No obstante, la entidad financiera alemana ha subido su precio objetivo de 1,85 euros a 2,30 euros por acción
La entidad financiera alemana, Berenberg, ha elevado el precio objetivo de CaixaBank hasta los 2,3 euros por acción, desde los 1,8 euros anteriores. Esta valoración supondría un potencial bajista del 41%, con respecto a los 4,20 euros con los que cotiza la entidad, que ha arrancado la jornada de este miércoles con caídas del 0,3%.
Los analistas mantienen su recomendación de 'vender' sobre el banco que preside Jordi Gual. En su informe titulado, "Caminando por el aire", Berenberg señala que "las acciones de CaixaBank están sobrevaloradas" ya que consideran que se basan en las expectativas de que "los tipos de interés crecientes proporcionarán una expansión de sus márgenes y provocará un crecimiento de entre el 20 y 30% de los ingresos netos por intereses".
Desde la firma alemana cuestionan esta suposición. En su informe señalan que hay que tener en cuenta que "las expectativas de tipos de interés han caído año a año y, por otro lado, el mercado sobrestima el beneficio del margen en el caso de que suban". Según Berenberg, “a medida que los reguladores buscan sistemas bancarios más sencillos, con más capital y menor riesgo, creemos inevitable que los bancos tengan que mantener más capital frente a sus inversiones”.
En su estimación de ingresos de CaixaBank, consideran que "es probable que decepcionen". En sus previsiones los analistas apuntan que en 2017 se situará en 7.778 en millones de euros, 7.874 en 2018 y 8.005 en 2019. Sus estimaciones de 2018 sobre la entidad aumentan un 10% debido a "la consolidación de BPI, así como mayores ingresos de participaciones de inversión, ingresos de seguros y de los ingresos netos por intereses". Sus previsiones de beneficio por acción se sitúan en 0,17 euros en 2017, 0,19 euros en 2018 y 0,23 en 2019.
Por otro lado, Berenberg indica en su informe que CaixaBank tendrá que desprenderse de su participación en Repsol y BFA, banco de Angola, en los próximos dos años debido a la “presión regulatoria y porque los accionistas premian modelos de negocio más sencillos", indican en su informe.