Endesa abre una nueva etapa. Tras diez años de presidencia, Borja Prado cederá el testigo el próximo mes al jurista Juan Sánchez-Calero. Enel, propietaria del 70% de Endesa, ha aprovechado la ocasión para despojar de poder el cargo de presidente y dejar que sea su consejero delegado, José Bogas, quien se encargue del rumbo de la compañía.
La energética propondrá el nombramiento de Sánchez-Calero como consejero independiente como paso previo a su designación como presidente. Enel ha aprovechado el cambio de etapa para rediseñar el puesto y, de paso, recortar su coste. Sánchez-Calero, catedrático de Derecho Mercantil y con una larga y reputada trayectoria como abogado, tendrá una posición de representación institucional y un sueldo acorde, pero lejos de los más de 3,6 millones que, en total, ha cobrado Prado en el último ejercicio.
Mientras, la figura de consejero delegado aunará todas las funciones ejecutivas. Bogas, renovado en el cargo hace un año y hombre de confianza para el principal ejecutivo de Enel, Francesco Starace, será el que deba reconducir a Endesa en plena transición energética para que haga con éxito la conversión del carbón a las renovables y afronte el cierre progresivo de la capacidad nuclear.
La salida de Prado se ha justificado como un relevo por razones de buen gobierno ahora que Enel va a limitar el período de tiempo que se puede ostentar la presidencia, pero el distanciamiento entre el ejecutivo y la matriz en los últimos años ha marcado la decisión. Prado, que llegó a Endesa de la mano de Enel y sustituyó a José Manuel Entrecanales en la presidencia cuando Acciona vendió su participación a la italiana, era el símbolo de españolidad que se requería a una empresa privatizada.
Los roces comenzaron con la llegada de Starace y la decisión de la italiana de adquirir a su filial española los activos latinoamericanos, dejando a Endesa acotada a su negocio en España, con menos inversiones estratégicas y la desinversión en negocios como el de distribución de gas. Los intentos de Prado de desmarcarse de la línea marcada desde Roma y dar a Endesa más margen inversor en lugar de limitarse a las fronteras peninsulares no gustaban en la matriz.
Pese a este distanciamiento, la salida de Prado implicaba una factura de al menos 30 millones a costa del ciudadano italiano -el Estado es su principal accionista-. Por esta razón, la energética ha optado por esperar a que cumpla su mandato y ha pactado la salida con el ejecutivo con una indemnización de unos 13 millones.
JUNTA DE ACCIONISTAS
Además del nombramiento de Sánchez-Calero como consejero independiente, los accionistas tendrán que dar su visto bueno en la junta del próximo 12 de abril a la reelección de otros consejeros: Helena Revoredo (independiente), Ignacio Garralda (independiente), Francisco de Lacerda (independiente) y Alberto de Paoli (dominical).
Asimismo, someterá a los accionistas el nombramiento de KPMG como nuevo auditor legal para las cuentas de Endesa para los ejercicios de 2020, 2021 y 2022.