El año termina con el mismo debate sobre la mesa que había al arrancar 2020
El año termina con un debate en torno a Telefónica muy parecido al que había en enero. Ya entonces UBS pedía a la operadora que se planteara un recorte del dividendo para reducir su deuda. De hecho, el banco suizo insistía en ese aspecto antes, a finales de 2019. Con el estallido de la pandemia de Covid, la gran mayoría de compañías anunciaron un recorte o suspensión del dividendo. Entonces era probable que el mercado hubiera entendido mejor que Telefónica tocara el suyo, sin embargo optó por mantenerlo a sabiendas de que es uno de los principales reclamos para el accionista.
En mayo, la compañía anunció la vuelta a la fórmula del dividendo en acciones ('scrip dividend') cuatro años después de abandonarla, pero manteniendo la cantidad a pagar (0,40 euros por acción). Barclays respondía a esa decisión insistiendo en la necesidad de recortar el dividendo y vender activos, algo a lo que también se había referido de forma clara JP Morgan en abril, cuando afirmó tajante que Telefónica "debería recortar el dividendo" por la crisis.
El banco estadounidense pidió también a otras operadoras (como Vodafone o British Telecom) que hicieran lo mismo, insistiendo en el problema general de las 'telecos': el alto apalancamiento, que representa en conjunto el 63% de su valor. "No entendemos que las empresas de telecomunicaciones paguen dividendos tan altos cuando está claro que no son sostenibles y que los elevados rendimientos no han respaldado los precios de la acciones", precisaba.
Y es que, pese a que la estrategia de mantener el dividendo se fundamenta en buena medida en no perder ese reclamo para el accionista, lo cierto y verdad es que no parece haber surtido efecto a lo largo de este año, cuando la operadora se desploma un 40% en bolsa. Es una incógnita si las caídas hubieran sido mayores si Telefónica hubiera tomado la decisión de recortarlo. Los bancos, por ejemplo, insisten en que una de las razones por las que sus títulos lo han hecho tan mal en este 2020, además del Covid, es la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de vetar su retribución al accionista.
La rebaja de S&P del rating de Telefónica (la calificación a largo plazo pasa a 'BBB-' desde 'BBB' y la calificación a corto plazo a 'A-3' desde 'A-2'; la perspectiva del rating cambia de negativa a estable), comunicada el viernes pasado, junto con los últimos comentarios de Fitch, que ha reconocido que los tipos de cambio son un "riesgo clave" a la baja para el rating de la operadora (calificación de 'BBB', con perspectiva estable), aumentan la posibilidad de un recorte del dividendo de Telefónica en 2021, en opinión de los expertos de Bankinter.
Desde el 'banco naranja' subrayan que la rebaja de S&P deja a la operadora "a un paso de perder el 'investment grade'" e incrementa las posibilidades de ese recorte en el pago al accionista. "Una prima de riesgo más elevada ante esta eventualidad y el posible aumento del coste de la deuda del grupo complica que el valor alcance su valor fundamental de 4,2 euros", añaden.
Por este motivo, Bankinter ha recortado su consejo sobre Telefónica de 'neutral' a 'vender', explicando que el potencial de crecimiento estructural "es reducido" y ahondando en esa preocupación generalizada de los expertos: la lentitud en la reducción de la deuda. A 30 de septiembre de este año, la deuda de la operadora se situaba en 36.676 millones, 525 millones menos que en junio y 1.617 millones menos que en septiembre de 2019.
Según estos analistas, en el entorno actual, el objetivo de estabilizar el 'cash flow' libre requiere necesariamente una contención de la inversión que "merma la competitividad del grupo a medio plazo".
"El mantenimiento del dividendo en 0,4 euros por acción implica 'pay out' por encima del 100% en 2019-2021 y niveles de 80-90% en 2022-2024. En este contexto no es descartable un recorte del dividendo en 2021", remarcan. Por otro lado, se mantiene la posibilidad de extraer valor de las filiales a través de ventas totales o parciales (Telxius, 'joint venture' en Reino Unido, venta de negocio en Latinoamérica), pero "en el contexto actual las posibles operaciones tienen mayor riesgo de retrasarse y obtener una menor valoración", concluyen.