Considera que la UE tiene que lograr una integración energética, económica e industrial
El mundo atraviesa por un momento delicado donde las tensiones geopolíticas marcan el ritmo de las relaciones entre países. Los conflictos de Ucrania y Gaza, la guerra de aranceles con China, el auge de la extrema derecha… Todo ello da lugar a un escenario donde las próximas elecciones presidenciales en EEUU tienen mucho que decir.
"Habrá que esperar a noviembre para ver lo que sucede con la cohesión entre EEUU y la Unión Europea (UE). Si Trump gana las elecciones se va a debilitar el vínculo transatlántico; si gana Biden seguiremos es el status actual", ha explicado Miguel Ángel Ballesteros, general de Brigada y exdirector del Departamento de Seguridad Nacional (DSN) en los Cursos de Verano de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE), en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en Santander.
Para comprender esta situación, hay que tener en cuenta que tras la guerra fría EEUU se quedó como líder mundial y se vio en el compromiso de parar todos los conflictos. Un hecho que con el paso de los años ha provocado en la ciudadanía estadounidense "cansancio estratégico" y los ha llevado a irse retirando poco a poco de las zonas en tensión, lo que ha sido aprovechado por otros países para ocupar ese espacio.
En medio de este contexto, EEUU ha empezado a desplazar su centro de gravedad geopolítico al Indo-Pacífico y a situar en primer lugar sus intereses económicos y tecnológicos
La UE, por su parte, tuvo un momento de debilidad con el Brexit. Otro punto crítico para la región fue la llegada de la pandemia por Covid-19, donde en un primer momento no es capaz de reaccionar a la hora de hacerse con suministros, pero "en la compra de vacunas lo hizo muy bien", ha subrayado Ballesteros.
Después vino la recuperación económica con los Fondos de Recuperación y la invasión de Ucrania, hasta que con la llegada de la guerra de Gaza han vuelto las diferentes formas que ver el conflicto.
"La UE tiene que ir a una integración energética, económica e industrial. Europa quiere bancos transnacionales, que las compras de gas se hagan de forma conjunta y que las militares también se hagan de forma conjunta. Que se invierta en defensa más, mejor y de forma conjunta", ha explicado Ballesteros.
En este sentido, ha detallado que la estrategia de seguridad nacional de 2021 dice que hay cuatro vectores de transformación global. El primero es la geopolítica, aunque hoy en día hay una mayor competición a este nivel, fragilidad del multilateralismo y una mayor asertividad de potencias regionales intermedias como Irán o Brasil.
A nivel socio-económico hay un debilitamiento económico y un aumento de la desigualdad, así como de las políticas proteccionistas, con la pandemia hemos descubierto la fragilidad de las cadenas de suministro auge del populismo
Desde el punto de vista tecnológico hay que destacar que vivimos en sociedades hiperconectadas, donde las tecnologías disruptivas surgen cada dos o tres años, lo "que ha llevado a que el dato se convierta en un recurso estratégico de primer orden y la soberanía del dato sea clave".
El cuarto vector es el medio ambiente, donde se está produciendo una aceleración del cambio climático y "entramos en la competición por la energía renovable".
"Vivimos en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (VUCA, por sus siglas en inglés). Un mundo proclive a la mentira, a las campañas de desinformación", ha matizado el general.
Todo ello ha dado lugar al desarrollo de estrategias híbridas en la zona gris que permiten conseguir objetivos "sin pegar un tiro", utilizando presiones políticas, económicas o energéticas.
Las herramientas a nuestro alcance para hacer frente a esta situación son la geoeconomía, la revalorización de la inteligencia y del análisis geopolítico, gestión de una crisis en la integración de datos, resiliencia o la capacidad de adaptación a nuevos escenarios y la protección de infraestructuras críticas.
Durante mucho tiempo China ha sido considerado por los europeos como neutral-prorruso, aunque Ballesteros considera ahora al gigante asiático como prorruso-neutral.
Los números de África también son muy importantes para España, según Ballesteros, "porque son nuestros vecinos" y tienen más de 1.000 millones de habitantes, donde el 33% viven en la pobreza y disponen de un tercio de las reservas minerales, donde destaca el 80% del coltán imprescindible para la fabricación de teléfonos móviles.