La compañía textil no se ha adaptado a los cambios en el consumo de los jóvenes
La recuperación económica de Estados Unidos no ha servido para que los jóvenes vuelvan a decantarse por comprar ropa de Gap, que ha tenido varios errores clave en sus estrategias.
Gap sufrió la crisis, como el resto de empresas del sector textil. El desempleo, más acuciante para los jóvenes, provocó que éstos dejaran de acudir a las tiendas de la firma de ropa. La recuperación económica y los mayores niveles de empleo entre la población joven ha hecho que los consumidores vuelvan a las tiendas de ropa, pero esto no ha salvado a Gap.
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Hay muchos fracasos. El comercio de la moda es extremadamente competitivo, hay que hacer las apuestas correctas, suministrar el producto eficientemente y al precio correcto
En la década de los 90, recuerda BBC, Gap era uno de los mayores vendedores de ropa a nivel mundial. La firma californiana era parte crucial de la cultura de estos años. Incluso las artistas de Hollywood iban en ocasiones a la ceremonia con vestidos de esta marca, que lucía Mónica Lewinsky en la época en la que tuvo un romance con el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton.
La ropa de Gap era muy habitual entre los jóvenes. Sin embargo, su presente es diferente. El pasado mes la compañía californiana anunció el cierre de 165 empresas a lo largo del país. Quedarán, eso sí, 500 tiendas normales y otras 300 de descuento. Aun así, la decisión es síntoma de una enfermedad grave, señala el reportaje de la BBC.
ERRORES Y CAMBIOS DE TENDENCIAS
La situación de Gap corresponde a errores particulares y a tendencias generales, opina Sucharita Mulpuru-Kodali, de la firma de análisis de mercados Forrester. “Ciertamente hay tiendas exitosas de modas en el momento como Zara o incluso Uniqlo”, señala en conversación con el medio británico. “Pero al mismo tiempo hay muchos fracasos. El comercio de la moda es extremadamente competitivo, hay que hacer las apuestas correctas, suministrar el producto eficientemente y al precio correcto”, añade.
En este sentido, opina que Gap se ha quedado en el pasado en un sector como la moda que evoluciona de forma muy rápida. Así, la textil ha sido víctima de la polarización de la sociedad norteamericana entre una minoría de ricos y el resto que es más vigilante con lo que gasta. Y Gap no está ni en uno ni en otro de los extremos. Es demasiado cara para los más austeros y no lo suficientemente exclusiva para los más pudientes.
Además, señala el artículo, también tiene un problema de índole geográfica. Sus tiendas están a menudo en centros comerciales a las afueras, lo que predominaba en las décadas de 1980 y 1990. Sin embargo, ahora los jóvenes prefieren comprar en los centros históricos de las ciudades o por internet.
Por otro lado, los gustos de los jóvenes han variado, y ahora prefieren mayor originalidad que en décadas anteriores. Los propios ejecutivos de Gap, recuerda BBC, reconocen estos cambios. “Los clientes están rápidamente cambiando cómo hacen sus compras hoy en día, y estas decisiones ayudarán a Gap a regresar al sitio que sabemos que se merece a los ojos de los consumidores”, señala en un comunicado Art Peck, director ejecutivo de Gap.
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