El auge de la ultraderecha de Vox despierta el pacto de la moción de censura
La repetición electoral del 10N ha abocado al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, a vivir su particular ‘día de la marmota’ ante la ausencia de cambios significativos en la correlación de partidos. La aritmética parlamentaria arroja una suma de fueras para la investidura y la gobernabilidad que pasa irremediablemente por los independentistas y por la coalición con Unidas Podemos, en peores condiciones que el 28 de abril. Ya sea para lograr una abstención o un hipotético voto favorable, los socialistas “hablarán con ERC”, reconocen desde el partido.
Tras haber endurecido notablemente su discurso con Catalunya, y después de las calabazas del PP a la llamada ‘gran coalición’, Sánchez vuelve a estar varado en el mismo punto de hace seis meses: dependiendo de los soberanistas para la investidura y la gobernabilidad. Fue precisamente el rechazo a que fundamentalmente ERC tuviera la llave de su Ejecutivo la primavera pasada, además de la repudia al líder de Podemos, Pablo Iglesias, lo que desembocó en unos comicios que han dejado al PSOE en el mismo punto donde estaba, aseguran los expertos consultados.
A diferencia de la primavera, los socialistas parten ahora desde una posición perdedora. No sólo por los tres diputados que se le ha escapado al partido de Sánchez, sino porque su maniobra ha abierto las puertas al auge de la ultraderecha de Vox, algo que, en esencia, no tiene que ser tan negativo como parece. Algunos analistas apuntan a que sea precisamente la necesidad de poner un cordón sanitario a la ultraderecha lo que acabe pesando en las negociaciones futuras, “que se avecinan largas”. En este contexto, el pacto de la moción de censura a Mariano Rajoy es un escenario plausible para Rabobank.
El argumento de Vox, a su vez, servirá a lo socialistas para poner el resto de partidos contra las cuerdas. Bajo el pretexto de que ninguna formación se querrá ver retratada votando junto al partido de Santiago Abascal, el PSOE espera presionar al resto de fuerzas: “Quien vote 'no' a la propuesta de (Pedro) Sánchez, estará votando con Vox”, ha manifestado el primer secretario del PSC, Miquel Iceta.
El lunes de resaca electoral, los republicanos y Junts per Catalunya han tomado la iniciativa y han tendido una mano a Sánchez que no le saldrá gratis. Gabriel Rufián y Laura Borràs se han avenido a iniciar las negociaciones para desbloquear la situación en el Estado, pero con condiciones. Los republicanos le exigen a Sánchez “que abandone la represión vista en la campaña electoral” y esperan su llamada. Los postconvergentes, por su parte, exigen concesiones al jefe del Ejecutivo en funciones y le avisan que no tendrá su voto “a cambio de nada”.
Entretanto, en sendas declaraciones públicas, la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, o el ministro de Fomento en funciones, José Luís Ábalos, no se han cerrado puertas, pero tampoco se han mostrado dispuestos a ceder. Ninguno de los dos ha aclarado si buscarán una coalición con Podemos, pero sí se han mostrado firmes en el rechazo a unas terceras elecciones.
REUNIONES CON ERC Y JUNTS PER CATALUNYA
Pero en privado, fuentes del PSC han reconocido a Bolsamanía que “se reunirán con ERC para conocer su posición respecto a la formación de Gobierno”, por lo que el partido de Iceta volverá a ser clave a la hora de desatascar la situación en el Gobierno y en Catalunya. En cuanto al diálogo con Junts per Catalunya, no está tan claro: los socialistas asegura que hablarán con “todas las fuerzas a excepción de Vox, lo que también incluye la plataforma del expresident catalán huido de la Justicia española, Carles Puigdemont". Por el momento, lo único que ha trascendido es que Sánchez ha rehusado volver a cogerle el teléfono al president de la Generalitat, Quim Torra, este lunes, pero si finalmente no se granjean, al menos, su abstención, es extremadamente complejo lograr La Moncloa.
El partido tiene sus condiciones de partida para los separatistas. Según fuentes del PSC, requieren que “como mínimo, de momento, se comprometan a no continuar con la ilegalidad y la unilateralidad”. Desean que el diálogo se materialice en un clima de “entendimiento y respeto mutuo, para que se produzca en dos direcciones: con los partidos catalanes y con el Gobierno del Estado”. En cuanto a las conversaciones sobre la investidura, “el cómo se produzcan, si es que se llega a ellas, se tendrán que concretar entre las partes”, afirman.