Los últimos meses de 2021 no han ayudado tampoco a que la situación en los embalses mejore
El otoño de 2021 dejó pocas precipitaciones en toda el país, sobre todo si tenemos en cuenta los resultados del mismo periodo en años anteriores. Esto, junto a la ausencia de precipitaciones en lo que llevamos de 2022, 42 días, hacen que 2022 sea el segundo inicio de año más seco de todo lo que llevamos de siglo XXI, y los trabajadores del campo son los más afectados por esto.
La borrasca Filomena el año pasado realizó un importante aporte de agua a tres cuartas partes de la Península Ibérica, lo que supuso para los embalses un alivio y poder respirar tranquilos tras el otoño vivido en 2020, que también fue algo seco.
Ahora mismo se está produciendo un estrés hídrico, ya que el otoño y el invierno son los meses más favorables para tener agua embalsada, y a día 8 de febrero las reservas se encuentran en el 44% de su capacidad, un 13,25% menos que la misma semana de 2021 y un 16,18% menos que la media registrada en los últimos 10 años.
Actualmente, la comunidad autónoma con menor porcentaje de agua embalsada es Murcia, con un 22,30%, seguida de Andalucía, con un 31,37%. Por otra parte, las comunidades autónomas que tienen más agua en los embalses son las del norte de la península, como Navarra y País Vasco, con un 81,06% y 80,16%, respectivamente.
Las zonas en una peor situación son la vertiente mediterránea, gran parte de las Islas Canarias y zonas de Castilla y León, concretamente las del norte y el este.
El profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agrónoma, Alimentaria y Biosistema de la Universidad Politécnica de Madrid, Carlos Hernández, comentó para 'Radio 5' que “es una situación muy preocupante, teniendo en cuenta que el invierno es el momento más favorable para tener más cantidad de agua embalsada. El problema de España es la alta variabilidad meteorológica. Tenemos herramientas y modelos de proyección que nos están diciendo que va a incrementarse esta variabilidad y los eventos extremos, sequías o inundaciones extremas, por lo que hay que adaptarse”.
Pese a esto, el agua existente en los embalses garantiza el abastecimiento de las personas para alrededor de dos años, pero hay ciertas zonas de España donde ya se limita el uso de agua tanto para la agricultura y la ganadería, como para el uso personal. Incluidos los usos que puede darle el ayuntamiento, como la limpieza de las calles.
En las grandes ciudades, como Madrid, Sevilla o Barcelona no llueve desde la primera semana de enero, en torno al día 5 o 6, por lo que acumulan más de 30 días de sequía. Esta situación no se vivía desde principios del mes de octubre, antes en la entrada de la borrasca que dejó lluvias en casi toda España, cuando estas ciudades también sufrieron 25 días sin precipitaciones.
España ha vivido tres grandes sequías a lo largo de los últimos 63 años, que han sido recogidas por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Se trata de las ocurridas entre 1982 y 1984, 1991 y 1996 y 2005 y 2009. Entre estos años, 2005 fue el año que menos lluvia cayó con apenas 454.5 mililitros.
Aparte de estas, habido otras más cortas, pero que también tuvieron consecuencias. 2012 y 2017, también fueron años de estrés hídrico, con los embalses muy por debajo del nivel habitual que presentaban con anterioridad.