El BCE presiona ante la baja rentabilidad del sector
La consolidación del sector es un tema recurrente en todos los foros bancarios, pero parece que nunca termina de arrancar. Los nombres que más suenan para protagonizarla son, por una parte, Unicaja y Liberbank y, por otra, BBVA, Sabadell y Bankia, pero lo cierto es que todas las entidades están echando cuentas para conocer sus opciones sin esperar a que haya estabilidad política en España. “Todos miran a todos”, explican a Bolsamanía fuentes del sector, que añaden que el Banco Central Europeo (BCE) presiona para que se activen los engranajes de la consolidación.
Si bien es cierto que aún no se están produciendo conversaciones más allá de Unicaja y Liberbank, las principales entidades del país están echando cuentas para comprobar si alguna operación encaja en sus números y realizando acercamientos, añaden estas fuentes.
Precisamente, en las últimas semanas ha cogido fuerza la posibilidad de que Unicaja y Liberbank estén llevando a cabo un acercamiento de sus posturas para intentar que triunfe la integración que se frustró hace siete meses por desacuerdos en el canje de la operación. Si en mayo ambas entidades fueron incapaces de ceder, pasados los meses sus gestores se han pensado mejor el desacuerdo y están a punto de cerrar la operación con un canje de 59% para Unicaja y 41% para Liberbank.
Esta integración es la que más encaja en el sector, aunque a Liberbank no dejan de salirle opciones. La pasada semana, en un informe los analistas de Santander no solamente veían "probable" una fusión protagonizada por la entidad asturiana, sino que citaban a Abanca, CaixaBank y Bankia como potenciales interesados en su compra, como adelantó Bolsamanía.
Bankia, precisamente, también suena entre los posibles protagonistas de próximas fusiones. Con motivo de las últimas elecciones, su hipotética integración con BBVA ha saltado el plano empresarial y se ha convertido en moneda de cambio por parte de PNV, que hace meses que pide al PSOE acordar la operación y poner a José Ignacio Goirigolzarri al frente de la entidad fusionada como condición para investirle.
Pase lo que pase en el plano político, lo cierto es que existe una gran incertidumbre en torno al futuro de Bankia. Después de años en los que se daba por sentada su privatización completa, a pesar del mal momento bursátil, el más que probable aterrizaje de Unidas Podemos en el futuro gobierno de Pedro Sánchez hace temblar sus cimientos.
La formación que lidera Pablo Iglesias llevaba en su programa la conversión de Bankia en entidad pública y la sustitución a sus mandos de Goirigolzarri, quien sacó a flote al banco tras su nacionalización y quien no comulga con la visión del futuro de la entidad que tienen en Unidas Podemos, como ha hecho ver en numerosas comparecencias públicas.
LA PRESIÓN DEL BCE
En todo caso, el BCE aplaudirá cualquier operación con sentido. El supervisor no solamente apoya la consolidación del sector, sino que presiona para que las entidades tomen la iniciativa, de acuerdo con las mismas fuentes.
En numerosas ocasiones, tanto el BCE como el supervisor nacional, el Banco de España, han insistido en la necesidad de que los bancos ganen en eficiencia, una meta hacia la que las operaciones corporativas representan un atajo. Sin ir más lejos, el pasado martes Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, insistía en que los bancos deben centrarse en esta tarea tras el deterioro de la variable durante los últimos años.
Lo cierto es que los márgenes de la banca no consiguen compensar el roto que les supone la política de tipos bajos del BCE. Máxime cuando se encuentran inmersos en procesos de digitalización que requieren fuertes inversiones y empujan ese recorte de márgenes que constriñe los beneficios.
Además, ambos supervisores han incidido en numerosas ocasiones en la necesidad de que los bancos den el salto a las fusiones transfronterizas, si bien los gestores de los bancos lamentan que esta idea no pasará de utopía mientras la Unión Bancaria no culmine del todo.
Algo que, por el momento, parece lejano, habida cuenta de que los Estados miembros aún no consiguen acercar posturas respecto al fondo de garantía de depósitos europeo (EDIS, por sus siglas en inglés), a pesar de que Alemania, uno de los mayores opositores, abrió la puerta a aceptarlo recientemente.