El Parlamento escocés vota una moción para que el Gobierno pueda trasladar la petición formal de referéndum al Ejecutivo de May
La primera ministra británica, Theresa May, ha defendido las oportunidades que representa la salida de Reino Unido de la Unión Europea, en particular para un "país más unido" y para un país "más global", aprovechando su visita a Escocia, cuya premier, Nicola Sturgeon, quiere celebrar un segundo referéndum de independencia.
Durante una reunión que han mantenido ambas líderes este lunes, May ha trasladado a Sturgeon la imposibilidad de llevar a cabo la segunda votación sobre la independencia del país en los tiempos previstos por la primera ministro escocesa. "Nos encontramos en el umbral de un momento significativo para Reino Unido al iniciar las negociaciones que nos llevarán hacia una nueva asociación con Europa", ha sostenido May, quien ha rechazado que se celebre el referéndum entre el otoño de 2018 y la primavera de 2019.
El Parlamento de Escocia vota este martes una moción para otorgar al gobierno autónomo el mandato para promover la celebración del referéndum
Ante su homóloga, ha insistido que ahora es el momento de que Reino Unido trabaje “junto” ante la dura etapa de negociaciones de entre 18 meses y dos años que se abren con Bruselas sobre los términos del divorcio entre el país y el resto de veintisiete estados miembros del club europeo. “Cuando esta gran unión de naciones --Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte-- pone su mente en algo y trabaja junta con determinación, somos una fuerza imparable”, ha subrayado May.
El Parlamento de Escocia vota este martes una moción para otorgar al gobierno autónomo el mandato para promover la celebración de esta segunda votación sobre la independencia del país que es necesaria, en opinión de Sturgeon porque el Brexit “va contra los intereses de Escocia”. El Ejecutivo conservador no quiere que se abra el frente escocés mientras en paralelo transcurren las conversaciones con la Unión Europea (UE), sin embargo, sí deja la puerta abierta para que los escoceses puedan volver a votar sobre su permanencia en Reino Unido después de que se sellen los términos del Brexit.
Theresa May enviará a Bruselas la carta informando que activa oficialmente el artículo 50 del Tratado de la UE este miércoles. No obstante, se espera que las negociaciones formales se demoren dos meses más.
LOS TÉRMINOS DEL BREXIT
May se sentará a la mesa de negociaciones acompañada por David Davis, el ministro británico del Brexit. Del lado de la UE, el mismo presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, respaldará al cuarto personaje clave que pugnará por alcanzar pactos satisfactorios para repartir los activos y los pasivos a uno y otro lados del Canal de la Mancha. Michel Barnier, el jefe negociador de la UE, ya ha dejado claro que quiere perfilar un acuerdo en los primeros meses ya que, según señala 'Financial Times', es de la opinión de que si se tiene que alcanzar una salida consensuada y en buenos términos, debe dejarse muy claro desde el principio.
Mucho hay en juego para el Reino Unido: el acceso al mercado único, controles transfronterizos, imposición de aranceles a las exportaciones, pero será la factura que la UE quiere presentar a May lo que podría hacer descarrilar las negociaciones. Según lo avanzado el pasado mes de febrero por el canciller austríaco Christian Kern, los ‘Veintisiete’ prevén exigir a Reino Unido 60.000 millones de euros por el Brexit, el equivalente al 2,3% del PIB del país.
Un precio que Londres no parece dispuesto a pagar ya que el país seguirá haciendo sus aportaciones a la UE mientras duren las conversaciones. Así, según recoge 'El Independiente', el agregado económico y financiero de la Embajada Británica en España, William Murray, aseguraba la semana pasada, en unas jornadas sobre las consecuencias del Brexit organizadas por el CES Cardenal Cisneros, que el importe total de lo aportado desde el 29 de marzo hasta que se ejecute el divorcio (un período que podría acabar por prolongarse durante años) deberá ser descontarse de la cantidad final. En cualquier caso reconoció que el Ejecutivo de May aún no ha hecho sus cálculos sobre qué les parece justo pagar a Bruselas.