En el verano anterior al referéndum ilegal del 1 de octubre, cuando se les preguntaba a los analistas e inversores internacionales por este asunto, contestaban: "A nadie le importa Cataluña, lo que preocupa en la City es Podemos". Luego sí les importó un poco, pero el 155 calmó los ánimos y se han vuelto a olvidar de la cuestión catalana, como han confirmado en el reciente Spain Investor's Day. Pero el temor a Podemos no ha hecho más que crecer por su influencia en el Gobierno de Sánchez. Por lo que su crisis actual -que puede ser terminal- supone un alivio. ¿Y Vox? Preocupa mucho menos, al menos de momento.
La influencia de Podemos en el Ejecutivo llegó a provocar gran inquietud este verano en la banca privada, por su exigencia de acabar con las sicav y la deducción de los planes de pensiones, aunque al final se quedó en nada. También se ha plasmado en la fuerte subida de impuestos que contiene el proyecto de Presupuestos de 2019: tasa Tobin, tasa Google, IRPF, Sciedades, Patrimonio, diésel, etc. Y, de forma recíproca, en el desmadre del gasto público que contienen las cuentas, incluyendo un alza de las pensiones que incrementará aún más el agujero de la Seguridad Social.
Huelga decir que ninguna de estas medidas es del agrado de los inversores o los mercados. Si al final salen adelante -lo cual depende de los independentistas catalanes-, incrementarán de nuevo el déficit público después de tantos años de reducción y lo que ahora es una desaceleración podría convertirse en recesión. Y eso, sin contar con que algunas facciones de Podemos (como En Marea), se niegan a apoyar los Presupuestos si no se destina más inversión a Galicia, es decir, se aumenta aún más el gasto.
Y no solo se trata de su influencia actual, sino del temor a la futura. Aunque en las encuestas está de capa caída, en el mundo financiero pone los pelos de punta la posibilidad de un Gobierno que adopte medidas de cariz socialista al estilo venezolano. Este temor ha pesado incluso en la decisión del Banco Santander de dar marcha atrás en el fichaje de Andrea Orcel.
Por tanto, que el partido de Pablo Iglesias se deshaga en luchas internas, como la de Andalucía o la más grave de Madrid con la 'traición' de Íñigo Errejón, es una buena noticia para los mercados.
VOX NO INQUIETA, PERO CUIDADO SI ES DECISIVO PARA EL GOBIERNO
La pregunta que surge a continuación es si al mercado no le preocupa otro partido populista del extremo contrario: Vox. De momento, inquieta mucho menos, e incluso suenan bien sus propuestas económicas. Los partidos de extrema derecha en Europa se dividen entre los que tienen postulados liberales y los intervencionistas (que son la mayoría), y Vox se ha alineado con los primeros. Además, no nos engañemos, su discurso sobre Cataluña, el Estado de las autonomías o la inmigración tiene cierta aceptación entre los integrantes del mundillo financiero español.
Ahora bien, si Vox se convierte en pieza clave para el Gobierno central como lo es en el de Andalucía, entonces sí puede suponer una fuente de incertidumbre. Puede empezar a plantear exigencias que cuestionen consensos arraigados o la propia arquitectura institucional, con la consiguiente desestabilización del país. Y no hay nada que odien más los mercados que la incertidumbre.