El sector exige que el Gobierno dé una imagen de "seguridad" a las matrices
Sobrecapacidad y falta de centros de decisión. La pandemia ha colocado en primera línea de batalla dos problemas del automóvil en España que se venían arrastrando desde hace tiempo y que el sector apuesta por contrarrestar igual que se ha hecho siempre, siendo los más competitivos. No obstante, la coyuntura de una industria que está en plena transición hacia un nuevo modelo descarbonizado, conectado y sostenible, sumada a la crisis económica, deja al país en una posición incómoda en que se teme que el cierre de Nissan sea sólo la primera pieza del dominó. Y en este contexto, es más importante que nunca que las administraciones transmitan una imagen de seguridad y compromiso a las matrices para que sigan considerando las factorías españolas como un destino preferente a la hora de adjudicar nuevos modelos eléctricos.
En este momento, se está viviendo una "pelea entre las fábricas de nuestros clientes para atraer la fabricación de nuevos modelos”, ha expuesto Francisco Riberas, presidente de Gestamp, durante la cumbre empresarial de la CEOE, que se desarrolla hasta el 25 de junio. Los productores temen que el país, donde este segmento representa el 10% del PIB y el 60% del total de la producción industrial, pierda fuelle ya que Francia o Alemania están impulsando medidas para recentralizar la producción de vehículos. Por lo tanto, además de un “plan estratégico claro para conseguir que España sea un país de referencia en la producción vehículos eléctricos y de bajas emisiones”, Riberas también exige al Gobierno que envíe el mensaje claro a todos los fabricantes de que España es un país amigo del automóvil "y que se van a tomar decisiones para proteger esta industria".
Sin embargo, los políticos están haciendo flaco favor a este segmento con sus declaraciones recientes, según se queja José Vicente de los Mozos, presidente de Renault España y de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac). De hecho, hace pocos días trascendieron las amenazas de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, a Nissan, tras anunciar el cierre de las plantas en Barcelona. “Si se cierra Nissan se acaba la buena relación con Nissan y Nissan va a tener problemas serios”, aviso la primera edil a la empresa nipona. No ha sido la única declaración de un miembro del consistorio barcelonés que ha suscitado la polémica recientemente: la teniente de alcalde Janet Sanz pidió un plan para evitar que el sector se reactivara tras la pandemia.
Estos comentarios, sumados a otros en el pasado cuando, por ejemplo en 2018, la entonces ministra para la Transición Ecológica y hoy vicepresidenta del Gobierno, Teresa Ribera, afirmó que el diésel “tiene los días contados”, provocan duras críticas desde la patronal sectorial. De los Mozos ha hecho un llamamiento a las administraciones para que "los políticos cuenten hasta tres antes de hacer declaraciones". "Es importante que las casas matrices tengan garantías de que el nuestro es un país ‘firendly’" con el sector, ha incidido, porque "no se tiene que ver como una región que ataca al automóvil y, además, los constructores necesitan seguridad jurídica y un marco homogéneo".
Actualmente, con 2,8 millones de unidades producidas en 2018, España es el segundo fabricante de vehículos europeo, noveno en el ranking mundial, pero esta posición puede tambalearse si la decisión de Nissan es emulada por otras marcas. La desinversión en las factorías de la Zona Franca, Montcada y Sant Andreu de la Barca, junto a la falta de nuevos modelos hicieron del fin de la actividad de la empresa japonesa en Cataluña la crónica de una muerte anunciada y la Covid-19 sirvió de excusa para tomar una decisión que era esperada.
La receta de patronal y fabricantes para asegurarse que las inversiones sigan llegando hacia Seat y otras plantas españolas es ofrecer seguridad jurídica y la puesta en marcha de un plan estratégico para conseguir que España sea un país de referencia en la producción vehículos eléctricos y de bajas emisiones, que permita seguir potenciando la “competitividad” de nuestro país. De lo contrario, "si trabajamos con industrias residuales tendremos más disgustos como el de Nissan", pronostica De los Mozos. Asimismo, para afianzar el liderazgo se debe "avanzar en al digitalización, en la automatización y seguir contando con mano de obra cualificada", ha señalado.