Se recuperarán cuando el consumidor se adapte a la nueva forma de operar
Así lo estiman en el sector, que cuenta con un "periodo de gracia" para adaptarse
La nueva norma europea de pagos, la conocida como PSD2, ya está en funcionamiento en Europa, pero tanto los bancos como los comercios disponen de un “periodo de gracia” que concederá la Autoridad Bancaria Europea (EBA) para prepararse para los cambios que va a suponer a la hora de operar. Dentro de algunos meses, los clientes que deseen hacer una compra online tendrán que identificarse a través de dos métodos (por ejemplo, una contraseña más la huella), un cambio que en un principio afectará a la confianza que los clientes tienen en la venta online. Tanto, que el sector calcula que la tasa de conversión podría caer, es decir, que el cliente podría desistir de completar entre un 20% y un 25% de las compras iniciadas en comercios electrónicos en el momento de hacer el pago.
La norma europea exige que a la hora de realizar un pago electrónico (también cuando un usuario quiera entrar en su banca online) exista una “autenticación reforzada”, es decir, que el cliente se identifique a través de, al menos, dos elementos, como pueden ser una contraseña y una huella o una clave de un solo uso y una de las anteriores.
La norma da tres opciones para que el banco elija dos elementos con los que identificar al cliente: algo que tiene (como puede ser una tarjeta física en el caso de una compra presencial), algo que sabe (una contraseña) y algo que es (una huella u otro dato biométrico). Es lo que se conoce como “autenticación reforzada” (SCA). En la actualidad, lo más habitual es que se identifique al cliente con un sms que contiene una clave de un solo uso.
Los comercios aún no están preparados para esta nueva forma de trabajar, como reconocía José Luis Zimmerman, director de la Asociación Española de Economía Digital (Adigital), en un desayuno informativo organizado por Visa, si bien el problema es mayor para las pequeñas empresas que para los gigantes del comercio electrónico.
Al tener que incorporar al proceso de venta online nuevos elementos para garantizar la seguridad del cliente, la compra tiene más pasos, algo que, según Zimmerman, perjudica a las ventas, pues “hay más posibilidades de que la compra decaiga”.
Así, en cuanto la norma se empiece a aplicar del todo, los comercios online experimentarán una caída de las ventas, que se recuperarán “según se vaya adaptando el consumidor”. “Va a haber una caída de ventas al principio, hasta la maduración [del sistema]. Va a ser problemático”, lamentaba Zimmerman que, no obstante, valoraba que la norma es en general positiva para todos.
Ese impacto podría implicar que en torno al 20% o 25% de las compras no se complete en cuanto sea obligatoria esta “autenticación reforzada”, algo que podrá ocurrir dentro de unos 18 meses, aunque la fecha depende de la EBA. “[La autenticación reforzada] es un elemento más para suscitar el abandono [de la compra], por lo que lo normal es que vayamos a algo así, sobre todo al principio”, añadía.
En todo caso, el impacto será mucho menor que si la norma hubiera entrado en vigor completamente el pasado 14 de septiembre, que era la fecha prevista. De acuerdo con Zimmerman, el descenso habría sido “muy grande”, incluso con los bajos ratios de fraude que hay en Esapaña.
UNA MORATORIA DE 18 MESES
A falta de que la EBA lo confirme la próxima semana, lo más probable es que la moratoria concedida para que tanto entidades como comercios se adapten sea de un año y medio a contar desde el pasado 14 de septiembre, cuando entró en vigor el resto de la norma.
“La mayoría de voces en Europa considera que para que todo esté sincronizado sin perjudicar la experiencia de usuario con las garantías de seguridad que contempla la directiva el plazo sería de 18 meses”, explicaba Pilar Clavería, asesora de Medios de Pago de la Asociación Española de Banca (AEB).
En todo caso, los bancos españoles planean estar preparados para esta nueva forma de operar antes de que pasen esos 18 meses, si bien el plazo será en España igual que en el resto de Europa. “No queremos que nuestros clientes se vean perjudicados al hacer compras en otros países”, añadía.