Los socialistas se resignan a volver a las urnas porque la formación morada no aceptará sólo un acuerdo de programa
En las filas socialistas nadie apuesta por un giro de guión de última hora que permita al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, volver a intentar su investidura. Y las órdenes desde Ferraz son que ningún miembro del partido haga planes para octubre porque se da por hecho que entrarán en campaña electoral. Entretanto, PSOE y Podemos siguen escenificando unas negociaciones que ambas formaciones saben que no son más que un pariré.
"No es que vaya a haber choque de trenes, es que ambos ya descarrilaron", aseguran fuentes conocedoras a Bolsamanía. Desde que Sánchez no obtuvo el respaldo del Congreso para repetir en Moncloa, el pasado 25 de julio, ha transcurrido un mes y medio en que las dos formaciones no han logrado acercar posturas. A pocos días del 23 de septiembre, fecha en que quedarán disueltas las Cortes Generales si no hay presidente, se mantienen en el mismo desencuentro que dinamitó las opciones del secretario general del PSOE y todo apunta a que el 10 de noviembre se volverá a las urnas.
Lo más curioso es que los dos partidos saben que este desenlace es el peor posible y por más que las encuestas muestren un refuerzo del PSOE, son muy conscientes de que los riesgos son numerosos. "El PP subirá y se podría dar una suma de fuerzas de derechas", comentan desde el entorno socialista. De hecho, la vuelta a los colegios electorales beneficiaría al bipartidismo, según muestran varios sondeos, con sendos auges de populares y socialistas.
Pero hay otro escenario que les asusta aún más: que en la futura Cámara Baja, socialistas y podemitas sumen para la investidura sin necesitar de otros apoyos. De ser así, "no habrá más remedio que plegarse al gobierno de coalición", que ahora es un anatema para Moncloa y para muchos barones del PSOE, reconocen fuentes próximas. Sin embargo, ninguna encuesta apoya este supuesto, y, en el mejor de los casos, dan a los partidos de izquierdas 172 diputados, por lo que seguirían requiriendo el respaldo del PNV.
Pero existe la tentación de pensar que la carambola pueda salirle redonda a Pablo Iglesias. Podemos es consciente de que la repetición electoral les castigará -perderán unos siete escaños-, pero en su juego de doble o nada esbozan un futuro en que pasen del veto a su líder y del "no a todo" socialista a poder elegir asientos en el Consejo de Ministros y hasta alguna vicepresidencia. "Tampoco tienen muchas opciones más", explican politólogos consultados a este medio. "Si ahora ceden y acatan el acuerdo programático que trata de imponerles el PSOE, el mismo Iglesias podría acabar por dimitir", remachan.
El enroque de morados y socialistas mantiene los contactos en un punto muerto insalvable. Los mensajes que salen del entorno del presidente en funciones dejan claro que no quieren ni oír hablar de coalición, mientras en Podemos se ponen de cara a aprobar el programa de 370 puntos que Sánchez presentó la semana pasada, pero no se conforman y siguen queriendo tener su peso en el nuevo Ejecutivo. Los equipos negociadores encabezados por la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, y el diputado morado, Pablo Echenique se han reunido este martes, después del encuentro de la semana pasada y dan las negociaciones por fracasadas.
La postura socialista actual no se ha movido un ápice de la que mantenían antes de la investidura fallida de julio y el sentimiento en el entorno de Sánchez sigue siendo el mismo. "No quieren ni a Iglesias ni a nadie de Podemos en el Consejo de Ministros", explicaban a Bolsamanía desde el partido en ese momento. Un extremo que sostienen y al que añaden que el desencuentro entre ambos es fruto también de una falta de sintonía total en lo personal.
Lo que está dispuesto a ofrecer el PSOE y lo que pide Podemos sigue estando, ahora, tan alejado como entonces. Está por ver qué cambiará en función de laa aritmética parlamentaria que salga de las urnas en unas hipotéticas elecciones el 10 de noviembre.