La vuelta a la normalidad tras la reestructuración "ha sido más lenta de lo esperado"
Confía en cerrar una reestructuración financiera y garantizar su operación con su nuevo plan
A dos años de su rescate, Abengoa navega todavía por aguas inciertas. La firma sevillana cerró 2018 -el primer ejercicio completo tras cerrar la primera reestructuración-, con pérdidas por de 1.498 millones de euros, acusando los últimos coletazos de la refinanciación, y advierte ya de que necesitará más apoyo financiero para sobrevivir.
“La normalización de la actividad del proceso de reestructuración concluido en marzo de 2017 ha sido más lenta de lo esperado”, explica Abengoa en sus estados financieros de 2018. Para asegurar la viabilidad a corto y medio plazo y “continuar la actividad de forma competitiva y sostenible”, la compañía ve necesario contar con “una plataforma estable” que les permita “acceder a los mercados de capital para financiar su circulante”; disponer de “nuevas líneas de avales” que aseguren el crecimiento de su negocio de Ingeniería y Construcción; así como mantener “una estructura financiera adecuada para el modelo de negocio que va a desarrollar a futuro”.
Las pérdidas de 2018 se comparan con los casi 4.300 millones de beneficio del ejercicio anterior. Según la compañía, el golpe lo ha causado el contabilizar la deuda New Money 2 y el Old Money a valor de reembolso, aunque la venta de su participada Atlántica Yield ha servido para compensar en parte el mordisco. El grupo asegura que el efecto negativo será revertido cuando finalice la reestructuración financiera y la deuda vuelva a registrarse a valor razonable.
El proceso de refinanciación cerrado en 2017 dio paso la ejecución del plan de viabilidad que acordaron con sus inversores y acreedores en 2016. Este plan centra la actividad de Abengoa en el negocio tradicional de Ingeniería y Construcción, es decir, se volvía a dar prioridad a los sectores de energía y medioambiente en combinación con proyectos de infraestructura bajo concesión, sobre todo en el sector tecnológico.
El objetivo era que Abengoa creciera apoyado en sus capacidades de ingeniería y construcción, eficiencia y contención de gastos y, sobre todo, disciplina financiera. Sin embargo, las cosas no se han dado como esperaban. Durante los últimos ejercicios, los recursos financieros han sido limitados, apunta en la documentación enviada a la CNMV, lo que ha ralentizado y deteriorado la actividad del grupo y provocado la insolvencia o quiebra de varias de sus filiales.
REESTRUCTURACIÓN FINANCIERA
La firma de ingeniería sevillana sigue “trabajando en acciones adicionales” que aseguren la viabilidad “en el corto y medio plazo”. En este sentido, explica, el Consejo “ha aprobado un nuevo Plan de Viabilidad a 10 años, que junto con el nuevo proceso de reestructuración financiera en el que está inmersa la sociedad permitan continuar con su actividad de forma competitiva y sostenible en el futuro”.
Ese nuevo proceso de reestructuración financiera se refiere al que firmó en septiembre con sus principales acreedores del New Money 2 y de la Línea de Avales Sindicada y que incluye, entre otras cuestiones, financiación adicional: nueva liquidez por un máximo de 97 millones y nuevas líneas de avales de 140 millones. Banco Santander y el Estado, a través de la Secretaría de Comercio, son los principales accionistas de Abengoa, con un 3,45% y 3,15% del capital, respectivamente.
Según indica, se está “ultimando el contrato de reestructuración”, pero confía en sacarlo adelante, razón por la que ha presentado sus cuentas anuales bajo el principio de empresa en funcionamiento y apoyada también por los “fundamentos del nuevo plan de viabilidad a 10 años” que aprobó hace un mes.
Además de pone el foco en la reestructuración financiera para restablecer la liquidez y los avales que necesita el grupo para operar con normalidad, este plan a 10 años se centrará en reducir los gastos hasta situarlos en un 3% sobre las ventas a partir de 2020 y en la mejora de la posición competitiva en sus mercados más relevantes, además de continuar con las desinversiones “sin desviaciones en cuanto a plazos e importes”.
Respecto al proceso de reestructuración financiera anterior, Abengoa señala que durante 2018 ha cerrado acuerdos con varios de los acreedores (Old Money) que impugnaron el acuerdo de reestructuración de 2017 y que implicaba una quita de la deuda del 97%. Pero todavía queda un grupo de impugnantes con los que “no ha sido posible cerrar un acuerdo que permita la renuncia a las acciones legales pertinentes”, apunta en la documentación enviada al regulador.
OTRAS CUATRO FILIALES ESPAÑOLAS A CONCURSO
A los procesos concursales abiertos para filiales como las mexicanas, la firma sevillana indica que a lo largo de 2018 cuatro de sus filiales en España han solicitado concurso voluntario de acreedores. En el caso de Abencor Suministros, Servicios Integrales de Mantenimiento y Operación (Simosa), Simosa IT y Abengoa PW I Investment, los respectivos juzgados ya han declarado el concurso y E&Y es el administrador concursal en los cuatro casos. A estas cuatro se suma Abengoa Research, declarada en concurso en 2017 y ya con el plan de liquidación aprobado por el juez, y Abengoa Bioenergia Nuevas Tecnologías, que solicitó concurso a principios de febrero y todavía no se ha emitido el auto con la declaración.
Abengoa cerró 2018 con ventas de 1.303 millones de euros, un 12% menos que en 2017, debido a la finalización de algunos proyectos y el retraso de otros. El resultado bruto de explotación (Ebitda) aumentó un 48%, hasta los 188 millones, gracias a una mayor rentabilidad en algunos proyectos y la reducción de gastos generales. En concreto, el grupo que preside Gonzalo Urquijo, logró que los gastos bajaran de 125 a 77 millones en el último ejercicio.
La deuda de la compañía se sitúa en 5.656 millones, de los cuales 929 millones corresponden a la deuda de sociedades que están marcadas para su venta y 320 millones en financiación de proyectos. De los 4.407 millones de deuda financiera corporativa, 4.207 millones están registrados a corto plazo en aplicación de la normativa contable debido al ‘default’ técnico en que se incurrió al firmar el contrato de bloqueo con sus acreedores a finales de diciembre.