Harry Browne propone la construcción de una cartera permanente
El último trimestre de 2015 y el comienzo de 2016 han dejado patente que la renta variable no es apta para cardíacos. La volatilidad se ha adueñado de un mercado acuciado por las dudas en torno al crecimiento mundial, con la ralentización de China como telón de fondo, con unos precios del petróleo que dan serios dolores de cabeza a los inversores y, en el caso de España, con incertidumbre política. ¿Cómo sobrevivir a este escenario?
Victoria Torre, responsable de producto de SelfBank, mantiene que, si analizamos el comportamiento de las bolsas a largo plazo, "podemos advertir que de forma cíclica se producen grandes oscilaciones y que los periodos de bonanza se pueden alternar con importantes bajadas". En este sentido, algunos inversores de renombre como Warren Buffett, se decantan por el largo plazo, ya que los mercados son eficientes sólo cuando tenemos en cuenta un periodo de tiempo lo suficientemente amplio.
Una de las opciones más interesantes para aprovechar las inversiones en este plazo es la fórmula inventada por Harry Browne, un asesor financiero que hizo una fortuna en los años 70 especulando en los mercados financieros. Este inversor dedicó sus conocimientos económicos a desarrollar un método de inversión que fuera seguro, rentable y sobre todo estable: la Cartera Permanente.
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Existen cuatro fases predominantes en la economía: prosperidad, inflación, deflación y recesión
Browne identificó cuatro fases predominantes de la economía, de forma que para estar protegido ante cualquier circunstancia todo inversor debería contar en su cartera con al menos un activo que se comportara especialmente bien en cada uno de ellas. De esta forma las elevadas ganancias de un activo en su estado económico idóneo compensarán sobradamente las eventuales pérdidas de los otros tres. Estas fases macroeconómicas son:
1. Prosperidad: el PIB aumenta, se abren negocios, el paro se reduce, el sistema financiero funciona adecuadamente… En este período el activo que mejor funciona son las acciones, cuyo valor aumenta a un ritmo mayor que el de la economía.
2. Inflación: en períodos inflacionarios los precios crecen más que la economía, mientras que el dinero en efectivo pierde valor. En esta etapa, el oro es la estrella, de forma que su cotización crece, convirtiéndose en un valor refugio.
Se compone únicamente de cuatro activos: acciones, oro, bonos y dinero
3. Deflación: sería una situación contraria a la de la inflación, en la que los precios caen de forma continuada, lo que puede llevar a una situación de depresión de la economía si la situación se alarga mucho en el tiempo, ya que los consumidores e inversores no comprarán (esperando que los precios desciendan más). Los tipos de interés se reducen y los precios de los bonos aumentan, favoreciendo la inversión en este tipo de activos.
4. Recesión: cuando se produce un período de recesión, el crédito desciende y con ello la cantidad de dinero en circulación. Se incrementan las dificultades para vender, muchos activos no encuentran compradores y ven cómo su precio se desploma. En esta situación, disponer de dinero en efectivo resulta muy interesante, ya que podremos adquirir bienes con un coste muy bajo.
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CONSEJOS PRÁCTICOS SOBRE LA CARTERA PERMANENTE
La cartera propuesta por Harry Browne se compone únicamente de cuatro activos: acciones, oro, bonos y dinero. Este experto aseguró las inversiones deberían repartir de forma equitativa entre estas cuatro clases de activos, es decir, al 25% cada uno. Por otro lado, Browne senaló que la cartera se mantendría a largo plazo, con pocos cambios, para minimizar las comisiones.
Además, precisó que las modificaciones que se realizan son para rebalancear la cartera, es decir, para ir ajustando el peso de cada activo al porcentaje del 25%, ya que, debido a las variaciones en los precios de los mismos, sus porcentajes van cambiando.
Por último, Harry Browne recomendaba revisar la cartera una vez al año y rebalancear únicamente si alguno de los activos superaba el 35% del peso total o era inferior al 15%, en cuyo caso vendería el primero y compraría el segundo hasta dejar ambos en el 25%. En caso contrario, no se haría nada. De esta manera, se evita estar comprando y vendiendo continuamente.
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