Estudió la compra del banco italiano en 2014 pero la descartó
La toma de control del italiano Carige por el BCE confirma que el Banco Santander acertó a finales de 2014 cuando contempló su compra a precios de derribo pero la descartó tras analizar su desastroso balance. Y es que hacer adquisiciones en el extranjero no es ni mucho menos tan sencillo como en España. El paradigma es BBVA y sus desastrosas incursiones en China y Turquía, pero ahora el Sabadell también está pagando su aventura en Reino Unido con TSB.
Noviembre de 2014. Ana Botín acababa de asumir la presidencia del Santander tras el fallecimiento de su padre dos meses antes y, entre sus múltiples tareas pendientes, se encontró con una petición de ayuda del BCE. Los test de estrés de ese año habían arrojado un panorama desolador para la banca italiana y el supervisor europeo había llamado a la puerta de las mayores entidades del continente para ver si podían echar una mano y quedarse con alguno de los nombres más débiles de ese país.
Así que el Santander examinó a la banca transalpina. De primeras, descartó el Monte dei Paschi di Siena, la entidad que más preocupaba a Mario Draghi, por su desastrosa situación. Pero sí se fijó en otro banco pequeño con problemas no tan graves y que podría suponer una oportunidad de poner una pica en Italia a un precio de ganga: Carige.
Compraría a un precio muy barato (unos 700 millones) una entidad con un activo de 37.000 millones, una red importante de 1.100 oficinas en el país, dos millones de clientes y una posición de liderazgo con una cuota superior al 10% en la región de Liguria (Génova). Además, aunque procedía de una caja de ahorros era un banco cotizado en bolsa, había ampliado capital por 1.100 millones para tapar su agujero, había reducido notablemente su cartera de deuda pública -donde estaba el grueso de sus problemas- y presentaba un gran potencial de reducción de costes. Aparte de que el favor congraciaría a la nueva presidenta con el BCE.
Sin embargo, al final no se decidió a dar el paso. Pesaron las malas experiencias del BBVA, que había fracasado hacía años en su opa sobre BNL en Italia y que acababa de salir de China con cajas destempladas. Y la suya propia con el Sovereign en EEUU. Pesó la posibilidad de tener que quedarse con alguna otra entidad en apuros en España, como al final ocurrió con el Popular. Y pesó, sobre todo, el temor a que Carige escondiera bajo las alfombras mucha más porquería de la que estaba a la vista, como ahora parece confirmarse. Santander se libró de una buena.
COMPRAR FUERA NO ES TAN FÁCIL
Esta historia confirma que comprar bancos fuera de España no es ni mucho menos tan sencillo como hacerlo en nuestro país. En el extranjero no hay sinergias de costes -no hay duplicidades de redes o de servicios centrales- ni de ingresos -son clientes con otra mentalidad- que justifiquen la operación, salvo que se haga a precios de derribo. Y, aunque así fuera, hay otro montón de problemas potenciales, por mucho que sean de la UE: legales, burocráticos, culturales, tecnológicos y, lo más importante, de relación con los clientes en un mercado desconocido.
BBVA lo había comprobado en sus carnes en los precedentes citados de Italia y China (de allí también se había marchado el Santander antes siquiera de intentar nada), y en 2018 lo sufrió también en Turquía. En este caso no por la salud del Garanti -que es buena-, sino por la del país y por las medidas arbitrarias de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, que provocaron el hundimiento de la lira.
Otro que está pagando en bolsa sus aventuras en el exterior es el Sabadell, por la adquisición del británico TSB. Se trata de una entidad saneada, potente y que venía con 'regalo': unas importantes ayudas para su transición tecnológica. Aquí está pesando el Brexit y sus posibles consecuencias negativas, pese a que el banco que preside Josep Oliu asegura tenerlo todo bajo control.
Pero también pesan los problemas tecnológicos que ha tenido y, por encima de todo, sus consecuencias. El fallo en la implantación de la plataforma del Sabadell en abril puede ser disculpable aquí (en la CAM fue peor), pero no siendo español en un país como Reino Unido. Los medios sensacionalistas se lanzaron a la yugular -y lo seguirán haciendo cada vez que se caiga la web-, el Parlamento montó una investigación y eso ha creado un rechazo popular hacia TSB y Sabadell que será muy difícil de superar salvo con ofertas muy costosas. Y es que los problemas culturales muchas veces son los más graves.