La renta variable no deja de subir y eso está poniendo nervioso al mercado
La bolsa estadounidense no deja de subir. Marcó máximos históricos en diciembre y desde entonces no ha frenado la escalada, y tampoco parece encontrar techo la renta variable japonesa. Esto es, a priori, una buena noticia para los inversores bursátiles, pero lo cierto es que ya se deja notar cierto nerviosismo en el mercado ante la perspectiva de posibles caídas.
Según el dicho, todo lo que sube tiene que bajar, por lo que no es de extrañar que haya ciertas dudas. Pero, ¿son fundadas? En Schroders creen que no, y por eso han elaborado una lista con dos razones para no tener miedo de invertir cuando la bolsa está en máximos.
Duncan Lamont, responsable de análisis estratégico de la gestora, ha hecho un estudio sobre las rentabilidades obtenidas en bolsa desde 1926, y afirma que los inversores no deberían sentirse incómodos a la hora de comprar renta variable en un mercado como el actual por estos motivos:
1. La rentabilidad ha sido mayor si se ha invertido cuando la bolsa estaba en máximos que cuando no lo estaba
Como dice, "el mercado se encuentra en máximos históricos con más frecuencia de lo que podría pensarse", por lo que conviene adaptarse también a este escenario. Según el experto de Schroders, de los 1.176 meses transcurridos desde enero de 1926 a la actualidad, el mercado "alcanzó máximos históricos en 354 de ellos, el 30% de las veces".
"De media, la rentabilidad en los 12 meses siguientes a un máximo histórico ha sido mejor que en otros momentos: un 10,3% por encima de la inflación, frente a un 8,6% cuando el mercado no estaba en máximos". Es más, también las rentabilidades en un horizonte de dos o tres años han sido "ligeramente mejores" de media.
2. Vender acciones cuando el mercado estaba en máximos históricos habría destruido el 90% del patrimonio a muy largo plazo
Por otro lado, el analista explica que "las diferencias se acumulan con el tiempo". Así, 100 dólares invertidos en bolsa estadounidense en enero de 1926 tendrían un valor de 85.008 dólares a finales de 2023 en términos ajustados a la inflación, lo que supone un crecimiento del 7,1% anual.
"En cambio, una estrategia que saliera del mercado y entrara en el efectivo durante el mes siguiente cada vez que la bolsa alcanzara un máximo histórico (y volviera a entrar cuando el mercado no estuviese en máximos) solo valdría 8.790 dólares". "¡Un 90% menos!", exclama Lamont, que remarca que la rentabilidad de esta cartera habría sido del 4,7% en términos ajustados a la inflación.
Así, queda claro que si se hubiese vendido en máximos, se habría destruido gran parte del patrimonio. "Este análisis abarca un horizonte temporal de casi 100 años, más de lo que la mayoría de la gente planifica", reconoce, aunque "incluso en horizontes más cortos los inversores habrían perdido mucha riqueza potencial si se hubieran asustado cuando el mercado estaba al alza", destaca.
Por lo tanto, la conclusión de Lamont es clara: "No hay que preocuparse por los máximos históricos". Como dice, "es normal sentir nerviosismo por el futuro cuando la bolsa está en máximos históricos, pero ceder a ese sentimiento puede ser muy perjudicial para el patrimonio".
"Puede haber razones válidas para no decantarse por las acciones, pero que el mercado esté en máximos históricos no debería ser una de ellas", remata.