Las cifras trimestrales de las tres compañías representan una prueba de fuego para el sector
Este jueves se plantea como una auténtica prueba de fuego para las grandes tecnológicas después de un 2022 negro. Tras las decepcionantes cifras publicadas por Microsoft y la avalancha de despedidos del sector, el foco del mercado está puesto en las cuentas trimestrales que hoy presentarán Apple, Amazon y Alphabet (matriz de Google).
Las perspectivas de crecimiento son sombrías. El aumento de la inflación muy por encima del objetivo del 2% y la subida de tipos de interés han presionado el gasto de los consumidores y de las empresas por igual, con estas últimas preparándose para una recesión que parece estar a la vuelta de la esquina.
Estas circunstancias han debilitado la demanda de todo tipo de productos, desde la tecnología y el consumo minorista hasta la computación en nube y la publicidad, lo que ha lastrado los ingresos, al tiempo que el aumento de los costes sigue mermando los beneficios. En respuesta, estamos asistiendo a un intento de recortar costes, ejecutando oleadas masivas de despidos que podrían profundizarse en 2023 mientras tratan de proteger la rentabilidad y capear el temporal. En el caso de las tecnológicas, este caso es especialmente notorio tras los dos años de auge pandémico y una luna de miel de dos décadas con el mercado.
De todas las grandes firmas de Silicon Valley, Apple es la única que no se ha sumado, de momento, a los recortes de plantilla, aunque la compañía de la manzana fue la que menos incrementó el número de trabajadores durante los últimos años. La firma de Cupertino también fue la que mejor capeó el mal tercer trimestre de las tecnológicas, pero la situación ha cambiado bastante para Apple desde entonces.
Expertos como Tom Forte, de D.A. Davidson, señalan que será imposible que Apple eluda el recorte de personal “para reflejar un entorno macroeconómico mundial cada vez más difícil”. A su vez, el mercado, que tiene más dudas de las habituales, espera que los ingresos de la compañía caigan por primera vez en más de tres años.
“La debilidad del dólar estadounidense y las subidas de precios impulsadas a finales del año pasado deberían actuar como vientos de cola. Pero las importantes interrupciones de la producción en China debidas a las restricciones de Covid-19, los disturbios y las huelgas supusieron un reto”, señala Matt Britzman, analista de renta variable de Hargreaves Lansdown.
La mala campaña navideña de Apple tampoco ha pasado desapercibida para los inversores, que han recibido un jarro de agua fría tras otro desde Cupertino. En las últimas semanas, se ha sabido que la compañía pidió a sus proveedores que fabricara menos componentes para sus auriculares AirPods o sus portátiles MacBook, entre otros, al tiempo que la demanda de su producto estrella, el iPhone, cayó sustancialmente durante el período vacacional después de situarse por debajo de lo esperado en las cifras presentadas en octubre.
Además, los modelos de gama alta, como el iPhone Pro y Pro Max, que fueron compensando la menor demanda del modelo base, se han visto afectados por cuellos de botella en la cadena de suministro y han provocado que su oferta haya sido inferior a la esperada.
Entre tanto, el principal ensamblador de iPhone, Foxconn, ha anunciado que la situación ha vuelto a la “normalidad” en el mayor centro de producción de la compañía, del que se estima que fabrica cuatro de cada cinco iPhone que llegan al mercado. Con todo, no ha evitado que Apple haya intensificado sus esfuerzos de relocalizar la producción a otros países como la India para reducir su alta exposición a China. Paralelamente, se suceden las noticias de que la compañía intentará reducir su dependencia de proveedores externos y comenzará a fabricar sus propias pantallas y chips en el futuro cercano.
“En nuestra opinión, es el movimiento correcto para la estabilidad de la producción a largo plazo”, señalan desde Hargreaves Lansdown.
La situación es bien distinta en Alphabet, que ha despedido a más de 12.000 trabajadores, argumentando que esos costes serán redirigidos a “más altas prioridades”. El consenso es relativamente optimista con la firma de Mountain View y estima un crecimiento de los ingresos del 2,1% hasta los 63.180 millones de dólares, aunque también se muestran cautos ya que la matriz de Google no ha alcanzado las expectativas del mercado en tres de las últimas cuatro ocasiones.
Los ingresos de Alphabet se apoyan en tres pilares fundamentales: los Google Services, que incluye el buscador, la publicidad, Android, YouTube, Chrome, Maps, Play o Maps y presenta más del 92% del total; la nube Google Cloud, que representa más de un 7% de los ingresos; y el segmento Otras Apuestas, que apenas supone el 0,3% de las ventas.
En este sentido, el negocio de la publicidad digital ha mostrado signos de comenzar a ralentizarse a medida que lo hace el gasto empresarial. Así, mientras que el negocio de servicios de Google creció un 2,5% interanual en el tercer trimestre, su segundo mayor contribuyente, YouTube, descendió en igual medida. Por si fuera poco, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha presentado una demanda antimonopolio, la segunda en solo dos años, contra Alphabet por lo que entienden como un abuso de su posición de poder gracias al buscador de Google.
Por otro lado, será interesante ver las cifras que Alphabet aporta sobre Google Cloud tras incrementar sus ingresos en un 38% interanual en el tercer trimestre y el crecimiento de los ingresos del servicio en la nube de Microsoft, Azure, cuyas ventas repuntaron un 31% en el cuarto trimestre. Si bien el dato aislado es positivo, vuelve a mostrar una clara ralentización respecto a ejercicios pasados, lo cual puede ser un síntoma de que el mercado se está enfriando a medida que las compañías reducen el gasto.
Asimismo, el bot de inteligencia artificial de OpenAI, ChatGPT, en el cual Microsoft ha depositado grandes esperanzas, será otro de los temas de conversación durante la presentación de resultados, ya que supone una amenaza potencial para su icónico buscador.
Los expertos de Jefferies ven “varios argumentos” para que la acción “funcione" en 2023 a pesar de la desaceleración macroeconómica y recomienda ‘comprar’ el valor con un precio objetivo de 125 dólares. Por su parte, el equipo de análisis de Bank of America destaca a Alphabet como un “valor defensivo” en el sector de las grandes tecnológicas y ven potencial para que los títulos suban hasta los 119 dólares. “Los despidos y otros recortes de costes podrían dar lugar a una tesis de mejora de los márgenes en el segundo semestre”, explican.
Amazon ha comenzado el año dando una de cal y otra de arena. Por un lado, el valor ha repuntado más de un 20% en lo que va de año tras perder un 50% en 2022. Por otro, la compañía fundada por Jeff Bezos ejecutará el mayor recorte de personal de todas las grandes tecnológicas, ya que destruirá 18.000 puestos de trabajo, ante el aumento de los costes, que ha puesto bajo presión su margen de beneficios, y la caída del comercio minorista debido a la alta inflación.
Con todo, el consenso espera que esta caída del comercio minorista se vea compensada por el negocio en la nube (Amazon Web Services), su servicio de suscripción Prime y su pequeña pero pujante división de publicidad. Así, estima un crecimiento de los ingresos del 6% en el cuarto trimestre de 2022 hasta los 145.700 millones de dólares, a pesar de que la compañía ha admitido que experimentarán el crecimiento más lento de su historia en temporada navideña.
Pese a ello, buena parte de la atención del mercado estará fijada en Amazon Web Services, que lidera el mercado ‘cloud’ Y posee una cuota de mercado mayor que la de Microsoft y Google juntos. Este segmento supone la principal línea de ingresos de la compañía de Seattle y se espera que sus ventas registren un aumento interanual del 22,7% hasta los 21.800 millones de dólares. Si bien es un buen dato en abstracto, supondría el quinto trimestre consecutivo de menor crecimiento para este segmento. La ralentización de Microsoft, al igual que para Alphabet, no parece ser un buen síntoma.
“Con un clima económico aún muy incierto, es muy posible que la declaración de perspectivas no satisfaga al mercado”, señala Sophie Lund-Yates, analista jefe de renta variable de Hargreaves Lansdown, que subraya los “numerosos vientos en contra” a los que se enfrenta la compañía. Asimismo, subraya que Amazon “podría verse obligada a introducir nuevas subidas salariales, lo que podría suponer un nuevo problema para sus márgenes” de beneficio, lo que sería un problema adicional si se cumple el recorte de plantilla previsto, ya que “los costes de despido serán considerables”.