La UE trabaja en medidas concretas para acelerar la implantación de las renovables
En medio del debate en el seno de la Unión Europea sobre las sanciones al petróleo ruso y mientras los ministros de Energía buscan fórmulas concretas para dejar de depender del gas ruso mediante el RePowerEU, sigue en marcha la transición energética. Precisamente, este es uno de los puntos en los que más quiere insistir la Unión Europea de cara a los próximos pasos para ser más independientes energéticamente hablando, pero la situación tras el estallido de la guerra deja en jaque los objetivos de emisiones.
“A corto plazo, la incómoda realidad desde el punto de vista de las emisiones es que la demanda de carbón térmico para la generación de energía probablemente aumentará tanto en Europa como en Asia”, señala Tom Nelson, codirector de renta variable temática y cogestor de recursos naturales de Ninety One.
Este experto sostiene que el sistema energético suele caracterizarse por un equilibrio cambiante entre tres pilares: la seguridad del suministro, la economía del suministro y el impacto medioambiental del suministro. Esto es lo que conoce como ‘trilema energético’. Sin embargo, el estallido de la guerra ha provocado un cambio importante en estos equilibrios, ya que la oferta no está asegurada y se ha encarecido en exceso tanto el gas como el petróleo.
Esto supone para los inversores pasar de una época de abundancia energética a una situación más inestable, afectando así a la transición energética, tal y como se comentaba anteriormente. “Europa se convertirá en el primer puerto de escala para los cargamentos de gas natural licuado al contado, donde es probable que se mantenga la prima de riesgo de Rusia durante muchos años; menos gas natural mundial irá a Asia”, afirma este experto, advirtiendo de la dificultad de ese cambio hacia una economía más verde.
“Los precios del petróleo seguirán siendo extremadamente volátiles mientras el mercado calibra la disponibilidad de la oferta de Rusia (incluso a través de rutas indirectas), Irán, Libia, Venezuela y una industria de esquisto estadounidense revitalizada”, señala en su estudio Nelson. Se pregunta, asimismo, si es mejor mantener la filosofía de bombear y mantener los precios a raya o mantener el petróleo en el suelo y conseguir un mejor precio del mercado. “En el entorno actual del mercado, la OPEP puede aumentar los volúmenes y conseguir un buen precio, pero eso no durará, como aprendimos en 2014”, advierte.
Hay que tener en cuenta en toda esta ecuación el papel de la Unión Europea, que se está planteando un embargo al crudo ruso como represalia por el comportamiento del Kremlin desde el estallido de la invasión en Ucrania. Los analistas de Julius Baer advertían esta semana que los mercados ya se han empezado a mover. "La mayor parte del comercio de petróleo de Europa con Rusia se realiza por vía marítima, con buques cisterna que salen de los puertos del Báltico y el Mar Negro hacia destinos europeos cercanos. En las últimas semanas, estos flujos ya se han desviado de Europa hacia Asia", indicaban, explicando que "a menos que Occidente ejerza presión diplomática sobre los compradores, principalmente asiáticos, el probable embargo no provocará un gran choque de suministro y, por tanto, tampoco un aumento del precio del petróleo".
Precisamente creen que estos movimientos junto a la liberación de los depósitos estratégicos, el abandono de las restricciones a la producción y al negocio del esquisto en EEUU eleva la producción a nuevos récords mantendrán los precios de los barriles bajos en el largo plazo.
“Con los precios del gas natural y del carbón por las nubes, la economía de las energías renovables parece más atractiva que nunca. Sin embargo, a corto plazo, las implicaciones presupuestarias en Europa de la aceleración de la inversión en infraestructuras de energía limpia en un contexto de aumento de los tipos de interés y del gasto en defensa son extremadamente difíciles. Incluso sin el conflicto ucraniano y la crisis energética, el aspecto de "infraestructura e implementación" de la transición energética sería enormemente difícil y requeriría una gestión hábil", señala Nelson.
A largo plazo, este experto espera que estos acontecimientos aceleren la transición energética. Los países responsables del 70% de las emisiones mundiales de carbono se han fijado objetivos para alcanzar la neutralidad en cuanto a la contaminación y hay una comprensión más clara de la urgencia. Este experto destaca los esfuerzos de industrias como la siderúrgica, en este sentido.
“Aunque la energía nuclear vuelve a estar sobre la mesa, es poco probable que proporcione algún alivio esta década, a pesar de la retórica política. Por tanto, las energías renovables y otras soluciones de energía limpia, incluidas las medidas de eficiencia energética, son el núcleo para reducir la dependencia de los combustibles fósiles”, destaca.
“La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la dependencia mundial del suministro ruso de varias de estas materias primas, de ahí que haya que tenerlas en cuenta al evaluar el pilar de seguridad del suministro del ‘trilema energético'. Aunque esperamos que muchos de estos materiales encuentren una vía de comercialización, la crisis actual es un incómodo recordatorio de la correlación entre la riqueza mineral y la inestabilidad geopolítica a nivel soberano y regional”, añade.
Esta semana los ministros de Energía de la Unión Europea se han reunido para debatir medidas concretas con las que acelerar la independencia energética. El objetivo final es el aumento de las renovables en el ‘mix’ energético, dado que, en palabras de la comisaria de Energía de la UE, Kadri Simson, es imposible sustituir todo el gas ruso por el de otro proveedor.
Es por ello que están trabajando en medidas concretas que se recojan en el RePowerEU, el plan continental que se presentará en las próximas semanas.