El líder de Ciudadanos se ha atrincherado con su núcleo duro y mantiene su veto
Los despachos de las grandes empresas hace tiempo que dan al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, por amortizado. Así lo han referido a 'Bolsamanía' diversas fuentes en los últimos meses y han asegurado que las compañías catalanas cotizadas y de fuera del Ibex que impulsaron el salto de la formación de partido catalán a la política nacional llevan meses considerando apartarle de la dirección. Pero Rivera se ha atrincherado con su núcleo duro en la sede de la calle Alcalá, en Madrid, desde donde impone sus directrices: nada de pactos con el PSOE, veto a Pedro Sánchez y seguir con su opa al PP para ser el líder de la oposición.
En estos dos vértices basó el presidente del partido su buen resultado en las elecciones del 28 de abril. Los 57 diputados que obtuvo y más de cuatro millones de votantes dieron alas a sus delirios de transformar Ciudadanos y de "ser el primero a la derecha", señala Ernesto M. Pascual, doctor en Ciencia Política y profesor de la UOC. Pero su aproximación a Vox y su falta de escrúpulos a la hora de gobernar de la mano de la ultraderecha en Andalucía provocó que sus 'padrinos' y patrocinadores empezaran a darle la espalda.
Lo que empezó como incomodidad, se ha convertido en un rechazo absoluto al giro de la formación y a su negativa a investir al líder del PSOE, Pedro Sánchez. A esto se suman las múltiples llamadas de atención que llegan desde Europa, donde no cabe duda de que el único cordón sanitario que debe establecerse es contra los ultras. En este sentido, el reciente episodio de la ruptura con Manuel Valls en Barcelona, por su apoyo a la alcaldesa Ada Colau, es sólo la punta del iceberg de su creciente enemistad con las élites económicas, especialmente catalanas, pero también con otros gigantes del Ibex 35. Según fuentes conocedoras, el gesto del líder de BCN Canvi encerraba un mensaje para Rivera, que no era otro que el de emular la abstención del ex primer ministro galo para franquear la llegada de los socialistas a Moncloa, libres de ataduras con los independentistas o Podemos.
La presión para que dé su brazo a torcer sigue llegando por tierra mar y aire. Los poderes económicos que le auparon se han cansado de su rebeldía y, si antes ya lo daban por descontado, ahora son conscientes de que sólo su dimisión facilitará que la fuerza naranja se abstenga en segunda vuelta de la sesión de investidura que se celebrará en las próximas semanas. Además, consideran que, a pesar de los buenos números, no haber logrado el 'sorpasso' a los populares en las horas más bajas de la formación dirigida por Pablo Casado es un fracaso.
El camino para el líder de Ciudadanos está marcado: no tiene más remedio que asumir que no son el nuevo PP y "levantar los vetos al PSOE", explica Pascual. El politólogo también indica que si el partido imprime un giro a su política, "podría rearmar el espacio del centro en España y encarnar el espíritu del liberalismo europeo en Madrid".
Amparado por su Ejecutiva, Rivera sigue inamovible. El órganismo que marca las políticas de los naranjas ratificó este mismo lunes la decisión de inicios de junio de seguir barrando el paso a Sánchez. Concretamente, 25 de sus miembros votaron a favor, frente a cuatro que se opusieron, tres que se abstuvieron y tres que no participaron. La dirección de la formación, además, niega que la desbandada de altos cargos sea una crisis y señala la puerta a aquellos que se opongan al rumbo del partido. Los representantes de Ciudadanos deberán asumir y defender esta postura o, si no se ven capaces, pueden "dar un paso a un lado", ha avisado el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas.
Esta ha sido precisamente la decisión del secretario general de Programas y Áreas Sectoriales y portavoz adjunto en el Congreso, Toni Roldán, que presentó su dimisión este lunes. Sus críticas encarnan el sentir del ala más moderada y socialdemócrata del partido, a quienes se les ha atragantado el veto al PSOE, la mayor cercanía al PP y que no se combata a la "ultraderecha" de Vox. Tras abandonar Roldán el partido, el eurodiputado Javier Nart y han seguido sus pasos.
Ciudadanos no puede seguir viviendo con dos almas, señalan los expertos, y hay un consenso absoluto en que la única solución pasa por una salida de Rivera. No obstante, los moderados están en minoría y carecen de empaque para forzar este extremo y hacerle al líder naranja la misma maniobra con la que el PSOE se sacudió a Pedro Sánchez en octubre de 2016. Tampoco hay una alternativa entre los críticos para colocar a los mandos de la formación. Este sector coqueteó con Arrimadas, a la que se veía como un valor en alza en los mismos despachos que auparon a Rivera. Pero esta opción no ha calado.
"No se moverá nada", indican fuentes conocedoras. El resultado electoral de Ciudadanos, permite a Rivera reafirmarse ante todos susdetractores y su relevo al frente de la formación "no sucederá", opinan.