La firma neoyorquina cree que los datos demuestran que el mercado en general no está inflado
La inteligencia artificial (IA) sigue siendo la gran sensación del mercado. Esta nueva tecnología está haciendo vivir un año de ensueño al sector, que también se está aprovechando de la salida a bolsa de Arm, entre muchos otros factores. En lo que va de año, el selectivo Nasdaq ha repuntado por encima del 30%, mientras que el FANG+ Index, que mide el rendimiento de algunas de las más importantes empresas del sector, se ha disparado por encima del 70% en estos casi 9 meses. Inevitablemente, estas cifras han despertado ciertas suspicacias entre los inversores y analistas, que creen que podemos estar ante una clara burbuja bursátil. Goldman Sachs no opina igual.
Peter Oppenheimer, estratega jefe de renta variable mundial de Goldman Sachs Research, es claro a este respecto: a pesar de su sustancial repunte, los valores de la IA no se encuentran en una burbuja. Las valoraciones de los valores que lideran el mercado, explica, no están "tan estiradas como en periodos anteriores", como la burbuja de las puntocom y las empresas tienen balances y rendimientos de la inversión "inusualmente sólidos".
"Creemos que aún estamos en las fases relativamente tempranas de un nuevo ciclo tecnológico que probablemente conduzca a un mayor rendimiento superior", asegura este experto.
En este sentido, la firma neoyorquina destaca que las valoraciones de los valores tecnológicos han subido este año a pesar del impacto de la subida de tipos de interés llevada a cabo por los grandes bancos centrales. Esto, señalan, contrasta "fuertemente" con 2022, cuando la sensibilidad del sector a la subida de los tipos deprimió las valoraciones y, además, sugiere que los inversores "están asumiendo tasas de crecimiento futuras mucho más altas para estas empresas".
De igual modo, Oppenheimer apunta que las valoraciones del sector tecnológico estadounidense han desarrollado una prima "inusual" en relación con las empresas tecnológicas europeas, lo que demuestra "la importancia de la IA en las ganancias del mercado, dado que la mayoría de las principales empresas de este sector tienen su sede en Estados Unidos".
"Pero el repunte ha sido concentrado. Solo 15 empresas representaron más del 90% de los beneficios del índice S&P 500 de enero a junio. Dado que muchos de estos primeros ganadores son empresas muy grandes, la concentración de los rendimientos en el mercado de renta variable este año ha sido extraordinariamente alta", señala el experto de Goldman Sachs Research. Cabe señalar que estos "ganadores tempranos, como los fabricantes de los semiconductores necesarios para desarrollar la IA o los proveedores de servicios en la nube, han obtenido una rentabilidad de aproximadamente el 60% en los ocho primeros meses de 2023.
Con todo esto en mente, los estrategas de Goldman Sachs Research también dejan claro que las valoraciones del sector tecnológico son "ciertamente elevadas". Desde luego, en términos históricos lo son: comparado con la mediana y en un rango de 10 años, la actual ratio precio/beneficios (PER, por sus siglas en inglés) del sector tecnológico estadounidense está en su nivel más elevado. No obstante, este dato no representa el cuadro completo.
Según datos de la firma neoyorquina, las siete mayores empresas estadounidenses consideradas como líderes en la carrera por comercializar la tecnología de IA generativa tienen un PER medio de 25 veces. "Esto contrasta con el PER de 52 de las mayores empresas en el pico de la burbuja de Internet o las principales empresas de la burbuja Nifty 50 de finales de la década de 1960 tenían un PER superior a 34", destacan.
Pero eso no es todo. El mercado estadounidense en su conjunto también se encuentra en la parte alta de su intervalo de valoración de 10 años, pero está siendo impulsado por los líderes tecnológicos. Si se excluyen las grandes empresas tecnológicas, explican desde Goldman Sachs, la valoración del mercado parece "más acorde con los niveles históricos".
"Es más, las mayores empresas de Europa, no todas del sector tecnológico, tienen una valoración mucho más baja que la lista equivalente de empresas dominantes durante la burbuja tecnológica de finales de los noventa. No sólo las principales empresas tecnológicas tienen hoy valoraciones menos extremas, sino que el optimismo generalizado que se extendió a las valoraciones de las acciones a finales de los 90 no es evidente hoy en día", recalca Oppenheimer.
Hay más motivos para contrastar el actual entusiasmo bursátil relacionado con la IA con la exuberancia de la burbuja bursátil de Internet. Por ejemplo, señala este experto, las expectativas de crecimiento a largo plazo del sector tecnológico estadounidense han aumentado recientemente, pero siguen estando muy por debajo de las tasas de crecimiento previstas a finales de la década de 1990.
En consecuencia, explica Oppenheimer, la actual cosecha de líderes tecnológicos "ya es muy rentable y genera efectivo", lo que significa que "están invirtiendo a un ritmo elevado incluso en un entorno de tipos de interés y costes de endeudamiento elevados". "Su efectivo como porcentaje de la capitalización bursátil es el doble del que tenían las empresas durante la burbuja de Internet. Su rentabilidad sobre recursos propios y sus márgenes medios también son casi el doble. Esto ha hecho que estas empresas sean relativamente defensivas en términos de ingresos y beneficios", agrega.
"Sin duda, la historia ofrece numerosos ejemplos de olas tecnológicas que despiertan el interés y la exuberancia de los inversores y luego inflan una burbuja que acaba estallando. Sin embargo, a partir de esa historia de ciclos tecnológicos, es posible ver patrones y características comunes: la tecnología tiende a resurgir como motor principal del mercado bursátil. Surgen innovaciones secundarias, que crean nuevas empresas y productos; otras industrias se ven alteradas por las innovaciones, lo que obliga a los titulares a adaptarse o a retroceder", sentencia Oppenheimer.
Por otro lado, el estratega jefe de renta variable mundial de Goldman Sachs Research cree que examinar las características de anteriores oleadas de innovación tecnológica (y las burbujas de inversión que a menudo acompañaron al cambio) puede ser útil para entender la inversión actual en valores relacionados con la IA y las oportunidades futuras. Así, clasifica a las empresas en cinco grandes grupos: pioneros, facilitadores, adaptadores, reformadores y rezagados.
Los pioneros son los innovadores, y entre ellos se encuentran los primeros ganadores. "Aunque los pioneros pueden ser los más fáciles de identificar desde el principio, no siempre son los mayores beneficiarios. Los recién llegados pueden ser más ágiles. Las nuevas innovaciones pueden emanar de los avances tecnológicos originales, creando una clase posterior de pioneros", explica Oppenheimer.
Los facilitadores o habilitadores, destaca, hacen más fácil la labor de los innovadores y ayudan a comercializar la nueva tecnología. Estas empresas también son fáciles de detectar pronto, pero es más difícil de saber es cómo les irá a largo plazo. Por ejemplo, en el desarrollo de Internet, las empresas de telecomunicaciones eran facilitadoras que, en su mayoría, no justificaron las valoraciones infladas, mientras que las empresas de semiconductores obtuvieron mejores resultados, en parte porque las grandes inversiones de capital ayudaron a crear barreras de entrada.
Los adaptadores son compañías de otros sectores que cambian sus modelos de negocio para utilizar de forma eficaz esta nueva tecnología. "Con la difusión de las soluciones de IA generativa, es posible que veamos grandes ganadores entre las empresas que puedan adoptar la IA para mejorar los servicios sanitarios o educativos, por ejemplo. Muchos de los beneficios pueden llegar a los consumidores en forma de nuevos servicios más baratos", apunta.
En cambio, los reformadores suelen ser nuevas empresas que entran en el mercado sin el lastre de los costes heredados. Pensemos en los minoristas online, las aplicaciones para compartir coche y los bancos online. "Estas empresas pueden perturbar un sector maduro no tecnológico utilizando las innovaciones para crear un nuevo modelo de negocio que sea más escalable que los de los competidores existentes", indica.
Por último, los rezagados pueden tener una posición dominante en un sector, incluso en el tecnológico, pero, por la razón que sea, reaccionan con lentitud y no consiguen seguir el ritmo de las nuevas innovaciones. "Si nos remontamos a un periodo anterior de cambio tecnológico para encontrar ejemplos, podemos señalar a las empresas de fotografía que construyeron sólidas posiciones dominantes basadas en su propia innovación y luego lo perdieron todo cuando la fotografía digital las desplazo", concluye Oppenheimer.