de la experta, dado que genera inestabilidad en cuando a los suministros energéticos.
Al final, la guerra ha enturbiado toda la economía, llegando hasta los mercados de renta fija. La volatilidad, medida por el índice MOVE, se ha disparado hasta niveles casi tan altos como los registrados en marzo de 2020, los peores momentos de la pandemia.
“En términos comparativos, pese a ser elevada, la volatilidad de la renta variable, medida por el VIX, sigue siendo débil. Aunque los mercados bursátiles de los países desarrollados han caído de forma generalizada, a nadie le sorprende que los europeos hayan llevado la peor parte del impacto y estén rozando el territorio bajista”, sentencia.
Los bonos soberanos y corporativos de los mercados emergentes siguen amortiguando bien el impacto de las sanciones, pero las continuas salidas de capital de la clase de activos podrían provocar un mayor contagio y los mercados siguen siendo prudentes sobre unas sanciones que vayan más allá.
En cuanto a los mercados de bonos corporativos de alto rendimiento, los estadounidenses se han comportado mejor dada la solidez ya comentada de su economía. “La ampliación de los diferenciales que hemos visto en el alto rendimiento estadounidense en lo que va de año no se ha debido en su mayoría al conflicto entre Rusia y Ucrania, sino a la inquietud por que la Fed actúe con demasiada contundencia y cometa errores en su política monetaria”, asegura.
Por otro lado, los mercados de bonos corporativos europeos han sido los más perjudicados por la caída de la demanda y los mayores costes de los insumos. “La capacidad de las empresas para repercutir los incrementos de costes subiendo los precios, como han podido hacer hasta ahora, plantea dudas, dada la rebaja de la renta real. Los emisores de alto rendimiento europeos están más expuestos a las subidas de costes y, en muchos casos, directamente a las regiones más afectadas por el conflicto militar”, explica.
En cuanto a la gestión de las carteras, en función de lo que dure la guerra y las sanciones, se deberá tener en cuenta también el impacto en el crecimiento, la inflación y el posicionamiento. Por tanto, sigue siendo importante fijarse en los indicios de tensión.
“Los riesgos geopolíticos resultan difíciles de calibrar y nunca se descuentan plenamente. En esta situación, la principal prueba de tensión consiste en examinar lo que ocurre cuando las sanciones van a más. Para ello hay que buscar los eslabones débiles y tratar de calcular qué grado de exposición al riesgo de contrapartes podría provocar un evento sistémico”, concluye.