Este domingo se cumplen 1.000 días del estallido de un escándalo aún sin resolución
1.000 días. 1.000 largos y desesperantes días han pasado ya desde que Gotham City Research acabó de un plumazo con el embuste tejido por Jenaro García en Gowex, hasta entonces una compañía tecnológica que aspiraba a conquistar el mundo con su wifi gratis. Dos años y nueve meses después, el caso sigue pendiente de juicio. Y cada día que pasa es una losa para los afectados.
Aquella mañana del 1 de julio de 2014 iba a ser festiva en la sede de Gowex. La entonces alcaldesa de Madrid, Ana Botella, visitaba las oficinas de la compañía. Y fue lo que ocurrió. Botella acudió al número 21 del madrileño Paseo de la Castellana, donde fue recibida en la puerta por una representación oficial de la empresa, con Jenaro García al frente. 'Jero' lo era todo en Gowex. Quien la creó, primero con el nombre de Iber Band Exchange o Iber-X y luego ya desarrollando la marca Gowex; quien ideó el logo del pulgar hacia arriba en recuerdo de la Bultaco de su padre; quien propagó el credo de que el wifi era como el agua allá por donde podía; quien vendió tanto y tan bien la compañía que instaló los postes y los kioscos de conexión de Gowex en decenas de ciudades españolas, europeas y americanas; quien la sacó a bolsa, al Mercado Alternativo Bursátil (MAB) español y al Alternext francés, en 2010... Y, sobre todo, quien perpetró una tupida red de mentiras, empresas pantalla y falsa contabilidad que comenzó a desmoronarse, sin remedio posible, justo ese día, el 1 de julio de 2014.
Mientras Jenaro, amigo de las relaciones públicas, salía el encuentro de la alcaldesa de Madrid y le contaba las glorias de la empresa, una firma de inversión desconocida hasta entonces, que respondía al misterioso y cinematográfico nombre de Gotham City Research, lanzó un monumental torpedo que impactó de lleno en la línea de flotación de la empresa. Lo hizo en forma de un informe extraño, inusual y con un aspecto y un contenido más propios de las películas de suspense de presupuesto limitado que de una firma o banco de inversión. Titulado 'Let's Gowex: la Charada Pescanova', no escatimó 'elogios' a la empresa de Jenaro, aunque se pueden resumir en dos. El primero, que "más del 90% de los ingresos de Gowex no existen"; y el segundo, que las acciones de la empresa valían... 0 euros. Sí, nada.
¿Dio credibilidad el mercado a semejantes acusaciones? Sin dudarlo. Ese día, los títulos de la empresa, que en abril llegó a valer en bolsa 2.000 millones de euros, se hundieron un 46%. Y al siguiente, otro 26%. En total, una sacudida que adelgazó su valor bursátil en 870 millones de euros. Y que se detuvo ahí porque, antes de la apertura del 3 de julio, el MAB suspendió su cotización. La 'congeló' a 7,92 euros. Y ahí sigue 1.000 días después. Porque no volvió a cotizar después de que, en la madrugada del 5 al 6 de julio, Jenaro García se desmoronara y confesara, en un Hecho Relevante remitido al MAB, que "las cuentas de la sociedad de, al menos, los últimos cuatro años no reflejan su imagen fiel" y que él era el responsable.
UN ESQUEMA CONOCIDO
Pero ni siquiera entonces dijo la verdad. Al menos, toda la verdad. Porque la falsedad contable no se limitaba a cuatro años. El 'dopaje' de las cuentas comenzó antes. Es más, fueron la marca de la casa desde el principio. Y se impusieron de manera abrumadora, porque las investigaciones posteriores confirmaron las impresiones de Gotham: más del 90% de los ingresos eran ficticios, pergeñados a través de empresas pantalla, compañías interpuestas y testaferros y con ramificaciones en sociedades en Bélgica, Luxemburgo, Costa Rica y Panamá.
Vamos, lo usual en estos casos de estafas, ambiciones, enjuagues contables, tramas empresariales, ocultaciones, información privilegiada y abuso de mercado. Porque lo de 'Jero' no fue nuevo. Ni original. Se ha visto en otros casos. Gotham aludió a Pescanova. Pero hay otros precedentes. Fundamentalmente, por lo sonado, el de la compañía estadounidense Enron. A su escala -mucho menor, lógicamente-, Jenaro replicó la ambición, las aspiraciones y las habilidades comerciales de Kenneth Lay y Jeffrey Skilling. Y, como ellos, no actuó solo. Si Lay y Skilling se apoyaron en el 'talento' contable y financiero de Andrew Fastow para mantener en pie la mentira de Enron todo cuanto pudieron, en el caso de Jenaro su hombre de los números fue Francisco Martínez Marugán. Paco. Y así fue cómo se articuló y se cebó el 'Enron cañí', con Jenaro y Paco, Paco y Jenaro, como grandes protagonistas.
Tampoco faltó la posibilidad de que todo saltara por los aires mucho antes. Como en 2006, cuando la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) ya tuvo constancia de que Jenaro García -entonces todavía Iber-X- no dudaba en mostrar conexiones o lazos empresariales que no eran ciertos, en ese caso usando a la propia CMY como gancho para hacer negocios con otras compañías. O como en 2010, cuando la Comisión de Prevención de Blanqueo de Capitales e Infracciones Monetarias (Sepblac) remitió a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que a su vez lo derivó al MAB y al asesor registrado de Gowex, Ernst & Young Servicios Corporativos, un informe en el que se advertía de la posibilidad de que Gowex estuviera generando operaciones falsas para hinchar sus cifras de negocio.
TODAVÍA A LA ESPERA
Todo ello sigue pendiente de resolución. Pasada la enorme expectación que siguió a ese 1 de julio de 2014, y que empujó al titular del Juzgado número 1 de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, a aceptar la instrucción del 'caso Gowex, lo cierto es que el asunto ha entrado en una larga fase cuyo final aún no se disipa. O sí, porque las partes implicadas no ocultan que puede pasar de todo... ya mismo o en unos meses. "El caso sigue en fase de instrucción, aunque lo cierto es que lleva un tiempo bastante parado", admite uno de los abogados del caso, que prefiere no ser identificado. "Puede pasar algo esta semana... o dentro de dos años", añade para mostrar el desconcierto actual.
"Es imposible manejar un calendario. A la instrucción no le debería quedar mucho, pero no se puede aventurar si terminará en tres o seis meses", confirma otra persona que conoce el caso de primera mano. "La tramitación lleva una lentitud pasmosa", certifica otro abogado presente en el caso. Eso sí, extrae la lectura positiva de que, aunque ese ritmo, evoluciona. "La instrucción está previsto que finalice en octubre, pero no parece que se vaya a cumplir el plazo", matiza.
Las últimas novedades han tenido que ver con un informe pericial que ha confirmado que el auditor, José Antonio Díaz Villanueva, no estaba haciendo su trabajo y que contaba con evidencias suficientes como para haber denunciado antes el fraude. Y se ha tomado testimonio a varias personas que figuraron en su momento como administradores de alguna de las empresas de la red tejida por Jenaro.
Los afectados lo tienen claro. Reclaman justicia. Y responsabilidades. Penales, para que los culpables paguen por sus delitos. Y civiles, para que puedan recuperar su dinero.
Si no se piden nuevos informes o se abren más diligencias, el siguiente paso consistiría en que Pedraz decretara el auto de procedimiento abreviado, con el que pondría fin a esa fase de instrucción y daría paso a otra fase en la que el fiscal -en esta caso, Antonio Romeral- y las acusaciones pasarían a detallar los delitos que imputan a los investigados, que pasarán a ser ya encausados, y las penas que solicitan para cada uno de ellos. Una vez realizados los escritos de acusación, se enviarán a las defensas, que también dispondrán de un plazo para rebatir los argumentos de la acusación y remitir al juez sus conclusiones y su visión del caso. Estos trámites podrían consumir un mes, como mínimo, y dos meses, a lo sumo. Y será luego cuando corresponderá al juez, en función toda la información recibida, emitir el auto de apertura del juicio oral.
"Toca esperar", coinciden todas las personas conocedoras de la situación. La cuestión es que ya no abunda la paciencia. "¿Qué pasa aquí?", se siguen preguntando los accionistas afectados. Mientras tanto, la espera no hace sino incrementar su deseo de justicia, con dos vertientes claras: la penal, para que los responsables de la estafa de Gowex sean condenados por lo que hicieron, y la civil, para que puedan ser indemnizados y recuperar su dinero. Y en este terreno, además de las cabezas visibles de Gowex, emergen los nombres de EY, que actuó como asesor registrado de Gowex; del MAB, al que correspondía supervisar el mercado; e incluso de la CNMV, porque los asuntos de información privilegiada y abuso de mercado entran en su jurisdicción.
1.000 días después, Ana Botella ya no es la alcaldesa de Madrid, Jenaro ya no puede recibir a nadie como presidente de nada y en el número 21 del Paseo de la Castellana apenas queda el recuerdo de que Gowex estuvo una vez allí. Pero el 'caso Gowex' sigue abierto. Algún día tocará cerrarlo.